Esther Martín del Campo Madrid | jueves, 29 de septiembre de 2016 h |

Hizo suya la pasión por la medicina de su padre y atesora la calidez y amabilidad de su madre, Lorenza. El tercero de nueve hermanos es, entre otros muchos cargos, el presidente de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) y jefe de Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Virgen de la Arrixaca, en Murcia. Médico, investigador y docente, en Herencia, el pueblo de Ciudad Real en el que nació, siempre será “el hijo de Don Valerio”, un médico muy querido y respetado por los vecinos. Tanto que, como él mismo recuerda, cuando era niño las mujeres mayores al saber que era su padre le propinaban baterías de “besos sonoros”, de esos “que dejan churrete”. Vamos, que ni Almodóvar.

Pregunta. ¿Tienes algo de Quijote?

Respuesta. En mi trabajo, tengo continuamente presente al Quijote por el romanticismo y el altruismo. A mí me mueven las ideas que tienen algo que ver con el bien común, con poco fundamento materialista y que llenan a las personas. Soy muy partidario de seguirlas, de la filosofía como modo de vida, de objetivos a veces irrealizables, pero que te llevan a un camino bonito.

P. ¿Y los pies en la tierra, como Sancho Panza?

R. Esta etapa de mi vida ha sido también muy de Sancho, porque, efectivamente, cuando te pones al frente de un equipo de una sociedad científica se plantean problemas de toda índole que requieren esfuerzos muy cotidianos, de gestión para el bien común que requieren aspectos que yo antes no conocía y a los que he tenido que enfrentarme. Estos tres o cuatro años han sido los más “sanchopancistas” de mi vida.

P. La Sanidad española es un pisto manchego, unas gachas, un zarangollo…

R. Es un zarangollo, con una parte de pisto y con peligro de convertirse en gachas pasadas. Las dos primeras porque son excelentes; las gachas también son excelentes, pero cuando están pasadas no hay quien se las coma. Si no alimentamos la sanidad estamos en un periodo en el que algo excelente puede convertirse en algo mediocre o hundirse.

P. Donde algunos ven “gigantes”, ¿qué ves?

R. Hay muchos desafíos delante de nosotros que podrían considerarse gigantes. El mantenimiento de la sanidad pública de calidad, la equidad, que nuestro país tenga generosidad suficiente como para poner la salud de sus ciudadanos en el primer escalón y que todos seamos capaces de continuar con esta idea tan hermosa de sanidad, eso ahora mismo se está perfilando como un gigante. Pero creo que con el trabajo de todos podremos superarlo.

P. Cuenta a nuestros lectores quién es Perlé…

R. Es una figura muy conmemorativa de mi pueblo, de Herencia, que de alguna manera premia a los herencianos que han aportado algo. Allí les llaman herencianos ilustres, más que ilustres son personas que han hecho su camino en la vida de una manera notable y que han aportado algo. Me lo concedieron hace varios años y ha sido una de las mayores alegrías que he tenido, porque yo me siento muy herenciano. Fue una sorpresa y una alegría.

Entiendo que es un premio dedicado fundamentalmente al trabajo, a la cultura, la música, el folcklore. Me sentí extraordinariamente congratulado con él y muy orgulloso.

P. ¿A quién le darías uno?

R. Al profesor Jesús Sanmiguel Izquierdo. Tanto por su figura, compartimos trayectoria y somos compañeros desde la facultad como por su trayectoria. Representa que España ha cambiado el paradigma de la ciencia. El grupo que él lidera, de mieloma, ha sido capaz de pasar de una medicina enfocada a las personas a una investigación enfocada en grupos colaborativos. Para tener grupos colaborativos hay que tener una gran visión, y él ha sido así y ha permitido que el Grupo Español de Mielomas sea reconocido mundialmente y que hayamos dado a la hematología nuevos medicamentos, nuevos enfoques de diagnóstico, etc. Una trayectoria ejemplar.

P. ¿Con que maestro o colega darías un buen paseo por la Pedriza o el Navajo?

R. Hematólogos muchos, pero no hematólogos, con un científico, Salvador Martínez, que es catedrático de neurociencia y dirige el Instituto de Neurociencia de Alicante. Mirar al lado y ver a otros compañeros que se dedican a la ciencia es importante para descubrir que no estamos solos y para que nos den ideas para enfocar un problema que no tenemos claro. Salvador es una persona extraordinariamente rica intelectualmente y me encantaría poder hacerlo.

P. ¿Cuándo le hierve la sangre a un hematólogo?

R. Cuando no puede tratar a sus pacientes adecuadamente porque no le dejan, cuando ve que puede diagnosticar algo y no tiene la oportunidad de hacerlo o, fundamentalmente, cuando cae derrotado frente a una enfermedad. Muchas enfermedades de las que tratamos son muy graves y nos duelen nuestros pacientes cuando no logramos salvarlos. Una de nuestras misiones es acompañarles, pero la derrota es lo más doloroso.

P. Uno de tus dos hijos, Javier, es también médico… ¿Íñigo se marea al verla?

R. Sí (risas). Javier está en Inglaterra. Forman parte de una generación muy bien preparada que no ha tenido una oportunidad en nuestro país. El mayor lo ha conseguido y está trabajando en Londres como cirujano (es otólogo y cirujano de base de cráneo). Íñigo, que se marea con la sangre, hizo derecho y bolsa en Inglaterra y ahora ha vuelto y está intentando reincorporarse aquí.

P. ¿En esta especialidad, existe algún ‘bálsamo de fierabrás’?

R. Hay muchos, afortunadamente. Es una de las cosas de las que estamos más orgullosos. Si entendemos por un bálsamo que sirve para curar todo, o casi todo, los hematólogos como somos médicos científicos e investigamos en el laboratorio, en los últimos años estamos descubriendo nuevas moléculas que nos van a permitir curar o cronificar muchas enfermedades. El futuro es muy optimista.

P. ¿Puedes explicar el organigrama del Ministerio de la Vida?

R. Es una alegoría para poner de manifiesto que, cuando las cosas están muy oscuras y lo más negro es la muerte, queda todavía mucha esperanza, siempre y cuando haya objetivos. En ese ministerio estamos todos: Cada día nos planteamos qué podemos hacer de bueno hoy, cómo podemos disfrutar.

P. ¿Qué cargo ocupa un hematólogo en este ministerio?

R. Sirve un poco para todo, es el ministro de Obras Públicas. Servimos para un roto y para un “descosío”. Nos encargamos de los bancos de sangre, sin la medicina transfusional los hospitales no se abren, del diagnóstico de laboratorio, hemogramas, estudios de coagulación, pacientes con sintrom, etc. En la clínica, trabajamos desde aspectos muy básicos a todas las enfermedades, que tienen un reflejo en la sangre. También hacemos técnicas muy sofisticadas como trasplante de médula ósea o terapia celular, que están a la vanguardia. El hematólogo está en el medio de todo. Es una posición interesante por lo que su servicio supone para los pacientes.

P. ¿Cómo ve el futuro “el hijo de Don Valerio”?

R. Lo veo con mucho optimismo. Aunque estamos atravesando una etapa dura, tenemos un enorme futuro por delante. Nuestros jóvenes tienen un enorme talento, les hemos enseñado bien, tienen raza —estoy pensando en mis hijos—, y van a triunfar. Estoy convencido de que esta generación que tiene tantas dificultades y que muchos ven como una generación perdida, lo va a superar todo.

PÍLDORAS

¿Cuál ha sido tu mejor ‘herencia’? Las ganas de trabajar, el ímpetu en el trabajo y la constancia que heredé directamente de mi padre.

En el primer paparajote, ¿mordiste la hoja del limonero? Me la comí (risas) y está muy rica.

¿A qué le echarías un “chorrico limón”? Lo tomo solo todas las mañanas, incluso a ‘bocaos’.

Facebook, Twitter, Instagram, Whatsapp, correo electronico, carta… ¿qué prefieres? Manejo diariamente el correo electrónico, la web y empiezo a manejar Twitter.

Un mensaje de bienvenida para el MIR que será hematólogo. Ha elegido muy bien. Ser médico científico es lo mejor que se puede ser.