Otorrinolaringología/ 50º Workshop sobre Biología del Oído Interno

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R.C. Madrid | viernes, 13 de septiembre de 2013 h |

Ya “asentados” los implantes cocleares en la práctica clínica como tratamiento para la sordera, el 50º Workshop mundial sobre Biología del Oído Interno ha presentado estos días nuevas terapias farmacológicas, terapias génicas y tratamientos con células madre que persiguen restaurar la audición. Así, si bien el primer día sí estuvo dedicado al debate sobre “el perfeccionamiento de las técnicas quirúrgicas y de los dispositivos tecnológicos en implantes cocleares”, explica Teresa Rivero, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, en Madrid, el resto de los días el encuentro se centró en la presentación de estas nuevas terapias.

A partir de sustancias antioxidantes y factores neurotróficos, la terapia farmacológica actúa fundamentalmente a nivel preventivo. “Estos tratamientos, aplicados de forma local en el oído, podrían ser utilizados por ejemplo en pacientes que tienen que someterse a un tratamiento de quimioterapia, en el que sabemos que hay posibilidad de que el paciente pierda audición”, apunta Rivero.

Aunque todavía en fases experimentales, ya hay un grupo en Japón que está realizando ensayos clínicos en humanos con un factor neurotrófico con el que, de momento, se están obteniendo “buenos resultados”, destaca esta especialista.

En cuanto a la terapia génica, ya se han identificado una serie de genes responsables de determinados tipos de sordera y, ahora, el siguiente paso es investigar en cómo “inactivarlos”. Además, también se conocen zonas génicas cuya estimulación podría servir para prevenir la aparición de la sordera o para regenerar una pérdida de audición ya existente.

También se están intentando obtener cultivos de células madre en el laboratorio. De conseguirlo finalmente, estas células madre podrían ser aplicadas dentro del oído interno con los mismos objetivos que la terapia génica: regenerar o prevenir la sordera.

PET

La introducción de la tomografía por emisión de positrones (PET) consigue no solo comprobar si el paciente oye o no oye, tal y como ocurre con las pruebas convencionales, sino que también “permite saber si el cerebro está respondiendo a un estímulo auditivo mediante el tratamiento que nosotros hayamos puesto, ya sea un implante coclear o una terapia farmacológica”, explica Rivero. La ventaja de esta técnica, que de momento solo está instaurada en algunas de las clínicas más punteras, es la posibilidad de investigar en el funcionamiento cerebral.