La vacunación es crucial para la salud pública ya que previene enfermedades infecciosas graves y potencialmente mortales, protege a quienes no pueden conseguir la inmunización mediante la inmunidad de rebaño, y reduce costes médicos al evitar tratamientos costosos y hospitalizaciones. Además, ha permitido la erradicación de enfermedades como la viruela y está cerca de eliminar otras como la poliomielitis, protege a las generaciones futuras, y mejora la calidad de vida al prevenir complicaciones severas. Las políticas de salud pública y los requisitos educativos y de viajes también refuerzan la importancia de la vacunación, asegurando la protección tanto individual como comunitaria y previniendo pandemias y brotes.
En cifras, de acuerdo con los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los esfuerzos globales de inmunización han salvado aproximadamente 154 millones de vidas en los últimos 50 años, lo que equivale a seis vidas por minuto cada año. La mayoría de estas vidas salvadas (101 millones) corresponden a niños menores de un año.
Sin embargo, en los últimos años el escepticismo hacia las vacunas ha experimentado un resurgimiento preocupante a nivel mundial. Este fenómeno, lejos de ser nuevo, se ha visto exacerbado por diversos factores que han convergido de manera particular, principalmente en el contexto de la pandemia de la COVID-19. De hecho, esta situación plantea desafíos para lograr altas tasas de vacunación en todo el mundo, lo que ha provocado bajas tasas de cobertura y ha amenazado la salud pública mundial. Así, la OMS incluyó en 2019 la renuncia a vacunarse como una de las diez principales amenazas para la salud mundial. La propia organización destacó la vacunación como una de las medidas de salud preventiva más rentables y advirtió sobre el aumento de la incidencia de enfermedades como el sarampión en los últimos años. Por ello, la lucha contra la reticencia a vacunarse está incluida en la agenda de Inmunización 2030 de la OMS.
Aceptación de las vacunas entre sanitarios
En este contexto de desconfianza hacia la vacunación, un estudio publicado en la revista Vaccine X comparte una revisión sobre las estrategias utilizadas para mejorar la aceptación de las vacunas entre los proveedores de atención médica.
Los trabajadores sanitarios son esenciales para la aceptación mundial de la vacunación, ya que administran las vacunas y tienen una influencia significativa en la opinión pública y la confianza en las medidas de salud. Cuando están vacunados, es más probable que recomienden y administren vacunas a sus pacientes y, además, debido a su contacto frecuente con personas vulnerables, tienen un mayor riesgo de transmitir infecciones graves, lo que hace que su propia vacunación sea crucial.
En este sentido, diversos estudios que han investigado los factores que contribuyen a la indecisión en esta población en particular han encontrado una combinación de preocupaciones entre las que se encuentran dudas sobre la seguridad y eficacia de las vacunas, la percepción personal de no ser susceptible a las enfermedades, la falta de personal y tiempo, y la falta de conocimiento sobre las propias vacunas. Para lograr al aceptación en este grupo de profesionales las estrategias a seguir son particulares, ya que deben ser específicas y estar adaptadas.
Diversos estudios han encontrado una combinación de preocupaciones entre las que se encuentran dudas sobre la seguridad y eficacia de las vacunas, la percepción personal de no ser susceptible a las enfermedades, la falta de personal y tiempo, y la falta de conocimiento sobre las propias vacunas.
La revisión publicada en Vaccine X analiza 52 estudios examinaron estrategias para aumentar la aceptación de la vacunación contra la gripe, otros cuatro se centraron en la vacunación contra la COVID-19, dos abordaron todas las vacunas en general y uno examinó la vacunación contra la hepatitis B y la tos ferina. Además, dado que los motivos para no vacunarse y, por ende, las estrategias de campaña de vacunación efectivas varían según factores como la morbilidad y mortalidad de la enfermedad, las tasas de transmisión y el discurso público, las estrategias que describen los investigadores se aplicarán más directamente a la gripe y a patógenos similares.
Características del análisis
En este estudio se resumen las características demográficas de los estudios incluidos, 48 de los cuales se realizaron en Europa y América del Norte, ocho se llevaron a cabo en países asiáticos, tres en Oceanía y uno en África. De los 60 estudios, 55 se realizaron en países de ingresos altos, mientras que solo dos se realizaron en Turquía (país de ingresos medios-altos), uno en Vietnam y la India (países de ingresos medios-bajos) y uno en Sudán (país de ingresos bajos).
Por un lado, en 32 estudios se analizaron las tasas de vacunación entre diferentes categorías de trabajadores de la salud, como médicos, enfermeros, farmacéuticos y otros, de manera individual. En el resto de los estudios, se evaluaron las tasas de vacunación de forma generalizada, sin desglosar por género, etnia u otros datos demográficos. Así, cuatro estudios se centraron en aumentar la vacunación entre los estudiantes de profesiones sanitarias, con tres dirigidos a estudiantes de medicina y uno a estudiantes de farmacia. Así, destacan que “enfocar las estrategias en los profesionales de salud en formación puede ser efectivo para desmantelar mitos sobre las vacunas y fomentar un compromiso duradero con la inmunización”.
Por otro lado, solo un estudio se dedicó a mejorar la aceptación de la vacunación entre el personal de enfermería. Dado que las tasas de vacunación entre enfermeras suelen ser más bajas que las de los médicos, esta área requiere más investigación. De acuerdo con el estudio, la diferencia en aceptación sugiere que podrían ser necesarias estrategias específicas para abordar a estos dos grupos de manera distinta.
Estrategias eficaces
Las conclusiones obtenidas muestran que las estrategias de campañas de vacunación implementadas en diversos contextos globales más utilizadas son las charlas educativas, seguidas por la introducción de unidades móviles de vacunación, y luego por el uso de carteles educativos, folletos y la ampliación del horario de vacunación. Estas cinco estrategias se enmarcan en medidas educativas y de acceso, lo que concuerda con los hallazgos de una revisión sistemática previamente realizada, que identificó la educación y la mejora del acceso como las estrategias más comunes en las campañas contra la influenza.
En diversas revisiones sistemáticas, la confianza en las vacunas ha sido identificada como un factor crucial en las negativas a vacunar entre el personal sanitario. Además de las barreras de acceso, como limitaciones de tiempo, costes y falta de personal, estos estudios resaltan la importancia de la confianza y la indecisión en torno a las vacunas. Muchos de estos estudios identificaron preocupaciones específicas entre los trabajadores de la salud, incluyendo dudas sobre la seguridad y eficacia de las vacunas, falta de conocimiento y desconfianza en la industria farmacéutica.
Así, determinan que las estrategias educativas, como conferencias específicas y materiales adaptados a malentendidos, son esenciales para abordar estas preocupaciones. El compromiso de los líderes y la visibilidad pública de la vacunación también pueden aumentar la confianza. Además, mejorar el acceso a las vacunas, como la implementación de clínicas móviles, y fomentar la motivación mediante incentivos y políticas de vacunación son factores clave para promover la vacunación entre los trabajadores sanitarios.
Por tanto, para mejorar la confianza en las vacunas y aumentar las tasas de vacunación entre los profesionales sanitarios se requiere una estrategia de campaña personalizada y multidimensional. El trabajo concluye que “adoptando un enfoque integral que incluya iniciativas educativas, sistemas de recordatorio, incentivos, mejor acceso, mecanismos de retroalimentación y, cuando sea adecuado, políticas específicas, las instituciones pueden abordar de manera más efectiva las dudas y fomentar una cultura de vacunación”.
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