| lunes, 15 de noviembre de 2010 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

A Fernando Puig de la Bellacasa, a la sazón subsecretario y hombre fuerte de Sanidad en la época de Elena Salgado, le enervó enormemente. Rojo de ira y no sin antes pegar un fuerte puñetazo en su mesa, llegó incluso a escribir una carta de réplica, ensalzando las virtudes del Foro para el Diálogo Social como vehículo de interlocución entre la Administración estatal y los principales sindicatos del sector. Aquello, venía a decir en su respuesta, no era un corro de la patata ni una pantomima inútil, como aseguraba irónicamente el artículo que desató su enfado, sino una herramienta seria de diálogo sobre los problemas laborales de la sanidad. Sin embargo, el tiempo le dio la razón a GACETA MÉDICA, a El Global y a los pocos medios que denunciaron la opereta, desmontando los loables argumentos del entonces alto cargo del ministerio.

El órgano creado en la etapa del PP para dar rienda suelta a los deseos de presencia institucional y de protagonismo de una organización de clase apenas se reunió desde entonces. Al final de la era Salgado quedó casi atomizado, descafeinado y sin sustancia alguna. Ignoro si sus integrantes tuvieron más fortuna con Bernat Soria, aunque poca mejora profesional, por no decir ninguna, se fraguó entonces, pues es harto sabido que el ministerio no se caracterizó precisamente en aquella época por sus grandes gestas. Trinidad Jiménez, por su parte, ni lo convocó durante su corto mandato. Ahora, ya bajo la égida de Leire Pajín, el Foro ha vuelto a congregarse.

Puestos a ser optimistas, uno desea siempre que órganos como el que nos ocupa contribuyan a canalizar hacia la Administración las inquietudes, los retos y, sobre todo, las necesidades de los profesionales. Nadie mejor que la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CEMS), el Satse, el SAE, CC.OO. o UGT, entre otros, para procurar a los altos cargos ministeriales la información laboral que se cuece en los hospitales y centros de salud de toda España. Y nada mejor que el ministerio como foro y receptáculo de tales peticiones. Sin embargo, la experiencia invita a no llamarse a más engaños y a huir de cualquier cortina de humo. El balance de la política profesional del PSOE en estos seis años es cero. El presupuesto del que dispone Sanidad para cohesionar laboralmente un sistema disgregado en 17 islas autónomas es cero. Su liderazgo ante las autonomías, salvo en el caso de la gripe A, ha sido también cero. Y el mal ya está hecho: los profesionales han sufrido una rebaja salarial histórica —del 7,5 por ciento los médicos, y del 5 por ciento los demás— que ha rebajado su moral hasta niveles mínimos nunca vistos hasta ahora. ¿Qué margen de maniobra existe para apaciguar los ánimos de las centrales sindicales y mejorar las condiciones laborales de médicos, enfermeras y auxiliares?

Al ministerio no le queda otra que mover ficha en materia de personal. El tiempo para las elecciones se le echa encima y el enfado es mayúsculo, incluso entre los dirigentes de varias organizaciones afines. Ha hecho bien Pajín en coger pues el toro por los cuernos y congregar a los sindicatos, en parte obligada por la sentencia que avalaba las quejas del Satse. Pero lo que hace falta ahora es que además de reunirse, la ministra y sus lugartenientes desplieguen iniciativas, pongan en marcha decretos de desarrollo de la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, aporten el registro que nunca hizo la Organización Médica Colegial, y materialicen con medidas tangibles sus buenas intenciones iniciales. De lo contrario, el Foro volverá a ser el corro de la patata que siempre negó, equivocadamente como se ve, el bueno de Puig de la Bellacasa.