Uno de los mayores aprendizajes que ha dejado la pandemia por COVID-19 ha sido la relevancia de la interconexión entre el medio ambiente, la salud humana y la animal. Esto puso de relieve que el concepto ‘One Health’ o ‘Una sola salud’ debe atravesar todas las políticas sanitarias, en especial, las relacionadas con la salud pública.

Bajo esta premisa, en 2023 el Consejo Europeo aceleró sus planes elaborando un documento de recomendaciones sobre la intensificación de las acciones de la Unión Europea (UE). En concreto, la preocupación se centraba en combatir la resistencia a los antimicrobianos (RAM) en el marco de la aplicación del enfoque “Una sola salud” ya que, según el texto publicado, “el impacto en la salud de la RAM es comparable al de la gripe, la tuberculosis y el VIH/sida juntos”, y en el entorno europeo, los últimos datos “muestran tendencias significativamente crecientes en el número de infecciones y muertes atribuibles a casi todas las combinaciones de resistencia a los antibióticos y las bacterias, especialmente en entornos sanitarios”.

Lo más novedoso del documento es que señalaba y profundizaba en la relevancia de la interconexión entre los tres pilares del enfoque One Health, haciendo hincapié en la necesidad del desarrollo de medidas de protección medioambiental y animal: “la RAM provoca un aumento de la morbilidad y la mortalidad de los animales, pone en peligro la salud y el bienestar de los animales y, por tanto, su productividad, lo que tiene un importante impacto socioeconómico en el sector agrícola”, por tanto, “la seguridad de la cadena alimentaria se ve afectada por la salud y el bienestar de los animales, en particular de los criados para la producción de alimentos”.

El listado de recomendaciones señalaba también la existencia de “pruebas” sobre que “el entorno natural puede ser un importante reservorio y un factor impulsor de la RAM”. En consonancia con lo publicado, las motivaciones para la observación y vigilancia radican en que “el seguimiento ambiental en las aguas subterráneas y superficiales, incluidas las aguas costeras, las aguas residuales y los suelos agrícolas, es esencial para comprender mejor el papel que desempeña la presencia en el medio ambiente de residuos de antimicrobianos en la aparición y propagación de la RAM, los niveles de contaminación ambiental y los riesgos que plantea para la salud humana”.

Estrategia One Health: el marco nacional

Aterrizando la cuestión en el ámbito nacional, y en una revisión de la aplicación institucional del enfoque, algunos de los esfuerzos más importantes se centran en el lanzamiento de dos planes concretos, El Plan Estratégico Nacional de Salud y Medio Ambiente, renovado en diciembre de 2021, y el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos, que se remonta a 2014.

En referencia al primero mencionado, el éxito del Plan Estratégico Nacional de Salud y Medio Ambiente (PENSA) radica en el reconocimiento de la interconexión entre la salud humana, animal y ambiental y la necesidad de un enfoque One Health para abordar los retos sanitarios actuales y futuros. Dicho proyecto incluye objetivos y acciones específicas para fortalecer la colaboración entre los sectores sanitario, veterinario y ambiental.

Por su parte, el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), en vigor desde 2014, ha sido un ejemplo exitoso de colaboración intersectorial en el marco One Health. Uno de sus mayores logros desde su implementación ha radicado en la reducción en un 60 por ciento del consumo de antibióticos de uso veterinario.

La aplicación autonómica

A día de hoy, todas las Comunidades Autónomas (CCAA) cuentan con planes o estrategias en desarrollo para implementar el enfoque One Health en sus territorios o, por lo menos, adoptan de manera transversal en las iniciativas políticas dicha perspectiva. Si bien es cierto que algunas autonomías se encuentran en etapas más avanzadas de desarrollo e implementación que otras, todas han reconocido la importancia de la adopción de este enfoque para abordar los retos de salud pública actuales y futuros.

En concreto, en la totalidad de autonomías, precedidas por las acciones ministeriales, se cuentan con los planes estratégicos aprobados y ya en marcha, así como sus PRAM (planes frente a la resistencia antimicrobiana) particulares adaptados a sus necesidades y realidades territoriales.

En este sentido, las CCAA más pioneras en la materia fueron las Castillas: tanto Castilla-La Mancha como Castilla y León cuentan desde 2020 con planes estratégicos de salud ‘Una Sola Salud’, vigentes ambos hasta 2025, que les sitúan a la vanguardia autonómica en el diseño y propulsión de la estrategia One Health.

Asimismo, todas ellas cuentan con cierta estructura institucional con diferente nomenclatura, pero que, sin embargo, dependen en gran medida de las instancias sanitarias competentes, como las consejerías y direcciones generales de salud pública, y no tanto de otras.

A modo de ejemplo, el pasado mes de marzo Andalucía constituyó el Comité Asesor de Vigilancia y Respuesta en Salud Pública con carácter ‘One Health’, dependiente de la Consejería de Salud y Consumo liderada por Catalina García, o las reformas emprendidas, con mayor o menor grado de avance, por Aragón, Cataluña, Extremadura, Galicia, Navarra o País Vasco en aras de la reorganización de los servicios de Salud Pública apoyada en el concepto de salud global planteado y que permitirá a las autonomías un mayor grado de preparación ante futuras pandemias.

Asimismo, regiones como Asturias o Castilla y León han impulsado campañas formativas, informativas y divulgativas sobre la aplicabilidad y bondades de dicho enfoque. O las campañas de sensibilización de Cataluña a través de la Agència Catalana de Seguretat Alimentària dan buen ejemplo de ello. A continuación se muestran las principales medidas con carácter One Health aplicadas a niveles regionales.

Próximos pasos

Para Maite Martín, presidenta de la Plataforma One Health España y miembro de la Conferencia de Decanos de Facultades de Veterinaria, es “necesario acelerar” el interés mostrado por los decisores públicos en las estrategias que abogan por las concepciones de una única salud, alentando a las instituciones a diseñar sus estrategias y mecanismos para la implantación definitiva del enfoque. Y lo hace llamando a la colaboración: “levamos una inercia determinada en tanto que estamos habituados a trabajar en compartimentos estancos, y el enfoque One Health supone de alguna forma superar eso para crear unas dinámicas nuevas”.

En ese sentido, la experta señala la necesidad de que el enfoque salga de las instancias estrictamente sanitarias para hacerlo más transversal y, por tanto, efectivo. “El enfoque One Health aún se trabaja principalmente desde el ámbito del Ministerio de Sanidad y las consejerías de salud y sanidad autonómicas, pero no llega tanto a otros departamentos”, ha asegurado, “cuando requiere la coordinación interdepartamental o interministerial. Tiene que salir de ahí para pasar a otros departamentos”.


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