El cirugía de los miomas es una de las opciones terapéuticas para intentar eliminar estos tumores benignos de forma definitiva, ya que el tratamiento farmacológico sólo permite reducir el tamaño de los mismos. De todos modos, la cirugía tradicional de los miomas (resectoscopia) presenta inconvenientes, ya que el tiempo de recuperación suele ser prolongado y puede causar complicaciones, como la aparición de adherencias en el útero, los ovarios, las trompas de Falopio o el intestino. Por otro lado, una de las técnicas quirúrgicas que se emplea es la histerectomía, que implica la extirpación parcial o total del útero.
Cortar la base de los miomas con láser
Por eso, los expertos buscan desarrollar técnicas quirúrgicas eficaces pero mucho menos agresivas. Sergio Haimovich, especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital del Mar, utiliza un láser de diodo para realizar estas intervenciones. Como explica este experto, los miomas están presentes en el 30-40 por ciento de las mujeres, aunque la mayoría de ellos no producen ningún tipo de síntoma. Sin embargo, añade, “entre el 5 y el 10 por ciento de los mismos pueden causar problemas como hemorragias e incluso infertilidad”. Haimovich explica que “si se observa el útero como si fuera una habitación, los miomas crecen desde la pared de la misma hacia dentro, que es donde se tiene que desarrollar el útero”.
Gracias a la técnica que emplea este experto, el láser de diodo, “se corta la base de los miomas, es decir, se separa la base de la pared”. De este modo, añade Haimovich, “se consigue que queden desconectados de los vasos sanguíneos”. Al separar los miomas de los vasos que los nutren, ya no pueden subsistir. Y, a diferencia de la cirugía tradicional, se dejan dentro. “El organismo los reabsorbe o se van eliminando con la menstruación”, señala Haimovich.
Extracción de una pequeña muestra
Para asegurarse de que el tumor es efectivamente benigno, “sólo es necesario obtener una pequeña muestra, no extraerlo todo”, explica Haimovich. De esta forma, se ahorra mucho tiempo de quirófano, “ya que la intervención dura unos diez minutos”. Por tanto, este procedimiento simplifica la intervención y permite que se realice de forma ambulatoria y sin anestesia.
Pasadas tres o cuatro semanas, la paciente vuelve a consulta para comprobar el estado de la cavidad uterina. En ocasiones, es necesario extraer restos del mioma y la mayoría de las veces ya no quedan restos del mismo.
Este tipo de intervención no supone ningún riesgo para la paciente, porque, según un estudio dirigido por Haimovich, en el 100 por cien de las pacientes los miomas han desaparecido sin causar ningún problema. “Hemos realizado un seguimiento a 61 pacientes que tenían miomas de unos 4 centímetros, que, para una matriz que mide también unos 4 centímetros, son grandes. Tras una media de seguimiento de 68 días, en todas ellas había desaparecido la masa”, indica.
Acetato de ulipristal
Por otro lado, entre los tratamientos farmacológicos de los miomas, acetato de ulipristal (Esmya, de Gedeon Richter) es una de las terapias más recientes. En junio se aprobó una nueva indicación para este fármaco. Como explica Ignacio Cristóbal, jefe de Servicio de Ginecología del Hospital de la Zarzuela, este medicamento estaba aprobado hasta ahora para hacer un ciclo de tres meses prequirúrgico. “Con la nueva indicación, se podrán administrar cuatro ciclos de tres meses cada uno”. Como explica este experto, se podrá utilizar durante mucho tiempo con las pacientes, “sobre todo en aquellas que estén cerca de la menopausia”. De este modo, añade Cristóbal, “se podrá jugar con el factor tiempo para que las pacientes lleguen a la menopausia y el mioma se reduzca de forma espontánea”. Aunque no hay un periodo de pausa establecido después de los cuatro ciclos, “se podría esperar dos o tres reglas y volver a administrar el tratamiento”. Por tanto, este fármaco es eficaz para preparar la cirugía, “pero ahora esta indicación abre la puerta al tratamiento crónico de los miomas”, indica Cristóbal.