Desde que en 1981 se detectaran los primeros casos de SIDA en Estados Unidos, y el virus fuera mortal y supusiera una lacra, han pasado más de 40 años de investigaciones y avances de enorme calado para los pacientes que sufren esta enfermedad, tal y como relataba GACETA MÉDICA en el cuadragésimo aniversario de su aparición.

Lo que supuso un estallido -sanitario y social- que se ha cobrado la vida de más de 34 millones de personas, hace tiempo que es un mal que tiene cura y, sin embargo, no deja de haber incógnitas, necesidades y lagunas sin cubrir. Y un abismo entre los países más avanzados y aquellos con un mayor nivel de pobreza.

En esa línea, ONUSIDA ha presentado el Informe del Día Mundial del Sida 2022 en Dar es Salaam (Tanzania). ´Desigualdades peligrosas´, que pone de manifestó que la inequidad obstaculiza su eliminación y que, si la tendencia actual se mantiene, no se alcanzarán los objetivos mundiales acordados en su agenda 2021-2026. En este momento hay casi 38 millones y medio de personas que viven con VIH.

Erradicar el estigma social

En España el reto frente al VIH, desde el punto de vista de las necesidades, es “erradicar el estigma que tiene la infección, tan presente ahora como hace varias décadas. A pesar de todos los avances que hemos tenido, la mayoría de los pacientes sienten que no pueden hablar con libertad de su infección en todos los ámbitos de la vida, incluyendo la familia, los amigos, el trabajo o la sociedad en general. Por otro lado, sería ideal disponer de medicamentos con administración no diaria, sino mensual, trimestral o anual, de tal forma que las personas con infección puedan sentirse ´liberadas´ de la toma diaria del tratamiento. Si bien, en breve vamos a disponer del primer tratamiento antirretroviral inyectable que se administra cada dos meses. Un gran avance”, explica Miguel Górgolas, jefe de la División de Enfermedades Infecciosas de la Fundación Jiménez Díaz y responsable de la Unidad VIH.

“Conseguir que la sociedad vea a las personas que viven con SIDA con normalidad y naturalidad ayudaría de forma notable a su bienestar, más allá de los avances científicos y farmacológicos que vendrán”

Miguel Górgolas, jefe de la División de Enfermedades Infecciosas de la Fundación Jiménez Díaz y responsable de la Unidad VIH

En la unidad de VIH de la Fundación Jiménez Díaz, se atiende a unas 4.000 personas que viven con SIDA. Y 120.000 viven con VIH en España. Cifras que aumentan cada año debido a que la infección se ha convertido en un proceso crónico y la mortalidad ha desaparecido. “Sin embargo, hay dos aspectos muy relevantes para que esto sea así; el primero, que la persona tenga un diagnóstico temprano de la infección; y el segundo, que tenga acceso al tratamiento y lo tome correctamente”, explica Górgolas.

Detección precoz

Continúa siendo problema de salud pública de primera magnitud. José Arribas, presidente de Ge-SIDA (Grupo Español de Estudio del VIH), considera que en 2020 la pandemia impactó mucho en los servicios. Y, por tanto, hay una infravaloración de los datos. “Creemos que se están dando entre 2.500 y 3.00 nuevos casos cada año. Está claro que fallamos en el diagnostico de las personas infectadas porque hacemos pocos tests en España. Demasiados pocos. Y, además, no tenemos registro de los mismos. Necesitamos tener al 90 por ciento de las personas diagnosticadas. Y contamos con el armamento para evitarlo”.

“En 2050 las enfermedades infecciosas serán el principal problema de mortalidad de la población mundial”

Antonio Rivero, presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc)

Los tratamientos recomendados hoy en día son muy eficaces y bien tolerados. Lo habitual es recibir la medicación en forma de una única pastilla al día, o dos como mucho. Y los efectos secundarios son escasos. De haberlos, están disponibles una gran variedad de alternativas para buscar la más adecuada para cada paciente.

“Pero hay dos aspectos muy relevantes para alcanzar este objetivo; el primero, que la persona tenga un diagnóstico temprano de la infección; y el segundo, que tenga acceso al tratamiento y lo tome correctamente”, afirma el jefe de la División de Enfermedades Infecciosas de la Fundación Jiménez Díaz y responsable de la Unidad VIH. El foco está en el desarrollo de tratamientos de larga duración, que se puedan administrar cada dos o más meses, y en la búsqueda de inmunoterapias que consigan erradicar de forma definitiva la infección. Este último punto, de momento, está resultando complicado. Algo que constatan las cifras: este año un millón y medio de personas contrajeron VIH en el mundo y 650.000 murieron por murieron por comorbilidades asociadas a la enfermedad.


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