Una de las enfermedades infecciosas con mayor tasa de mortalidad en las poblaciones vulnerables es la neumonía adquirida en la comunidad (NAC). Las cifras alcanzan al año a cuatro de cada diez casos por mil habitantes. Y en los países más desarrollados su mortalidad en los pacientes hospitalizados va del 4 a 14 por ciento, y llega hasta el 25 o 30 por ciento en los casos graves. Una circunstancia que se ve agravada por el envejecimiento de la población. Por otra parte, se ha demostrado que estos pacientes muestran daños cardiovasculares con el paso tiempo que también se suman al riesgo de mortalidad.

En este escenario el Separ (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica) ha abierto una línea de investigación con el uso de nuevos biomarcadores. Se trata de eventos biológicos medibles -por ejemplo, moléculas- que permiten detectar una enfermedad o hacer un pronóstico sobre ella. “Los biomarcadores ‘clásicos’ que se han utilizado con la neumonía, incluyen la proteína C-reactiva (PCR), la procalcitonina (PCT), la IL-6, los péptidos natriuréticos, la proadrenomedulina (proADM), la proendotelina y el Ddímero, entre otros”, comenta Raúl Méndez Ocaña, neumólogo de Separ.

Los últimos estudios

Entre los nuevos biomarcadores que destacan de forma relevante están la angiopoyetina 1 y 2 (Ang-1 y -2) y los neutrophil extracellular traps (NETs). Aunque se continúan haciendo estudios de otros, como la progranulina o el FGF21 (fibroblast growth factor 21). En cuanto a la incorporación de estas novedades al Sistema Nacional de Salud, Méndez Ocaña añade: “actualmente son muy pocos los biomarcadores que se utilizan de manera rutinaria en la práctica clínica diaria. Los más usados son la PCR, la PCT o el recuento linfocitario, mientras que el resto quedan relegados a la investigación. Es necesario continuar avanzando y explorar otras opciones, para arrojar más luz en este aspecto y conseguir que la NAC pueda ser tratada de tal forma que sus secuelas y mortalidad disminuyan”.

A raíz de la 29 Reunión de Invierno de las Áreas de Separ, señala que “estos biomarcadores han demostrado principalmente un papel pronóstico en la neumonía. Sin embargo, en los últimos años hemos continuado investigando otros que no solo tienen capacidad pronóstica, sino que destacan porque podrían representar dianas terapéuticas sobre las que intervenir en esta enfermedad”.


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