La RAE define el autismo como un trastorno del desarrollo que afecta a la comunicación y a la interacción social, caracterizado por patrones de comportamiento restringidos, repetitivos y estereotipados.

Y es que el autismo, viene a ser una condición del neurodesarrollo que afecta a la forma en que las personas perciben el mundo que les rodea, la forma en la que interactúan y se comunican con los demás. Entre las personas que padecen autismo, existen grandes diferencias en términos de rasgos personales y manifestaciones. Por tanto, el trastorno suele describirse como un “espectro”, con numerosas variaciones sutiles.

Gracias a un nuevo modelo explicativo presentando en una tesis en la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, ahora el autismo puede volverse más fácil de entender. Y es que el modelo proporciona nuevos conocimientos sobre cómo varios factores de riesgo dan lugar a la patología y por qué existe una gran variabilidad entre los individuos.

En concreto, se trata de un modelo teórico, pero a la vez práctico en su aplicación, ya que sus diversos componentes son medibles a través, por ejemplo, de cuestionarios, mapas genéticos y pruebas psicológicas. El modelo describe varios factores contribuyentes y cómo se combinan para provocar un diagnóstico de autismo y causar otras afecciones del neurodesarrollo.

Tres factores vinculantes

El modelo vincula tres factores contribuyentes. Juntos, dan como resultado un patrón de comportamiento que cumple con los criterios para un diagnóstico de autismo:

En primer lugar, la personalidad autista: variantes genéticas comunes hereditarias que dan lugar a una personalidad autista.

En segundo lugar, la compensación cognitiva: inteligencia y funciones ejecutivas, como la capacidad de aprender, comprender a los demás y adaptarse a las interacciones sociales.

Y por último, la exposición a factores de riesgo, por ejemplo, variantes genéticas dañinas, infecciones y otros eventos aleatorios durante la gestación y la primera infancia que afectan negativamente la a capacidad cognitiva.

Según Darko Sarovic, médico e investigador postdoctoral en la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo y autor de la tesis, “la personalidad autista se asocia tanto con fortalezas como con dificultades en la cognición, pero no significa que se cumplan los criterios de diagnóstico.” Aun así, ha añadido que la exposición a factores de riesgo que inhiben la capacidad cognitiva de las personas puede afectar su capacidad para enfrentar las dificultades, lo que contribuye a que a las personas se les diagnostique autismo.

El modelo deja en claro que son los muchos factores de riesgo combinados los que provocan las principales diferencias entre los individuos en el espectro. Los diversos componentes del modelo están respaldados por resultados de investigaciones anteriores.

Capacidad adaptativa

Las habilidades de alto funcionamiento ejecutivo pueden permitir que las personas compensen su deterioro de tal manera que mitiguen los síntomas, lo que reduce el riesgo de cumplir con los criterios de diagnóstico para el autismo. Esto puede explicar por qué, a nivel de grupo, los investigadores observan un menor grado de inteligencia entre las personas diagnosticadas con autismo, así como con otras condiciones del neurodesarrollo. 

Además, permite comprender por qué la discapacidad intelectual es más común entre estos grupos. Así, el modelo indica que la baja capacidad cognitiva no forma parte de la personalidad autista, sino que es un factor de riesgo que hace que se cumplan los criterios diagnósticos.

“La personalidad autista está asociada con varias fortalezas. Por ejemplo, los padres de niños con autismo están sobrerrepresentados entre los ingenieros y matemáticos. Los propios padres probablemente hayan podido compensar sus propios rasgos de personalidad autista y, por lo tanto, no cumplieron con los criterios para un diagnóstico de autismo. El impacto del trastorno se ha vuelto más notorio en sus hijos debido, por ejemplo, a una exposición a factores de riesgo y una capacidad cognitiva relativamente baja”, ha apuntado Sarovic.

Diferencia entre niñas y niños

El diagnóstico de autismo es más común entre los niños que entre las niñas, mientras que las niñas suelen recibir el diagnóstico más adelante en la vida. Algunas niñas llegan a la edad adulta antes de ser diagnosticadas, después de muchos años de difusas dificultades personales.

En este sentido Savoric ha explicado que los síntomas de las niñas a menudo son menos evidentes para otras personas. 

“Es bien sabido que las niñas generalmente tienen habilidades sociales más avanzadas, lo que probablemente significa que son mejores para compensar sus propias dificultades”

Darko Sarovic, médico e investigador postdoctoral en la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo.

Además, ha añadido que las niñas también tienden a tener menos rasgos autistas y son menos susceptibles a los efectos de los factores de riesgo. “En consecuencia, el modelo puede ayudar a responder preguntas sobre la brecha de género”

Investigación y diagnóstico

El modelo también propone formas de estimar y medir los tres factores (personalidad autista, compensación cognitiva y exposición a factores de riesgo). Esto posibilita el uso del modelo en la planificación de estudios de investigación y la interpretación de sus resultados.

El diagnóstico es otra área de uso concebible. En un estudio piloto en el que 24 participantes habían sido diagnosticados con autismo y 22 no, la medición de los tres factores del modelo permitió que más del 93 por ciento se asignara correctamente a la categoría correcta. El modelo también se puede utilizar para explicar el inicio de otros trastornos del neurodesarrollo, como la esquizofrenia.


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