| lunes, 26 de octubre de 2009 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

La verdad es que otro gallo les cantaría a la Sanidad española en general y al mundo organizativo médico en particular si en vez de sólo uno, hubiera muchos Julios Zarco esparcidos por el sector. La aseveración no es fruto de la amistad, ni de entreguismos mal entendidos. El día que haya que criticarle, lo haré, pero de momento, no caben formular más que buenas palabras para un facultativo que ha entendido como pocos la máxima de que o hay renovación, ideas nuevas y proyectos frescos, o el médico de a pie sufrirá las consecuencias de unas entidades médicas languidecidas, ancladas en tiempos pretéritos y sujetas a los burdos intereses de dirigentes que olvidaron hace años lo que son las consultas y el trato con los pacientes. En apenas dos mandatos, Zarco ha obrado el milagro Semergen, y lo ha hecho rodeado de un equipo admirable tanto en el ámbito nacional como en el autonómico. Da gusto conversar con cualquier miembro de la junta directiva y con sus representantes en las comunidades porque todos saben de lo que hablan, conocen perfectamente los problemas que atraviesan los médicos de su especialidad y se mueven con el único objetivo de arreglarlos, ignorando cantos de sirena vacuos e interesados que tan poco ayudan a la profesión.

Semergen es hoy la principal organización de atención primaria y un verdadero modelo a imitar para las sociedades científicas del resto de las especialidades médicas porque tiene un líder y un equipo directivo formidables. También porque la calidad humana de todos ellos es digna de elogio. Constituyen un referente profesional y ético en un momento en el que la sociedad zozobra por culpa de la prevalencia de los especuladores, los tiburones del enriquecimiento rápido y los defensores del interés particular frente al general. En definitiva, un soplo de aire fresco para una Sanidad lastrada por unas organizaciones en crisis que han olvidado que la defensa del sufrido médico de a pie debe ser la primera razón de su existencia. El Congreso de Zaragoza ha sido la confirmación del éxito, la certificación de que el modelo es atractivo y funciona, y de que el buen trabajo honrado y constante proporciona siempre recompensas. Los ataques periódicos del sindicato del crimen no hacen más que confirmar que el camino emprendido por Zarco y sus colaboradores es el correcto.

Los ejemplos de este éxito de gestión son abundantes y no casuales: además de olfato, Zarco y su equipo han contado siempre con una información de primer nivel que les ha impedido dar pasos equivocados. Acertó al apartar a su sociedad de la ley del vino que el propio Gobierno tumbó, y al desmarcarla de las embestidas políticas que la Plataforma 10 Minutos, un grupo que pasó a mejor vida, intentaba protagonizar un día sí y otro también contra el PP de la Comunidad de Madrid. El día que haya que atacar la política sanitaria de los populares en Madrid, Semergen, nadie lo dude, lo hará. Lo que no hará nunca será actuar como correa de transmisión de intereses difusos ni como ariete al servicio de tapados que luego corren raudos, como ocurrió con la prescripción enfermera, en busca del auxilio del propio PP. El borreguismo es algo que esta sociedad científica aborrece. De ahí su liderazgo en el primer nivel asistencial.

Julio Zarco, en fin, está llamado a protagonizar aún grandes gestas para la sanidad. Al igual que Carlos Amaya, el neurocirujano que convirtió a la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) en un referente nacional y en verdadero martillo para todo tipo de autoridades, este médico de familia triunfará en cualquier reto que se plantee. Tiene madera y dosis de liderazgo, y el mundo médico necesita representantes de su corte como el comer. De ahí que tenga un inmejorable futuro en el sector.