La pandemia provocada por la COVID-19 ha visibilizado de manera clara el valor de las vacunas y la importancia de seguir las recomendaciones de vacunación como parte de un estilo de vida saludable orientado a prevenir las enfermedades a lo largo de la vida. Hoy día, por tanto, constituye una prioridad mantener el esfuerzo por concienciar a la población adulta acerca de la importancia de estar correctamente inmunizado sea cual sea la edad.

Así, igual que hablamos de una alimentación ‘healthy; de practicar ejercicio físico habitualmente, de abandonar el hábito tabáquico… ¿Y si incorporásemos cumplir con las recomendaciones de vacunación como un hábito de vida saludable, algo así como… “Inmunofitness”?

Cada año, las sociedades científicas trabajan en el análisis y adaptación de las recomendaciones poblacionales de vacunación a la evidencia clínica y epidemiológica ayudándonos a no bajar la guardia y a no confiarnos por razones de edad.

Vacunación en adultos

En este sentido, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) hace hincapié en la importancia de la vacunación en las personas mayores. Lo hacen a través del Grupo de Vacunas de la SEGG, que revisa las recomendaciones de vacunación dirigidas a los mayores de 60 años para prevenir y evitar enfermedades inmunoprevenibles de un colectivo cada vez más longevo, con pluripatología y vulnerable ante agentes externos.

En estas recomendaciones se evalúan las novedades en cuanto a la incorporación a nuestro entorno de nuevas vacunas autorizadas, nuevas indicaciones o nuevas situaciones epidemiológicas que justifiquen el uso restringido o universal de una determinada vacuna.

El envejecimiento de la población

Como recuerda la SEGG, España sigue en un proceso de envejecimiento progresivo que ha invertido la pirámide poblacional. Según las proyecciones del INE, en 2068 habrá más de 14 millones de personas mayores en nuestro país (29,4 % del total de la población, que alcanzará 48.531.614 habitantes) y la proporción de octogenarios que ahora representan el 6,1 % de toda la población, seguirá creciendo. “Un envejecimiento satisfactorio saludable es aquel que consigue mantener una buena situación funcional y calidad de vida a pesar de cumplir años”.

La fragilidad

A medida que envejecemos, se incrementa la susceptibilidad a las enfermedades infecciosas. El aumento, con la edad, de la frecuencia y severidad de estas enfermedades representa un reto de considerables dimensiones para el Sistema Sanitario. “No olvidemos que aproximadamente la mitad de las personas que sufren un deterioro funcional durante un ingreso hospitalario no recuperarán su función, a pesar de haber resuelto la patología aguda infecciosa. Por lo tanto, las enfermedades infecciosas (por ejemplo, una neumonía o una gripe) pueden acelerar el declive de la situación funcional”, explican.

Estos pacientes presentan un mal balance entre la inflamación y los procesos antiinflamatorios, lo que contribuye al estado de prefragilidad y fragilidad. La principal causa de la mayor tasa de infección en las personas mayores se debe al envejecimiento del propio sistema inmunitario que se desarrolla en forma de curva J inversa, alcanzando su máximo a los 50 años, para después comenzar a disminuir.

Los programas de vacunación

La introducción de programas masivos de vacunación infantil ha permitido alcanzar importantes coberturas de vacunación en esta población que han provocado una disminución significativa (alrededor del 95%) en la incidencia y morbi-mortalidad de las enfermedades inmunoprevenibles. Por contraposición, en nuestro entorno social y sanitario, la vacunación del adulto no es percibida con la misma importancia o prioridad que la vacunación infantil. “La vacunación del adulto debería ser una práctica de rutina en la atención sanitaria, y su integración en la práctica asistencial cotidiana, tanto en Atención Primaria como en Especializada, supondría una oportunidad inmejorable para conseguir amplias coberturas vacunales”.

Su implantación

Y la realidad demuestra que, a pesar de los progresos realizados en los últimos años, aún existen dificultades en la implantación de programas de inmunización dirigidos a este colectivo, incluso en pacientes con patologías de especial riesgo, y todavía una parte importante de los adultos y mayores no está adecuadamente inmunizada de acuerdo con las recomendaciones actuales.

Al objeto de dar a conocer la importancia de la vacunación en la edad adulta sobre la base de la evidencia científica, la SEGG ha elaborado unas recomendaciones de vacunación en adultos que incluye vacunas para prevenir enfermedades como la gripe, el neumococo y el herpes zóster, a partir de los 60 años.

Por otro lado, también apuesta por la administración a partir de esa misma edad de la vacuna frente a tétanos, difteria y tosferina. Finalmente, también se recomiendan la vacuna triple vírica, varicela, meningococo ACWY, hepatitis B y Virus papiloma humano para los adultos considerados susceptibles o que presenten factores de riesgo añadido.