Los datos de una experiencia piloto en Valencia demuestran que el cribado multiplica por cinco los casos de enfermedad pulmonar obstructiva crónica diagnosticados.
| 2009-10-11T18:04:00+02:00 h |

E. Sainz Corada

Madrid

Fue aprobado en el Consejo Interterritorial el 3 de junio. Pero la semana pasada fue su puesta de largo, con la presentación oficial con una jornada en la que se mostraron sus líneas maestras. Así las actuaciones que propone la Estrategia Nacional en Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), tal y como expuso Julio Ancochea, su director científico y ex presidente de Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), giran en torno a seis ejes: prevención y detección precoz, atención al paciente crónico para evitar al máximo las reagudizaciones y a procurar la máxima calidad de vida posible, atención al paciente con exacerbación, cuidados paliativos al final de la vida, formación de profesionales y apertura de nuevas líneas de investigación en este campo.

Dotado de un fondo para su implantación de 10.700.000 euros el plan, según Ancochea, es absolutamente necesario pero aún insuficiente, pues las previsiones son que en España vamos a asistir a “una verdadera epidemia de EPOC durante los próximos años”, epidemia definida como un número de casos en el espacio y en el tiempo superior a lo esperado, “salvo que se adopten medidas eficaces, como la ampliación de la ley antitabaco y la reducción de su consumo en la sociedad española”, advierte.

A este problema hay que añadirle el del infradiagnóstico. Según datos del estudio Iberpoc, de 1997, el 78 por ciento de los casos no estaba diagnosticado, una cifra que, diez años después y a pesar de las medidas tomadas, no han mejorado tal y como revela otro trabajo, el Episcan (Epidemiologic Study of COPD in Spain) —cuyos nuevos datos se publican en el número de septiembre de la revista Thorax— que más bien al contrario, confirma la alta tasa de infradiagnóstico, pues todavía el 73 por ciento de personas afectadas aún no lo saben. Es decir: sólo se habría rebajado en cinco puntos.

Cribado piloto

Una forma de poner fin a este problema sería lograr una detección precoz de la enfermedad a través de un screening. De ello habló Juan José Soler, del Servicio de Neumología del Hospital de Requena (Valencia), quien presentó los datos preliminares de una “experiencia piloto” sobre la eficacia de un plan de cribado para el diagnóstico de la EPOC.

El objetivo de este trabajo era, por tanto, identificar los parámetros a tener en cuenta a la hora de identificar a pacientes con la enfermedad, la “búsqueda activa” de éstos, así como su eficacia.

La primera dificultad que se presentó, por tanto, consistió en concretar qué era lo que había que buscar. Conforme a los datos, nuevamente del Episcan, se estableció que el criterio debía centrarse en la edad y el tabaquismo. “Para revertirlo es necesario considerar el diagnóstico en mayores de 40 años con historia de tabaquismo actual o pasada superior a diez paquetes al año, lo que equivale a fumar 20 cigarrillos al día durante diez años” afirma Marc Miravitlles, miembro del Espiscan. Lo mismo sucedía con el cociente con espirometría forzada, y se estableció el diagnóstico en FEV1 /FVC <0,70 tras prueba broncodilatadora. ¿Y los síntomas?, ¿era necesario pedirlos? Según la mayoría de los estudios realizados al respecto, en el 91 por ciento de los casos con infradiagnóstico había síntomas, “así que se incluyeron también”, cuenta Soler.

Se dotó a todos los centros de un espirómetro para, cuando los criterios se cumplían, invitar a la persona a realizarse una espirometría. Durante seis meses se realizaron un total de 244 espirometrías, según las cuales 135 no padecían la enfermedad y 55 sí, o lo que es lo mismo, lograron identificar a casi un 30 por ciento de pacientes con EPOC (concretamente el 28 por ciento). De ellos, el 76 por ciento se encontraba en estadio I, lo que cumplía el objetivo de detección precoz con que se iniciaba el trabajo.

La sorpresa, sin embargo, vino cuando comprobaron que, aunque había un 41,7 por ciento de casos en los que los pacientes con síntomas sufrían la enfermedad, existía un 34,1 por ciento que también la padecía pero no los presentaba. “Esto fue una gran sorpresa porque cuestiona que los síntomas sean factor de riesgo. La mayoría de las recomendaciones dice que no se hagan pruebas a pacientes asintomáticos, pero nuestros datos no apoyan estos consejos.

La conclusión tras estos primeros datos son que el programa de cribado es eficaz (aunque sólo la mitad de espirometrías realizadas son útiles), ya que multiplica por cinco el número de pacientes diagnosticados.