Un estudio publicado recientemente en Nature ha abierto las puertas para un futuro tratamiento de longevidad. El envejecimiento es un proceso complejo que afecta a todos los aspectos de la biología humana, desde la función celular hasta la salud general. A medida que la esperanza de vida continúa aumentando, la medicina y la biología están enfocadas en entender mejor cómo podemos no solo vivir más tiempo, sino también mantener una buena calidad de vida en la vejez.

Ahora, esta investigación ha descubierto que una proteína que promueve la inflamación podría ser la clave para tener una vida más larga y saludable. El bloqueo de la proteína, llamada IL-11, en ratones de mediana edad impulsó el metabolismo, redujo la fragilidad y aumentó la expectativa de vida en un 25 por ciento según los resultados publicados. Aunque estos efectos sobre la salud se han probado únicamente en ratones, la IL-11 y sus moléculas asociadas, como las interleucinas, también están presentes en humanos.

Actualmente, se están llevando a cabo ensayos clínicos con candidatos a fármacos que bloquean la IL-11, los cuales están siendo evaluados para el tratamiento del cáncer y la fibrosis, una enfermedad relacionada con el envejecimiento en la que el tejido cicatricial sustituye al tejido sano. Los nuevos resultados sugieren que estos tratamientos potenciales podrían también influir en la longevidad. Sin embargo, se requieren ensayos clínicos adicionales para confirmar estos efectos con certeza.

A pesar de ello, el camino claro hacia la prueba de la IL-11 en humanos la distingue de otras proteínas e intervenciones de rejuvenecimiento. Muchas de estas han mostrado promesas en modelos animales, pero han enfrentado dificultades para avanzar hacia ensayos clínicos. “Esta es una oportunidad real para transformar estos hallazgos en terapias clínicas”, afirmó Cathy Slack, especialista en biología del envejecimiento en la Universidad de Warwick, Reino Unido. “Actualmente, es precisamente en este punto donde el campo se encuentra algo estancado”.

Inflamación crónica

La inflamación crónica está vinculada a las enfermedades asociadas con el envejecimiento. Con el paso de los años, el cuerpo acumula proteínas y otras moléculas dañadas, que el sistema inmunológico a menudo interpreta como señales de una posible infección. Esta interpretación errónea puede desencadenar respuestas inflamatorias que, a su vez, pueden causar más daño y contribuir a enfermedades como el cáncer y los trastornos autoinmunes. En este caso, el papel de IL-11 en la promoción de la inflamación ha sido conocido durante mucho tiempo.

Sin embargo, el vínculo entre esta proteína y el envejecimiento se descubrió por casualidad cuando Anissa Widjaja, bióloga molecular y colega de Stuart Cook en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Duke en Singapur, estaba probando un método para detectar la IL-11. Al incluir en su ensayo una muestra de proteínas de una rata anciana, Widjaja observó que los niveles de IL-11 eran significativamente más altos en comparación con las muestras de ratas más jóvenes.

Este hallazgo llevó al equipo, que hasta entonces no había estado enfocado en la longevidad, a cambiar de dirección de la investigación. Al analizar una variedad de muestras de ratones jóvenes y viejos, los investigadores descubrieron que la IL-11 estaba sistemáticamente más presente en los tejidos de los ratones ancianos, como el músculo esquelético, la grasa y el tejido hepático. Cuando eliminaron el gen que codifica la IL-11 en algunos de estos ratones, los animales mostraron una mejora en su esperanza de vida, manteniéndose saludables durante más tiempo y viviendo un 25 por ciento más que aquellos con niveles normales de IL-11.

Futuro de la investigación

El equipo obtuvo resultados similares cuando, durante 25 semanas, utilizaron un anticuerpo contra la IL-11 para bloquear la proteína en ratones de 75 semanas de edad, que equivalen aproximadamente a 55 años en humanos. En la actualidad, anticuerpos similares están siendo evaluados en ensayos clínicos para el tratamiento del cáncer y la fibrosis en humanos.

La magnitud de la respuesta se asemeja a la observada en algunos estudios con ratones tratados con rapamicina, un fármaco conocido en el campo del antienvejecimiento cuyos beneficios aún están siendo evaluados. Sin embargo, la rapamicina ha estado asociada con efectos secundarios no deseados. “La rapamicina es efectiva para la longevidad, pero no tanto para la salud general,” aclaró Stuart Cook, cofundador de Enleofen, una empresa dedicada al desarrollo de fármacos contra la fibrosis.

Uno de los siguientes pasos sería probar los fármacos contra la IL-11 en ratones con diferentes antecedentes genéticos y en varios laboratorios para garantizar que los resultados sean consistentes, aseguran en el estudio. Además, evaluar el impacto de los fármacos anti-IL-11 en la longevidad humana podría ser complicado, por lo que los ensayos clínicos que investiguen la influencia en la expectativa de vida serían prolongados y costosos, y los resultados podrían ser difíciles de interpretar debido a los numerosos factores que pueden influir en la longevidad.

Por ello, los investigadores indican que en lugar de enfocarse únicamente en la longevidad general podrían beneficiarse al concentrarse en condiciones específicas relacionadas con el envejecimiento, como la pérdida de masa muscular. Este enfoque permitiría obtener resultados más rápidos y ofrecería un impacto más concreto y específico.


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