ASCO 2010

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Tres estudios comparativos con ácido zoledrónico (AZ) demuestran el potencial del anticuerpo monoclonal en metástasis de huesos por diferentes tumores
| 2010-06-11T16:54:00+02:00 h |

E. sainz Corada

Env. especial Chicago (EEUU)

La incidencia de metástasis óseas afecta a alrededor del 75 por ciento de pacientes con cáncer de próstata, igual porcentaje en cáncer de mama, y a casi el total de los afectados por mieloma múltiple. Pues bien, un total de tres estudios con cerca de 6.000 pacientes, y cuyos resultados fueron hechos públicos en ASCO, demuestran los beneficios de aplicar denosumab frente a la aparición fracturas óseas en pacientes con metástasis de huesos en estos tumores.

El más importante, presentado en la sesión plenaria del congreso por Karim Fizazi, jefe del Departamento de Oncología Médica del Instituto Gustave-Roussy de Villejuif (Francia), compara este anticuerpo monoclonal desarrollado por Amgen con el bisfosfonato ácido zoledrónico (AZ) —el gold standard en estos casos— en cáncer de próstata hormono-refractario.

En el trabajo, fase III, en el que participaron 1.901 pacientes, pone de manifiesto la superioridad de denosumab al logra retrasar la aparición de las fracturas 3,6 meses más que el AZ. En concreto la media de tiempo en que se ocurre el primer evento óseo es de 20,7 meses frente a 17,1.

En cuanto al diseño del mismo, como explicó el especialista, se dividió a los pacientes en dos grupos: a uno se le administró 120 mg de denosumab y un placebo intravenoso y al otro 4 mg de AZ y un placebo subcutáneo cada cuatro semanas, apuntó Fizazi.

Este anticuerpo monoclonal actúa bloqueando el RANK ligando (Rank-L), un factor que, por un lado produce osteoblastos, y por otro bloquea las células que desmineralizan al hueso (osteoclastos) con lo que consigue menos destrucción ósea y como consecuencia, menos fracturas (ver gráfico). Y, como asegura Pedro Gascón, jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínic de Barcelona, a la luz de los resultados de este estudio “como diana terapéutica mejora el gold standard que tenemos hasta ahora”.

Sobre los efectos secundarios destaca la incidencia de la osteonecrosis de mandíbula, “por eso se debe excluir de su tratamiento a personas muy bien identificadas que han tenido intervenciones dentales, alguna caries, algún problema de ese tipo”, dice Gascón. Sin embargo, la recuperación de este problema es más rápida con denosumab que con AZ “probablemente porque el AZ se une al hueso de forma casi irreversible y el anticuerpo monoclonal solo durante tres semanas”. Por contra, advierte, causa más hipocalcemia, aunque ambos efectos son comunes en los inhibidores de los osteoclastos.

Por todo ello, y como conclusión, Fizazi afirma que “muestra una eficacia superior en la prevención de complicaciones óseas y fue generalmente bien tolerado. Estos resultados, junto con su aplicación subcutánea y el hecho de no requerir la monitorización renal del paciente muestran que denosumab tiene el potencial para ser un significativo avance sobre el resto de tratamientos”.

También en mieloma y mama

Además de en la próstata, mama y mieloma hacen metástasis en el hueso con mucha frecuencia. De ahí que los otros trabajos se centren en este tipo de tumores. Así, un metaanálisis con resultados de dos estudios en fase III en estos dos cánceres concluye que denosumab es superior a AZ al retrasar el tiempo de aparición del primer evento.

En opinión de Gascón estos datos son “especialmente interesantes” en mieloma ya que, por su propia naturaleza, puede provocar insuficiencia renal: “En estos casos con AZ hay que ir con mucho cuidado o dar menos dosis porque puede causar insuficiencia renal. Con denosumab no hay problema porque no afecta al riñón, por tanto si en algo tendría más ventajas este fármaco sería en mieloma”, asegura.