Café de Redacción

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El coste de un paciente tratado con condroitín sulfato es de 141 euros frente a los 182 con AINE

Abogan por fomentar la formación entre los médicos y darles a conocer la eficacia y seguridad de los tratamientos condroprotectores

| 2010-11-19T16:35:00+01:00 h |

El reumatólogo Jean-Pierre Pelletier ha llevado a cabo un ensayo clínico en cinco prestigiosos hospitales canadienses que se presentó en septiembre en el Congreso Anual de la Sociedad Internacional de Investigación en Artrosis (OARSI) en Bruselas y la pasada semana en el Congreso del American College of Rheumatology (ACR) en Atlanta (EE.UU). Los datos obtenidos demuestran nuevas evidencias científicas sobre condroitín sulfato al medirse su efecto modificador sobre la estructura de la articulación artrósica mediante la técnica de la Resonancia Magnética Nuclear (RMN).

La RMN permite medir el efecto de los condroprotectores en 6 meses, 1 año y 2 años. Con este estudio, Pelletier evidenció que los pacientes tratados con condroitín sulfato experimentaron una reducción en la pérdida de volumen del cartílago en el compartimento lateral de la rodilla frente a placebo. Condroitín también redujo el tamaño de las lesiones del hueso subcondral.

Esta nueva técnica de medición aventaja a las ya existentes, los rayos-x y la artroscopia, debido a que es mucho más fiable y menos nociva para el paciente, además de presentar una mayor sensibilidad frente a la radiografía, dado que el efecto de condroitín sulfato se observa ya tras los 6 primeros meses de tratamiento.

Se confirman así los efectos del condroitín sulfato que reduce el deterioro del cartílago, la inflamación de la membrana sinovial y reequilibra el metabolismo del hueso subcondral.

Almudena Fernández

Madrid

Un estudio reciente, realizado por la Confederación Española de Pacientes Reumáticos, revela que el 54 por ciento de los pacientes con artrosis no está satisfecho con el tratamiento farmacológico que recibe, ya que no alivia el dolor provocado por la enfermedad.

En muchas ocasiones, el abordaje de la artrosis en la práctica clínica es el mismo desde hace 30 años, se ha quedado estancado pese a los efectos adversos que provocan los antiinflamatorios y no ha evolucionado de forma paralela a otras patologías. A causa de esta situación, los pacientes artrósicos solicitan un tratamiento que combine un analgésico y un fármaco condroprotector.

Este fue el punto de partida del Café de Redacción Presente y futuro del abordaje terapéutico de la artrosis, organizado por Contenidos e Información de Salud, editora de GACETA MÉDICA.

Los datos que reflejan las encuestas también son percibidos por los médicos en la práctica clínica, tal y como puso de manifiesto Sergio Giménez, responsable del Grupo de Aparato Locomotor de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN). Según sus palabras, “el médico, ya sea por la presión asistencial, por la escasez de tiempo, por falta de empatía o porque la relación con los pacientes se está deteriorando, habitualmente no les informa. Les manda paracetamol y a casa”.

Por su parte, Ingrid Möller, reumatóloga del Instituto POAL, lamentó que la artrosis no haya tenido “el lugar que le corresponde” dentro de las patologías, porque padecerla se consideraba una cosa obvia y se trataba a los enfermos solamente para aliviarles el dolor, a pesar de que existen fármacos que demuestran que no sólo sirven para aliviar el malestar, sino que influyen en el proceso, como es el caso de los condroprotectores.

En este sentido, el profesor Antonio García, farmacólogo clínico de la Universidad Autónoma de Madrid, apuntó que estas terapias están abriendo puertas a la modificación del curso de la enfermedad, cuyo objetivo, como en todo proceso degenerativo, es proteger los tejidos y parar el curso de la patología o, por lo menos, ralentizarla. “Con la artrosis en mayores ocurre mucho que se diga: ‘Es que el paciente tiene 70 años, lo menos que puede tener es artrosis, diabetes o hipertensión’. Antes no se trataba la hipertensión de los mayores, y ahora se ha descubierto que es fundamental su tratamiento para prevenir el ictus y los accidentes cardiovasculares. Entonces, ¿por qué no vamos a tratar la artrosis y dejar que la gente sufra con esta patología? Tengan 70 u 80 años”, reprobó García.

Las dificultades para la prescripción de condroprotectores en atención primaria son un hecho, aunque, más que de dificultades, el responsable de SEMERGEN habla de una amplia variabilidad clínica tanto en el abordaje de la artrosis como en la prescripción de los tratamientos. Esa variabilidad, según Giménez, puede estar motivada por el desconocimiento de estos fármacos, la inercia terapéutica mediante la cual el médico se conforma con prescribir paracetamol y no intenta cambiar de tratamiento – “la tendencia es clara a prescribir paracetamol e ibuprofeno”, insiste-, y también trabas de tipo administrativo como la desactualización de la guía terapéutica de atención primaria con datos de 2003 a pesar de haberse elaborado otras posteriores.

En esta línea, Giménez recalcó que las guías terapéuticas dan un grado de evidencia científica ‘1A” y un grado de recomendación ‘A’ a los fármacos condroprotectores, que están recogidos en multitud de ensayos clínicos, por lo que recomendó a los médicos la búsqueda de la excelencia. Asimismo, solicitó que se dé formación en el ámbito de la atención primaria para que se eliminen las dudas y también que se actúe sobre las propias administraciones. Sobre este tema, el profesor García hizo hincapié en que la formación continuada para los médicos sigue siendo una asignatura pendiente en España.

En este punto, el responsable de SEMERGEN relató su experiencia en la práctica clínica con los fármacos condroprotectores y señaló que prácticamente a todos los pacientes a los que les ha prescrito un tratamiento anual con este tipo de medicación han experimentado “un alivio claro de los síntomas” y han vuelto al año “para reanudar el tratamiento” y solicitar una receta para otro año.

Terapia segura

Tanto Giménez como García y Möller han enfatizado que no se deben confundir estos fármacos con productos nutracéuticos, pues no lo son. En este sentido, la doctora Möller ha destacado que los condroprotectores son medicamentos seguros y que “a veces no se sabe si es un problema o una ventaja porque, quizá esta gran seguridad hace que los acaben poniendo en la línea de la medicina nutracéutica, porque se piensa que un fármaco no puede ser tan seguro, sino que tiene que dar problemas”.

En cuanto a la garantía de su seguridad, el profesor Antonio García aclara que son fármacos que están formados por componentes naturales del cartílago, que es precisamente lo que se deteriora progresivamente en la artrosis. “Creo que se pretende lanzar la idea de que estos compuestos son nutracéuticos con la base de que en algunos países, por ejemplo Estados Unidos, se venden como nutracéuticos sin ningún control”, denunció. Asimismo, replicó que los condroprotectores son productos farmacéuticos validados, es decir, son fármacos aprobados por el Sistema Nacional de Salud y, por tanto, están sometidos a rigurosos controles que no tienen los nutracéuticos, que se regulan por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria.

Diagnóstico precoz

Durante el encuentro, los expertos también quisieron poner el acento en la prevención y el diagnóstico precoz. Ingrid Möller considera “básico” prevenir la artrosis y conseguir que se desarrolle lo menos posible. A su juicio, hay que trabajar sobre la obesidad, los deportes de impacto, y la ergonomía de las personas en su trabajo pues todo esto es una parte muy importante en la prevención del desarrollo de la artrosis, aunque seguramente no en su aparición, que viene más condicionada por factores genéticos.

Al respecto, Sergio Giménez quiso ir un poco más allá y habló de llegar a desarrollar el diagnóstico precoz a través de los nuevos métodos de imagen, para así afrontar el tratamiento lo antes posible y evitar que esa articulación empeore. Asimismo, recordó la importancia de este diagnóstico precoz ya que, a partir de los 55 años, el segundo origen de visitas a las consultas de atención primaria es una enfermedad de tipo artrósico, y antes de los 55, el tercer motivo, por lo que se debe considerar la artrosis como una enfermedad en sí, además, grave, degenerativa y discapacitante. También trasmitió la inquietud de los médicos de atención primaria de que, a la hora de llevar el caso de un paciente con artrosis, en determinadas circunstancias no saben a quien derivarlo, si a Traumatología o a Reumatología, porque es un paciente al que no quieren mucho en ningún estamento.

En este punto, los expertos también recordaron un estudio del profesor Jean-Pierre Pelletier, de Canadá, que, según explicó Ingrid Möller, ha demostrado que los pacientes tratados con condroitín sulfato y midiéndolos con una técnica objetiva como la Resonancia Magnética Nuclear, experimentaron una reducción de la pérdida del volumen del cartílago frente a placebo, de lo que se deduce que con este tratamiento puede frenarse la pérdida de cartílago.

Por otra parte, en pacientes tratados con condroitín sulfato también se reduce la inflamación y la sinovitis, un factor de mal pronóstico en un paciente con artrosis. Y es que está demostrado que la persona con artrosis y sinovitis va a evolucionar peor y llegar antes al uso de prótesis.

En cuanto al futuro del abordaje terapéutico de la enfermedad, el farmacólogo de la UAM lamentó que no existan marcadores para detectar la evolución, aunque confía en que haya alguno próximamente, porque se está intentando encontrar un perfil de componentes del cartílago, de la inflamación precoz en sangre, que pueda servir primero para hacer un diagnóstico precoz, y luego para establecer un pronóstico y seguir la evolución del paciente.

Así, citó un estudio del New England Journal of Medicine que ha demostrado que en pacientes que sufren artrosis con dolor moderado a severo la asociación de dos condroprotectores ( condroitín sulfato y glucosamina ) tiene un efecto sinérgico y superior a la administración de un solo condroprotector. En este mismo estudio se demuestra que en aquellos pacientes con sinovitis, el tratamiento con condroitín sulfato es inequívocamente el más eficaz. “En la artrosis, aunque aún no tengamos un perfil genético de los pacientes, sí tenemos ensayos clínicos que nos dicen que esa subpoblación de pacientes responden mejor a los tratamiento condroprotectores”, matizó el profesor García.

Möller, en este sentido, añadió que el obstáculo que hay en las investigaciones sobre la artrosis es la dificultad para encontrar un biomarcador, por lo complicado que es lograr algo que sea suficientemente sensible y científico para que, aisladamente, dé un índice de cómo evoluciona esa enfermedad, y ése es uno de los grandes obstáculos para elaborar ensayos clínicos. Además, auguró que este biomarcador podría ser una técnica de imagen, que no es exactamente lo mismo pero podría actuar como biomarcador y realmente definiría perfectamente la enfermedad, el momento evolutivo y el desarrollo de la misma.

En relación con las imágenes en el control de la artrosis, ha recordado que antes sólo estaba la radiología, que no detectaba partes blandas, por lo que el cartílago, que es el lugar primitivo de lesión en la artrosis, no aparecía, y, especialmente en las fases tempranas de evolución, no podía detectarse la enfermedad. También suponían un problema las etapas más avanzadas, pues no se podía saber si un paciente pasaba de la fase 3 a la fase 4, por ejemplo, porque era muy difícil calcular el grado de incremento de la lesión. En la actualidad, se han desarrollado dos áreas: la resonancia y la ecografía músculo esquelética. Ninguna de las dos está todavía validada, pero están ofreciendo una alta rentabilidad tanto en el diagnóstico como a la hora de hacer el seguimiento de los pacientes.

“En la resonancia se han desarrollado unos softwares que pueden medir el cartílago, e incluso los cambios de composición del mismo, pueden ver perfectamente los primeros cambios del hueso subcondral, que es lo que va a determinar el grado de agresividad de la artrosis, el grado de edema subcondral, y ha aportado mucho al conocimiento de la artrosis y, posiblemente, a la monitorización del paciente dentro del esquema del ensayo clínico”, recalcó Möller, para matizar que es una técnica cara.

“De la misma forma, la ecografía ha validado su potencial para medir el grosor del cartílago y mediante la ecografía cuantitativa, detectar cambios estructurales del mismo con la ventaja adicional de visualizar también la actividad inflamatoria y poder realizarse en la consulta”, añadió Möller.

Un coste elevado

En cuanto al consumo de recursos, el responsable del grupo de Aparato Locomotor de SEMERGEN aportó algunos datos. Según dijo, en el año 2005, durante seis meses, las personas con artrosis de cadera ocasionaron un gasto de 2.252.000.000 de euros y cada paciente con artrosis de rodilla o de cadera generó en esos mismos seis meses un gasto de 2.554 euros. Por otra parte, el pasado año el gasto superó los 511 millones de euros.

En lo que al tratamiento se refiere, el gasto medio semestral con condroitín sulfato es de 141 euros, mientras que el de un antiinflamatorio es de 182 según el estudio VECTRA, recientemente publicado, lo que podría suponer un ahorro de 38 millones de euros en 3 años, evitándose una cifra nada despreciable de 2.000 efectos adversos gastrointestinales. Además, señaló que, tomando condroprotectores, cada tres meses de tratamiento, por ejemplo, se puede descansar dos. A esto se añaden los pacientes con riesgos digestivos, que suponen el 70 por ciento de los que padecen artrosis, y que, por ello, no se les debe prescribir antiinflamatorios, ya que tienen riesgo tanto a nivel cardiovascular como a nivel digestivo, por lo que los condroprotectores serían el único tratamiento aconsejado. En cuanto al paracetamol, “que además no es el tratamiento más adecuado para esta dolencia porque sólo tiene efecto analgésico y no antiinflamatorio”, también han podido demostrarse cambios en la tensión arterial y problemas renales y hepáticos por tomar alrededor de tres gramos al día. “Tenemos que usar fármacos que sean seguros y, en ese sentido, quizá no nos queda otra opción que tratar con condroprotectores”, subrayó. Respecto a la toxicidad de este tipo de terapia, Giménez aseguró que es 6 de 100, es decir, de las más bajas. Considerando igualmente que no interfiere con el citocromo P450 lo que confiere una imposibilidad de interaccionar con otros fármacos que pudieran tomar estos pacientes polimedicados. CS ha podido demostrar en diferentes estudios una clara disminución del consumo de analgésicos, AINE o gastroprotectores como ventaja añadida en los pacientes con artrosis, lo que confiere menor riesgo y más ahorro.

Como conclusión, García recordó que estos fármacos no actúan inmediatamente y recomendó a las personas que lo tomen ser pacientes durante tres o seis meses, que es el plazo razonable para observar sus efectos beneficiosos.