Remedios Martín, Semfyc.

Si analizamos la evolución de los últimos 20 años de la historia de nuestro país y de la Sanidad, no puedo sino tratar de yuxtaponer momentos históricos que han marcado el desarrollo del modelo asistencial en nuestro país en base a la Atención Primaria.

Durante años, se ha proclamado que la Atención Primaria es la puerta de entrada del paciente al Sistema Nacional de Salud. Sin embargo la lectura de este enunciado debe ir más allá: la Atención Primaria es el CENTRO del SNS de nuestro país. Y es así, porque se basa en tres pilares fundamentales como son la longitudinalidad, la accesibilidad y la globalidad, siendo la visión holística la que enriquece la Atención Primaria, y mejora la salud de los españoles. Y con el envejecimiento paulatino de la población las necesidades se incrementan exponencialmente,  la Atención Primaria se hace más necesaria que nunca. Lo que podemos denominar la futura epidemia de enfermedades crónicas es un tema sobre el que venimos alertando desde hace tiempo.  Pero la realidad nos ha puesto de manifiesto que se vislumbran otros tantos retos de enorme complejidad, como el riesgo creciente riesgo de contagio de patologías emergentes —y ahí tenemos la COVID—; las vinculadas a la salud planetaria; o el desafío que va a suponer las resistencias antimicrobianas.

El modelo de Atención Primaria fue diseñado hace 40 años, con una visión de accesibilidad, longitudinalidad y transversalidad que hoy algunos ponen en entredicho, sin que se valore su efectividad. Es importante recordar que la situación actual de máxima tensión que vive la Atención Primaria viene condicionada por la crisis económica del 2008, con los terribles recortes sufridos en la Sanidad. Fue entonces cuando la AP padeció una dramática desinversión y precarización. Y 24 años después, la inversión en Atención Primaria, en vez de mejorar, cómo sí ha sucedido en la atención hospitalaria, ha continuado infrapresupuestandose. En 2018, esta realidad se cristalizó en una primera ola de movilizaciones y se buscaron propuestas de cambios y mejora a través del Marco Estratégico para la Atención Primaria y Comunitaria planteado por el Ministerio de Sanidad, cuya transposición a las distintas CCAA escasamente vio la luz,  y ante la llegada de la pandemia por la COVID,  todo se desmoronó.

La pandemia trajo un segundo gran envite a la AP, con sobrecarga y agotamiento en los facultativos, que se vieron desbordados al tiempo que desmoralizados. La mayoría de los profesionales que trabajan hoy en día en AP coinciden en la percepción de que han sido los grandes invisibilizados de la crisis. La explicación y la narrativa de la epidemia se centró en la visión hospitalocentrista, que dejó en entredicho la labor de los médicos y médicas de familia.

Y en este momento, la precarización de la Atencion Primaria, las sobrecargas asistencial y las pésimas condiciones laborales en muchos entornos, ha desembocado en una situación que llega a los medios en forma de convocatorias de huelgas y reclamaciones.

Desde la semFYC consideramos que la situación actual de la Atención Primaria no se resolverá exclusivamente desde la mejora de condiciones laborales que, por supuesto, es imprescindible. Creemos que es necesario evolucionar hacia un cambio de modelo organizativo, en el que primen las actividades que aporten valor clínico; en el que se reduzca la burocratización de las consultas; en el que se permita el desarrollo de estructuras avanzadas de trabajo en equipo, construyendo equipos en base al techo competencial de cada uno de los profesionales que componen la Atención Primaria.

Dejad que cierre este texto señalando que, para que tenga futuro, cualquier intervención que se realice en Atención Primaria a día de hoy se ha de hacer con los profesionales, desde la autonomía de gestión de los equipos, adaptando los cambios organizativos según las necesidades y las características de los entornos,  y empoderando a todos los profesionales que desarrollan su actividad asistencial de calidad, con prácticas de valor y con calidad.