El deterioro cognitivo en la esclerosis múltiple (EM) es una realidad que afecta significativamente la calidad de vida de los pacientes. Es crucial visibilizar este impacto y fomentar un abordaje multidisciplinar que incluya la intervención temprana, la promoción de la salud cerebral y la rehabilitación cognitiva. La investigación continua y la innovación terapéutica son esenciales para mejorar el manejo de esta compleja enfermedad y ofrecer esperanza a quienes la padecen.

El Día Mundial del Cerebro, que se celebra cada 22 de julio, recuerda la importancia de seguir investigando y educando sobre enfermedades como la esclerosis múltiple. A través de un enfoque integral y colaborativo, se puede mejorar la detección, el tratamiento y la calidad de vida de los pacientes que enfrentan esta enfermedad.

Impacto de la EM en el cerebro

María del Carmen Calles Hernández, coordinadora de la Unidad de Esclerosis Múltiple del Hospital Universitari Son Espases, explica que la esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune inflamatoria y neurodegenerativa que afecta al sistema nervioso central (SNC). En esta enfermedad, el sistema inmunológico ataca por error a la mielina, la capa protectora que recubre las fibras nerviosas, causando desmielinización y, eventualmente, daño en los axones. Esto puede reducir el tamaño del cerebro debido a la destrucción de axones a lo largo de la evolución de la enfermedad.

María del Carmen Calles Hernández, coordinadora de la Unidad de Esclerosis Múltiple del Hospital Universitari Son Espases.

La EM, conocida como “la enfermedad de las mil caras”, presenta una variedad de síntomas que dependen de las zonas donde se produce la desmielinización. Estos síntomas van desde problemas de movilidad y pérdida de visión hasta síntomas “invisibles” como la fatiga, trastornos del estado de ánimo y deterioro cognitivo. De hecho, este último afecta entre un 40 y un 70 por ciento de los pacientes y puede aparecer desde las fases iniciales de la enfermedad, impactando negativamente en su calidad de vida.

El término “esclerosis múltiple” se refiere a las numerosas áreas de cicatrización (esclerosis) resultantes de la destrucción de los tejidos que envuelven los nervios (vaina de mielina) en el cerebro y la médula espinal. Esta destrucción no solo afecta la mielina, sino también las fibras nerviosas (axones). De hecho, con el tiempo, el daño acumulado puede llevar a una reducción del tamaño del cerebro debido a la pérdida de axones, lo que se traduce en deterioro cognitivo y otras discapacidades neurológicas.

Deterioro cognitivo

Miguel Llaneza González, neurólogo y miembro de los representantes del grupo de Desmielinizante.

Por su parte, Miguel Llaneza González, neurólogo y miembro de los representantes del grupo de Desmielinizante, enfatiza en la necesidad de visibilizar la labor del neurólogo y el impacto de la EM en el cerebro. Además, reivindica la importancia de la resonancia magnética, “la cual no puede subestimarse”. Este procedimiento no solo permite visualizar las lesiones características en el cerebro y la médula espinal, sino que también ayuda a detectar la pérdida de volumen cerebral o atrofia, que puede aparecer a lo largo de la evolución de la enfermedad. Asimismo, señala que la evaluación de la función cognitiva mediante una historia clínica adecuada y pruebas de cribado cognitivo es esencial. “Cuando se detecta una afectación cognitiva, el paciente debe ser derivado al neuropsicólogo para una exploración neuropsicológica completa, permitiendo así la identificación precisa del tipo y grado de deterioro cognitivo”, asevera Llaneza.

También subraya la importancia de la innovación terapéutica en el manejo de la EM. La variedad de tratamientos actuales permite cambiar la evolución natural de la enfermedad, mejorando significativamente el pronóstico y la calidad de vida de los pacientes. Además, destaca las oportunidades de investigación en el estudio de las causas de la EM y los mecanismos que provocan la neurodegeneración.

Estrategias para preservar la función cognitiva

Por otro lado, José Manuel García Domínguez, neurólogo en Hospital General Universitario Gregorio Marañón y en la Unidad de Enfermedades Desmielinizantes, aborda los tratamientos disponibles para el deterioro cognitivo en EM y asegura que la mejor estrategia es un tratamiento eficaz desde el inicio de la enfermedad para prevenir el daño neurológico. Por ello, apuesta por la promoción de la “salud cerebral.”

José Manuel García Domínguez, neurólogo en Hospital General Universitario Gregorio Marañón y en la Unidad de Enfermedades Desmielinizantes.

En este sentido, señala que el concepto de “salud cerebral” es fundamental en el manejo de la EM. “Evitar tóxicos, seguir una dieta sana y equilibrada, realizar ejercicio regularmente y fomentar la actividad cognitiva son pilares esenciales”, afirma el especialista. Al igual que con la rehabilitación física, tener un “músculo” cognitivo más fuerte puede prevenir y compensar déficits en otros niveles. El cerebro funciona como una red interconectada, lo que significa que problemas en unas áreas pueden ser parcialmente compensados por la actividad de otras, aunque no estén directamente relacionadas. Por ejemplo, un problema físico, como la torpeza de una mano, puede ser compensado en parte por neuronas de áreas del cerebro relacionadas con el lenguaje o la cognición.

García Domínguez también destaca la importancia del abordaje multidisciplinar. El neurólogo, junto con la enfermera especializada, juega un papel central en el acompañamiento del paciente, la toma de decisiones terapéuticas y la coordinación con otros profesionales como fisioterapeutas y neuropsicólogos. “Este enfoque holístico es crucial para ofrecer una atención integral y mejorar la calidad de vida de los pacientes. El papel del neurólogo no es solo el de coordinador, sino también el de referente científico para el paciente, proporcionando información veraz y desmitificando conceptos erróneos que puedan llegar a los pacientes a través de diferentes canales”, recalca el neurólogo.

Síntomas de deterioro cognitivo

En otro aspecto, Calles Hernández identifica las funciones cognitivas más afectadas por la EM: la atención compleja, la velocidad de procesamiento de información, la memoria y las funciones ejecutivas. En este sentido, la especialista explica que los pacientes pueden experimentar dificultades para mantener y manejar información, seguir una conversación o una lectura, y procesar información rápidamente o la memoria puede verse afectada, especialmente en la adquisición y codificación de nueva información.

Por ello, detalla que las funciones ejecutivas se ven comprometidas, afectando la capacidad de planificación, solución de problemas y razonamiento abstracto. Además, el lenguaje y las funciones viso-espaciales pueden alterarse, dificultando tareas como el reconocimiento de objetos y rostros, y la percepción de distancias. Asimismo, la atención compleja y la velocidad de procesamiento de información pueden estar alteradas desde el inicio de la enfermedad. Los pacientes tienen problemas para mantener y manejar información, así como en tareas que requieren cierta velocidad de procesamiento. Presentan dificultad para seguir una conversación, una lectura o una película, y para procesar la información cuando la actividad ya ha terminado.

Perspectivas de futuro

Por su parte, Llaneza subraya que, aunque se ha avanzado mucho en el manejo de la EM, aún hay mucho por descubrir sobre sus causas y mecanismos fisiopatológicos. La inteligencia artificial está comenzando a jugar un papel importante en mejorar el diagnóstico y pronóstico de la enfermedad. Además, indica que los retos a corto y medio plazo incluyen frenar la neurodegeneración, optimizar tratamientos sintomáticos y, en el futuro, aspirar a curar la enfermedad identificando sus causas subyacentes.

Los retos a corto plazo se centran en evitar que los pacientes desarrollen discapacidades físicas y cognitivas, para lo cual es necesario frenar la neurodegeneración utilizando dianas terapéuticas diferentes a las que actualmente se manejan. También incide que es importante optimizar los tratamientos sintomáticos para manejar los síntomas más frecuentes como la fatiga, las dificultades para caminar, el dolor y las alteraciones del control de esfínteres.

En cuanto a los retos a largo plazo, el especialista señala que uno de los mayores retos es descubrir las causas que desencadenan la enfermedad para poder desarrollar tratamientos curativos. Es más, la aplicación de la inteligencia artificial en el estudio de la EM está comenzando a ofrecer nuevas perspectivas en el diagnóstico y pronóstico de la enfermedad, permitiendo una personalización más precisa de los tratamientos.


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