investigación/ El CiberOBN publica un editorial sobre el impacto de la irisina

br

redacción Barcelona | viernes, 20 de abril de 2012 h |

Los avances en materia de grasa parda y su papel en el sistema endocrino están haciendo “estallar” un área del metabolismo que, a corto o medio plazo, podrían constituir la clave de la lucha contra la obesidad y enfermedades relacionadas. Así lo considera Francesc Villarroya, director del equipo del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CiberOBN) que centra sus investigaciones en el comportamiento de esta “grasa buena”. Acaban de publicar un editorial en Cell Metabolism en el que ensalzan el reciente descubrimiento de la hormona irisina por investigadores de Harvard. Según comprobaron, la molécula PGC1-alfa (segregada por los músculos cuando se hace deporte) aumenta la cantidad de irisina, que se libera fuera del músculo y llega a través de la sangre a las células de la grasa blanca, convirtiéndola en parda. Según recogen estos investigadores en la revista Nature, la irisina del ratón y la humana son idénticas, y ahora falta por comprobar si los beneficios se replican en humanos y si la hormona se puede administrar como fármaco en casos seleccionados. “Antes se pensaba que todos estos agentes se derivaban del sistema nervioso, pero estamos viendo que no, y esto convierte el desarrollo farmacológico en potencialmente más seguro”, explica Villarroya. De hecho, un grupo estadounidense acaba de sugerir que péptidos natriuréticos, unas proteínas de origen cardiaco, también estimulan la grasa parda.