7ª CONFERENCIA EUROPEA SOBRE CÁNCER DE MAMA (EBCC7)

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Un estudio comprueba que PARP se expresa en todos los subtipos tumorales y que esta enzima predice la respuesta a la quimioterapia

Descubren que los beta-bloqueantes reducen la aparición de metástasis y de recurrencias locales en pacientes con neoplasias mamarias

| 2010-03-31T14:16:00+02:00 h |

Cecilia Ossorio

Barcelona

La proteína poli (ADP-ribosa) polimerasa PARP es clave para mantener el funcionalismo de los tumores de mama triple negativos, que presentan un mecanismo de reparación de ADN defectuoso. Y no sólo eso, también se conoce que los cánceres hereditarios de mama y ovario con mutación de BRCA1 y BRCA2 son hipersensibles a esta enzima.

Es la razón por la que los inhibidores de PARP representan un cambio de escenario en el tratamiento de estos subgrupos tumorales más agresivos y con escasas opciones, como subrayó José Baselga, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Vall d’Hebron y director de su Instituto de Oncología (VHIO), durante la 7ª Conferencia Europea sobre Cáncer de Mama (EBCC-7), en la que dirigió el Comité Organizador Nacional.

Fase III neoadyuvante

Si bien los prometedores resultados de estos agentes ya constituyeron una parte clave en el pasado congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) (ver GM nº 293), un nuevo estudio presentado en esta cita europea en Barcelona demuestra que PARP se expresa en todos los subtipos de cáncer de mama —y no sólo en un número reducido, como se pensaba—, y que esos tumores son muy sensibles a la quimioterapia.

El equipo de Gunter von Minckwitz, del Grupo de Mama alemán Forschungs GmBH, Neu-Isenburg, estudió tejidos de 646 pacientes en un ensayo fase III en neoadyuvancia, con el objetivo de comprobar la posible presencia de PARP y correlacionar su existencia con otros factores pronóstico y la respuesta total a la quimioterapia. Como explicó Von Minckwitz, PARP estaba en todos los subtipos de tumores, si bien era más frecuente en los HER2 positivos y en los triple negativos.

“Los tumores con alto nivel de expresión de PARP obtuvieron una respuesta total en un 26 por ciento de las pacientes, mientras que los que no expresaban PARP respondieron en el 9 por ciento de los casos”, indicó. Ante los alentadores resultados de esta nueva vía, los investigadores confían en que los tumores PARP positivos se conviertan en una nueva entidad en el cáncer de mama. Pero sólo es el principio del camino, ahora uno de los retos es confirmar si la detección inmunohistoquímica de esta enzima es el método óptimo para predecir la eficacia del inhibidor de PARP, algo que se comprobará con nuevos ensayos prospectivos.

“La vía de inhibición de PARP es un enfoque muy interesante porque los primeros estudios están obteniendo respuestas tremendas, de casi un 40 por ciento en cánceres de mama y ovario mutados”, subrayó Baselga, y por eso no han tardado en surgir en España estudios propios. “En colaboración con Harvard, hace un año abrimos un estudio en cáncer de mama localmente avanzado con cisplatino y uno de estos inhibidores; estamos viendo una actividad tremenda y lo presentaremos en breve”, anunció.

Inhibidores de PI3K

Por otro lado, Baselga habló en presentación plenaria de los inhibidores de PI3K, un gen que está mutado en aproximadamente un 30 por ciento de los cánceres de mama. “En Vall d’Hebron somos el centro de referencia mundial en estudios con estos compuestos, estamos haciendo estudios fase I en tumores hormonodependientes y en HER2 positivos y empezamos a ver respuestas en pacientes”, contó a GM.

Beta-bloqueantes

Durante el congreso se presentaron nuevos aspirantes en la lucha contra las metástasis, como los beta-bloqueantes. Un estudio dirigido por Des Powe, del Centro Médico Queen, de la Fundación NHS del Hospital Universitario de Nottingham (Reino Unido), en el que participaron 466 pacientes con cáncer de mama, concluye que aquellas que toman beta-bloqueantes para tratar su hipertensión redujeron de forma significativa la aparición de metástasis y las recurrencias locales. Además, redujeron un 71 por ciento del riesgo de muerte por cáncer de mama, en comparación con las que recibían otros antihipertensivos o las que no padecían HTA.

“Estos resultados invitan a pensar que algunas mujeres con cáncer de mama no hipertensas responderán al tratamiento con beta-bloqueantes, pero hay que investigar la dosis y los efectos secundarios en ensayos más amplios, así como ver si se podrían administrar como tratamiento adicional al del cáncer de mama”, señaló Powe.