María del Mar Malagón (SEEDO).

María del Mar Malagón es la nueva presidenta de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) tras suceder en el cargo a Francisco Tinahones. La redacción de Gaceta Médica ha podido entrevista a la responsable de la entidad, quien ha resaltado la importancia de trasladar a las distintas esferas de la sociedad, entre ellas la política, del reconocimiento de la obesidad como enfermedad.

Pregunta. En una reciente encuesta habéis puesto de relieve la situación de la obesidad en España, ¿Cuál es el perfil del paciente?

Respuesta. Según los resultados, un 53,6 por ciento de la población española tiene un exceso de peso, y de ese porcentaje, un 30 por ciento padece sobrepeso y el resto obesidad. Es decir, tenemos unas cifras realmente alarmantes. Desde la SEEDO creemos que debe haber una visión multidisciplinar para el tratamiento de la obesidad, donde se debe incluir el ejercicio, dieta, etc. Otra de las curiosidades es que en las personas con sobrepeso-obesidad, a parte de verse rechazados, acuden menos a los gimnasios.

Sin embargo, es a partir de los 35 años donde estas cifras suben muchísimo y en mayores de 65 es muy elevado. Por tanto, planteando que hay una población envejecida, que además tiene un problema de obesidad. Hay que resaltar el concepto lateral de que no solo hay un tipo de obesidad, hay obesidades. Se tienen que actualizar los parámetros y encontrar biomarcadores de factores de riesgo, así como las comorbilidades asociadas al exceso de peso o que sirvan para prescribir un tratamiento personalizado. La medicina de precisión aplica a la obesidad.

“Se tienen que actualizar los parámetros y encontrar biomarcadores de factores de riesgo”

P. ¿Qué soluciones se plantean?

R. Desde luego prevención, educación, dieta… No solo imponer dietas, sino un tratamiento personalizado desde atención primaria. Se debe hacer una intervención integral con nutricionistas (que no se integran en el SNS), especialistas en ejercicio, psicólogo y psiquiatras para llevar a cabo estrategias motivacionales para una enfermedad que es crónica. Se necesita abordar de una manera distinta y considerar que es una enfermedad porque las personas con obesidad no acuden al médico porque tengan este problema, van porque tienen hipertensión o tienen problemas cardiovasculares o diabetes. Al tratarse de las comorbilidades que se desarrollan como consecuencia de la enfermedad y no se considera una enfermedad.

P. ¿Qué comorbilidades vienen asociadas a la obesidad? ¿Cuál es su relación con la salud mental?

R. Hay bastantes estudios epidemiológicos con series de pacientes gigantescas que muestran una incidencia clara en hipertensión, por ejemplo. Todas las comorbilidades son graves. En enfermedad cardiovascular, por ejemplo, la relación es muy clara. Lo primero que se establece es una resistencia a insulina. Además, ahora mismo se habla mucho de cáncer. Hay algunos tipos en los que hay evidencia suficiente como en colon o páncreas, esófago y mama

Con respecto a la salud mental, hay mucha investigación a nivel cerebral, pero que se limita a modelos animales. Sin embargo, se están empezando a realizar resonancias y estamos obteniendo más información sobre los mecanismos que controlan la ingesta. Una vez que comienza el aumento de peso hay un problema propio, una especie de pescadilla que se muerde la cola. A su vez, en obesidad se habla de estigmatización y hay que emplear un lenguaje respetuoso. Hay que hablar de personas que viven con obesidad, o de personas con obesidad, frente a obesos, y poner el foco en las personas, no en la enfermedad. Es importantísimo también que se incorporen psicólogos y psiquiatras en los equipos multidisciplinares.

“Hay que hablar de personas que viven con obesidad y poner el foco en las personas, no en la enfermedad”

P. ¿Cuál es el arsenal terapéutico con el que cuentan los especialistas para el tratamiento de la obesidad?

R. Ahora mismo, la Agencia Española del Medicamento (Aemps) reconoce algunos productos para la obesidad. Uno de ellos se basa en un inhibidor de una lipasa para inhibir la absorción de grasa, pero tiene una serie de efectos secundarios y la pérdida de peso es baja. También existen otros medicamentos basados en té y otros productos naturales. Además, la agencia reconoce liraglutide, un agonista receptor de GLP-1, que es un péptido que nosotros producimos en nuestro sistema digestivo que es más eficaz.

No obstante, el SNS no incluye la prescripción de fármacos en el tratamiento de la obesidad, lo cual desprovee de tratamiento farmacológico, que no debe ser único, pero que supone un ‘gap’, ya que en muchas enfermedades se está prescribiendo. En diabetes, por ejemplo, se prescribe un tratamiento muy parecido a este.

P. ¿Qué lugar ocupan aquí las intervenciones quirúrgicas? ¿Son accesibles para todos los pacientes en un contexto como el actual? ¿Hay nuevas técnicas que ofrezcan resultados prometedores?

R. El SNS incluye la cirugía bariátrica en obesidad mórbida con comorbilidades. Eso sí, no está priorizado en las listas de cirugía general y las listas de espera son muy elevadas. En general hay centros privados que la realizan. A nivel público, está muy bien controlado y es tremendamente eficaz, pero conlleva cambios en el sistema digestivo que hace que tengan que seguir con otros tratamientos. Hasta un cierto porcentaje de población recupera peso al cabo del tiempo. Es una solución, pero es una solución quirúrgica que, sin quitarle importancia, y teniendo en cuenta que en algunos casos es la mejor opción, la idea sería buscar alternativas que no lleven a intervención, si no resuelve de forma definitiva los problemas de salud de estas personas.

P. En este sentido, ¿cuáles son las prioridades de la SEEDO para este año 2022?

R. Tenemos un compromiso con la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO) y estamos centrados en el desarrollo de planes nacionales para combatir la obesidad. Estamos alineados con ellos para intentar difundir la idea de que es una enfermedad crónica, recidivante y conseguir que el ámbito político sea consciente. Asimismo, estamos en constante comunicación con las asociaciones de pacientes con obesidad porque es muy importante introducir su punto de vista ,es fundamental la toma compartida de decisiones.

“Estamos centrados en el desarrollo de planes nacionales para combatir la obesidad”

P. ¿En qué situación se encuentra España en comparación con otros países europeos?

R. Hay países como Dinamarca o Portugal donde se considera como una enfermedad y las políticas ya han cambiado. El resto de los países vamos un poco ‘al tran-tran’ y estamos en la media europea de incidencia obesidad y sobrepeso. Resalta mucho en todos los países que atención primaria no tiene una formación especializada en obesidad, a pesar de que es el frente de trabajo fundamental para las personas con este problema. Tampoco hay una especialidad de obesidad en la carrera ni en el MIR. Evidentemente, Endocrinología lo trata, pero no hay una formación específica. Es una de las cuestiones que más se trata en Europa.

“No hay un formación específica, es una de las cuestionadas más tratadas en Europa”

P. ¿Qué persigue la puesta en marcha de un plan europeo? ¿Por qué es necesario que se identifique como una enfermedad en este ámbito?

R. Si miramos la otra cara, que es el coste de la obesidad, el gasto de renta per cápita al SNS es enorme. Es importante hacer un registro unificado europeo de datos. La resiliencia también se refiere a sostenibilidad económica de los sistemas de salud porque el coste es muy elevado. A nivel europeo, se aspira a historia clínica estandarizada que incluya todo. ¿Qué es lo que los planes nacionales puedes hacer? Como he mencionado, desde la formación, hasta la inclusión de tratamientos farmacológicos en el SNS. Por último, cambiar la política de tratamiento global.

P. Durante 2021 el abordaje de la obesidad ha centrado la atención de la Comisión de Sanidad hasta en tres ocasiones vía PNL. ¿Qué avances espera para 2022 en este sentido?

R. Conseguir que se hable de obesidad en el Congreso es esencial. Uno de los objetivos es elevar a la agenda política la importancia de la obesidad. Como ciudadanos de a pie, habrá muchos políticos que tengan un concepto reducido de la enfermedad. Hay que hacerles ver lo que cuesta la obesidad a nivel de gasto público y cuáles serían las estrategias a seguir. Si no tienen esa información es muy difícil que puedan implementar medidas legislativas. Es algo en lo que hay que trabajar.

“Hay que hacer ver a los políticos el coste de la obesidad a nivel de gasto público y cuáles son las estrategias a seguir”

P. ¿Cuáles son los retos de futuro y cómo se ve la SEEDO en unos años?

R. Como reto inmediato nos planteamos mantener nuestro espíritu de sociedad científica con la seriedad que se exige. Hay que conseguir que aumente la consideración de las personas que viven con obesidad y ayudar a establecer estrategias que permitan facilitar esto, incluida la investigación. En este campo, en España, hay investigadores excelentes en el campo de la obesidad.


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