Observar fotografías de comida que incluyan la información calórica del alimento hace que el cerebro active menos su sistema de recompensa y muestre una activación mayor del sistema de control, lo que implica que los alimentos se vuelvan menos deseables una vez que se conocen sus calorías.
Así lo ha concluido un estudio del Dartmouth College (Estados Unidos), publicado en ‘PLOS ONE’, el primero de su clase en examinar cómo el cerebro elige la comida si la información calórica está disponible.
“Nuestros hallazgos sugieren que el etiquetado de calorías puede alterar las respuestas del sistema de recompensa en el cerebro cuando se consideran opciones alimentarias”, ha explicado la primera autora de la investigación, Andre Courtney.
En la investigación, 42 estudiantes sin graduar de Dartmouth con edades comprendidas entre los 18 y los 22 años, un total de 22 a dieta y 20 no, visionaron 180 imágenes de comida sin su información calórica seguidas de imágenes con la información calórica.
Todos vieron las mismas, que incluían alimentos como hamburguesas con queso, patatas fritas o tarta de queso con cerezas, sacadas de bases de datos populares de fotografías de alimentos.
Se les pidió que puntuaran sus ganas de comer los alimentos mientras se encontraban en un escáncer de imagenes de resonancia magnética funcional en una escala del uno al cuatro, siendo uno “nada en absoluto” y cuatro “mucho”.
Tanto los que estaban a dieta como los que no calificaron los alimentos etiquetados con las calorías como menos apetitosos, pero ese efecto fue más fuerte en las personas que estaban a dieta. Además, los investigadores analizaron las respuestas en las dos regiones del cerebro que motivan el comportamiento alimentario: el núcleo accumbens y la corteza orbitofrontal.
Aunque todos los participantes mostraron una disminución en la activación de ambas áreas cuando la información calórica estaba disponible, las personas que hacían dieta mostraron patrones de activación más similares en la corteza orbitofrontal izquierda para alimentos etiquetados en calorías y sin etiquetar.
En este contexto, este hallazgo sugiere que las personas que hacen dieta pueden tener en cuenta la información de las calorías incluso cuando no está presente explícitamente. Los investigadores se basan en estudios anteriores que ya plantean que la presencia de indicios de salud puede llevar a tomar decisiones alimentarias más saludables.
“Con el objetivo de motivar a la gente a tomar decisiones alimentarias más saludables, son necesarios cambios en las políticas que incorporen, no sólo información nutricional y el contenido en calorías, sino también un componente de educación pública, que refuerza los beneficios a largo plazo de una dieta saludable”, ha reivindicado la autor sénior de la investigación, Kristina Rapuano.