Nefrología/ 39º Congreso Nacional de SEN

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Un estudio llevado a cabo en el Hospital Gregorio Marañón demostró que el 80% de los pacientes con insuficiencia renal presentaban carencia nativa
| 2009-10-11T18:05:00+02:00 h |

E.S.C.

Madrid

Aunque clásicamente se ha considerado que la principal función de la vitamina D es la absorción de calcio y el mantenimiento de la fisiología ósea, actualmente se sabe que también participa activamente en el funcionamiento óptimo de otros sistemas del organismo.

“El déficit de vitamina D se ha asociado con el cáncer, la hipertensión, la diabetes y la insuficiencia, pero es todavía más significativo en la población con enfermedad renal crónica (ERC)”, destacó José Luño, jefe del Servicio de Nefrología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid en el marco del congreso de la Sociedad Española de Nefrología, que se celebró en Pamplona.

Un estudio realizado en dicho centro demostró que el 80 por ciento de los pacientes con insuficiencia leve o moderada tenían déficit de esta vitamina nativa. Por otra parte, además de este déficit previo, el riñón es el órgano final capaz de producir el metabolito activo de la vitamina D, lo que asocia la falta de producción de esta forma activa a su carencia previa.

Por ello los efectos pleiotrópicos de la vitamina D son de mayor relevancia en población con ERC, sobre todo en la fase final de la enfermedad renal, en los pacientes sometidos a diálisis crónica. De este modo “esta deficiencia participa en las alteraciones en la respuesta inmune, en la resistencia a la insulina, función vascular y alteraciones bien documentadas en la población con ERC y asociadas en diversos estudios con la deficiencia de esta vitamina en estos pacientes”, apunta el nefrólogo.

Por otra parte, estudios observacionales tanto en personas con ERC moderada como en diálisis, han encontrado una asociación significativa entre los niveles de vitamina D y una mejor supervivencia. Además, estudios controlados en pacientes en diálisis han demostrado que el tratamiento con metabolitos activos de esta vitamina (paracalcitol o calcitriol) es capaz, igualmente, de mejorar la supervivencia.

Por tanto, el déficit de vitamina D es un factor emergente de riesgo cardiovascular y se asocia además a una mayor mortalidad por causas infecciosas y tumores. “Este efecto negativo derivado de su falta parece corregirse al menos en la población con ERC avanzada, mediante tratamiento con metabolitos activos de esta vitamina”, asegura Luño. “De acuerdo con nuestros datos, su déficit en estas personas debería corregirse ya en fases precoces de la enfermedad”.

HTA y enfermedad renal

En el congreso también se debatió sobre los resultados de los estudios Ontarget y Trascend, en los que se pone en duda el hecho de que no siempre un mayor descenso de la presión arterial se asocia con una mayor disminución de la morbimortalidad cardiovascular y renal. Además, se ha demostrado que el mayor efecto antiproteinúrico del bloqueo dual —IECA+ARA II— no se asocia necesariamente con un enlentecimiento del deterioro funcional renal.

“En la prevención de la enfermedad renal no siempre es efectivo el bloqueo del sistema renina-angiotensina. A los hallazgos negativos de los estudios en pacientes con riesgo cardiovascular muy alto se añade ahora la ausencia de beneficio en pacientes diabéticos con bajo riesgo vascular y fases muy precoces de nefropatía”, explicó Rafael Marín, jefe clínico de Nefrología de la Unidad de HTA del Hospital Central de Asturias.