genética

Los seres humanos reaccionan y responden de forma muy diferente antes situaciones difíciles y/o adversas. La pandemia de SARS-CoV-2 que vivimos desde marzo de 2020 ha influido en todas las personas de una u otra manera: a nivel social, económico, médico, laboral, etc.  haciendo que no seamos los mismos individuos que hace un año y medio.

La vulnerabilidad al estrés está, en parte, determinada genéticamente. De hecho, un individuo es capaz de reestructurar su esquema mental y sus recursos psicológicos ante las nuevas circunstancias que le ha tocado vivir, en función de su genoma.

Para analizar la influencia que tienen los genes en diferentes circunstancias en nuestra vida, la Fundación Instituto Roche ha organizado el evento ‘Más allá de la Medicina Personalizada de Precisión’, que ha contado con la participación de Mario Alonso Puig, médico, cirujano, conferenciante y escritor, quien ha impartido la conferencia ‘Resiliencia y genética’.

“Se ha observado que los procesos mentales, culturales, el entorno social, la educación, etc., tienen un impacto a nivel genético y pueden favorecer o impedir que determinados genes se expresen. El ‘interruptor’ que hace que un gen se exprese o no, se conoce como epigén, de ahí surge la epigenética”

Mario Alonso Puig, médico, cirujano, conferenciante y escritor

Nuestra información genética sin duda influye en la forma en la que respondemos ante situaciones difíciles y/o adversas como la pandemia vivida. El estrés, la adversidad o diferentes eventos traumáticos, pueden afectar al equilibrio emocional y son varias las investigaciones en este campo que muestran una compleja interacción entre factores genéticos y ambientales.

“En la Fundación Instituto Roche, queríamos retomar nuestras actividades presenciales, e ir recuperando paulatinamente nuestras rutinas previas a la pandemia. Hemos querido hacerlo analizando el hecho conocido de que el genoma también afecta a la capacidad del individuo para afrontar diferentes situaciones, existen variantes genéticas que afectan a los niveles y actividad de moléculas que tienen un efecto sobre el estrés. En definitiva, nuestra información genética va a influir en cómo afrontamos circunstancias nuevas y/o impredecibles tales como las que nos ha tocado vivir recientemente”, ha señalado la directora gerente de la Fundación Instituto Roche, Consuelo Martín de Dios.

Información genética

Con un enfoque humanista, Alonso Puig ha analizado cómo las características de los individuos no solo dependen de la información genética almacenada en nuestro genoma, sino que son el resultado de la combinación de los genes y muchos otros factores externos. En concreto, actualmente se sabe que “el amor, la empatía, el reconocimiento, el hecho de sentirse querido y valorado, activan mecanismos epigenéticos que favorecen el funcionamiento cerebral y del sistema inmune”, ha añadido.

A lo largo de su vida, un individuo está expuesto a multitud de factores no genéticos (exposoma), como los contaminantes ambientales, agentes infecciosos o nuestro propio entorno socioeconómico, que condicionan el estado de salud o enfermedad por su capacidad para activar o desactivar genes que actúan como interruptores para desarrollar ciertas enfermedades. De hecho, ya ha sido posible establecer relaciones de causa-efecto entre factores no genéticos que componen el exposoma y patologías concretas.

Gracias a los mecanismos epigenéticos, el ser humano es capaz además de modificar la expresión de los genes al entorno concreto en el que vive cada persona; funcionando como una especie de registro del entorno, una memoria del medioambiente al que estuvieron expuestos.

Asimismo, como ha destacado Alonso Puig durante su conferencia, la resiliencia tiene mucho que ver con la capacidad de las personas de resistir a situaciones de estrés. En esos momentos de tensión, hay varias moléculas, entre las que destaca el cortisol, “de una importancia extraordinaria en la expresión de ciertos genes, a través de mecanismos epigenéticos. Y es que la epigenética es la gran oportunidad para trabajar con los aproximadamente 20.000 genes que forman el genoma humano y lograr que se expresen aquellos cuyo impacto es beneficioso mientras se evita, en la medida de lo posible, que se manifiesten aquellos genes cuyos efectos son negativos”, ha precisado el especialista.   

A su vez, el vicepresidente de la Fundación Instituto Roche, Federico Plaza, ha subrayado que, desde la Fundación, “se quiere seguir apostando por la medicina del futuro” y ha incidido en que cada vez “se dispone de más información que nos enseña que el entorno en el que vivimos o nuestro estilo de vida juegan un papel muy importante en nuestra salud”.

Podemos decir que el estrés, la adversidad, o diferentes eventos traumáticos, nos afectan de manera distinta dependiendo de nuestros genes; pero también sabemos que el ser humano es más complejo y que disponemos de mecanismos epigenéticos capaces de modificar la expresión de nuestros genes en función del entorno en que vivimos. En la Fundación Instituto Roche, seguiremos trabajando para poder incorporar todos estos conocimientos en beneficio de los pacientes, para que una atención integral y personalizada en la que todos los factores que influyen en la salud y la enfermedad puedan ser tenidos en cuenta en la medicina del futuro”, ha agregado Plaza.


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