El mundo está experimentando una transformación demográfica. Tanto es así que para el 2050, el número de personas de más 60 años aumentará de 600 millones a casi 2.000 millones, a la vez que se prevé que el porcentaje de personas de 60 años o más se duplique, pasando de un 10 por ciento a un 21 por ciento. Arturo Fernández-Cruz Pérez, académico de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM) y Catedrático Emérito de Medicina Interna de la Universidad Complutense de Madrid, expresó en la Sesión Científica Ordinaria de la RANM ‘El sueño de burlar la muerte. Rejuvenecer. La salud igual para todos’, celebrada el 4 de julio, que el mundo de la muerte constituía un programa de supervivencia, a la vez que mencionó que hablar de rejuvenecimiento era un reto.

Según el experto, los dos hechos que aceleran el envejecimiento son el agotamiento de las células y la senescencia celular. “Nos encontramos con un lenguaje científico que define cuáles son los marcadores que explican el envejecimiento. Empezamos con la genética y seguimos con la actividad o disfunción mitocondrial que tiene que ver con la estabilidad genómica. Luego, aparece el concepto de la epigenética y detrás de ello tenemos alteraciones que no solo se producen en el plegado de las proteínas, sino también en el MTOR, uno de los mecanismos metabólicos más importantes que establece una desregulación”, explicó.

Arturo Fernández-Cruz.

Importancia del ADN y ARN

“En el comienzo de la vida, cuando óvulo y espermatozoide se unen, se va produciendo la diferenciación. Ahí vamos desarrollando progresivamente todos los órganos y sistemas. Este proceso de la célula madre lo hace el epigenoma”, dijo Fernández-Cruz. El experto consideró que ADN y ARN son lo más importante para entender el funcionamiento del desarrollo del envejecimiento y de la muerte. Para ello, mencionó los argumentos que pusieron sobre la mesa Elisabeth Blackburn (Premio Nobel en 2009) y María Blasco, que se refieren a que a medida que se va produciendo la reparación del tejido y la división de las células se pierde longitud telomérica, hasta que llega un punto en que aparece lo que se conoce como senescencia o muerte.

El gen de la telomerasa se silencia tras nacer, pero se enciende cuando aparece el cáncer. “La doctora Blasco, con sus brillantes modelos experimentales en ratones, demostró cómo la activación de la telomerasa, en este caso por edición genética, aumentaba la esperanza de vida de forma significativa sin aumento de tumores. Un gen se enciende o se apaga por el grado de metilación del ARN y por las modificaciones que inducen la histona, una proteína que arropa al gen”, expresó Fernández-Cruz. A su vez, hizo alusión a las investigaciones de Manel Esteller, experto en epigenoma. “Esteller demostró claramente cómo las personas centenarias tenían un epigenoma totalmente diferente a los recién nacidos. Esta evidencia hace crecer la idea de que podríamos conocer el reloj biológico de las células y del ser humano en general. Al fin y al cabo, lo que ha puesto encima de la mesa es que la mayoría de los fenómenos que tenemos como atributos o como enfermedad degenerativa no son más que producto de esa metilación del ADN”, dijo Fernández-Cruz.

En la actualidad, Fernández-Cruz consideró que “estamos ante una situación en la que existen diversos fármacos y herramientas de manipulación bioquímica que pueden realmente controlar el envejecimiento”. Para ello, uno de los ejes más importantes es intentar quitar a las células envejecidas, que se quedan dañadas y que producen una reacción inflamatoria estéril que acelera el envejecimiento e incluso la aparición de cáncer. Según Fernández-Cruz, la rapamicina es uno de los fármacos que tiene un efecto antiproligerativo, del mismo modo que es una de las terapias con más esperanza para conseguir vivir más tiempo. “Todos estos fármacos han sido probados con una evidencia relativa”, dijo.

Adaptación al sistema

“Esteller defiende que el envejecimiento se produce por la acumulación de los años. Cuando la adaptación al sistema es correcta, se produce adaptación y hormesis. Sin embargo, si se producen errores, habrá alteraciones en el sistema de identificación en el que las proteínas estarán totalmente dañadas, mal estructuradas y no cumplirán sus funciones”, recalcó Fernández-Cruz. De la misma forma, hizo mención a Shinya Yamanaka (Premio Nobel en 2012), quien hace pocos meses descubrió que con cuatro factores de transcripción inyectados en el núcleo se puede convertir cualquier tejido en una célula pluripotente. “Esa situación es la que ha hecho aparecer el argumento de que podemos rejuvenecer”, señaló Fernández-Cruz. Por último, el experto también mencionó que en la actualidad ha aparecido otra ‘brillante y complicada’ forma de interpretar el envejecimiento: hay factores que están presentes en la sangre que son capaces de detener el envejecimiento o acelerarlo.


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