Se teme que, al no requerir controles, se caiga en el incumplimiento de la terapia
| 2009-11-16T10:32:00+01:00 h |

C.O.

Barcelona

Un 1,2 por ciento de la población española está anticoagulada, según indicó Jordi Fontcuberta, vicepresidente del comité organizador del congreso. Por este motivo, ante el debate sobre el precio de los nuevos anticoagulantes orales, señaló que espera que este factor sea un obstáculo que frene el uso de “un avance tan relevante en este campo”.

Para Pascual Marco, presidente de la SETH, no se puede competir frente al bajo precio del veterano Sintrom, si bien habrá que tener en cuenta las ventajas que ofrece (no requiere monitorización, carece de interacciones con alimentos y tiene muy pocas medicamentosas). En este sentido, hace alusión a dos cuestiones. La primera es que la aprobación del inhibidor directo oral de la trombina para el tratamiento de pacientes con fibrilación auricular no llegará hasta mediados de 2011, por lo que es una “perspectiva importante pero no inmediata, ante la que debemos prepararnos”. Por otro lado, que los pacientes no vayan a precisar control es sin duda una ventaja, pero el experto apunta que “también puede ser un arma de doble filo”. “Nos preocupa la no adherencia al tratamiento, pues sabemos que las terapias que se controlan cada largos periodos de tiempo, como los antihipertensivos, tienen un incumplimiento medio de un 25 o un 30 por ciento”, declaró Marco. Si se diera este problema, podrían reaparecer en las consultas eventos que hoy en día están controlados.

Por tanto, el desarrollo de sistemas de control y gestión de las nuevas unidades de tratamiento antitrombótico que están promoviendo en España es todo un reto.