dermatología

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| viernes, 12 de febrero de 2010 h |

irene fernández

Madrid

El grupo del profesor Jean Krutmann, director del Environmental Health Research Institute de Dusseldorf (Alemania), fue pionero, en 2008, en demostrar en piel humana que los rayos infrarrojos A (IRA) provocan envejecimiento prematuro de la piel —de los tres tipos de infrarrojos (A, B y C), que suponen el 55 por ciento de la energía total del sol que penetra en la atmósfera, éstos son los únicos que provocan un efecto biológico importante—. Pero en los estudios que llevaron a cabo con 35 estudiantes de Medicina de Dusseldorf existían indicios de que, a largo plazo, también podrían causar cáncer de piel —hasta el momento, sólo está demostrado que los rayos UVA y UVB lo provocan—. “Hemos visto que otro efecto biológico de los IRA podría ser el cáncer, pero son sólo datos muy preliminares. Estamos ahora estudiando en modelo animal si existe esta relación”, dijo la semana pasada en Madrid.

Utilizando una tecnología que les permitió observar más de 25.000 genes, vieron que había 39 genes en la matriz extracelular y relacionados con el calcio que se asociaban con el fotoenvejecimiento. Pero otro grupo de 32 se relacionaba con las respuestas de estrés y con la apoptosis, que podría asociarse al cáncer de piel.

Desde 2003, varios estudios han demostrado que la radiación de los rayos IRA, esa “gran desconocida”, según Krutmann, causaba daños severos en la piel, pero sólo in vitro e in vivo en ratones. El equipo de Krutmann demostró que los IRA, que penetran hasta la mitocondria, producen un estrés oxidativo en la célula que provoca un aumento de los radicales libres y, en consecuencia, una degradación de las fibras de colágeno. Es decir, un fotoenvejecimiento prematuro. Esto produce una concentración de la enzima MMP-1 en los fibroblastos. “Los pacientes que se expusieron a los IRA mostraban una sobrerregulación de MPP-1, cuando suele haber equilibrio entre esta enzima y el inhibidor TIMP-1”, aseguró. “Pero —continuó— vimos que el factor de sobrerregulación variaba de 2 a 3 en unas personas y hasta de 15 en otras”.

Por eso, están investigando, también, por qué existe más sensibilidad a esta radiación en algunos sujetos. “No nos sorprendió porque con los rayos UVA y UVB pasa igual, pero sí sabemos que no está relacionado ni con el sexo, ni con el color de piel”, dijo.

Como resultado de sus investigaciones, crearon, junto a la empresa Stada Consumer Health, un fotoprotector que es el único, actualmente, que protege contra los IRA, además de contra los UVA y UVB. Desde mediados del pasado año se comercializa en España bajo el nombre de Ladival. “Combinamos varios antioxidantes (vitaminas, extractos de plantas…) que funcionaban igual que MitoQ, protegiendo contra los IRA”, argumentó. Lo que marca una “nueva era en fotoprotectores”, según Krutmann. Ahora, su equipo trabaja en la posible administración de esta protección por vía oral.

Vitamina D

En relación a la controversia por la recomendación de algunos traumatólogos de tomar el sol de forma moderada para adquirir vitamina D, Krutmann desaconsejó estos “baños” de sol por el riesgo de fotoenvejecimiento y cáncer. “Los médicos no deberían animar a tomar el sol para obtener más vitamina D”, dijo. Por lo que recomendó incluir en la dieta suplementos de esta vitamina junto a verduras, hortalizas y frutas para mantener unos niveles óptimos de este compuesto y de otros antioxidantes en el organismo.