La COVID persistente es una condición en la que las personas que han sufrido una infección por SARS-CoV-2 continúan experimentando síntomas durante semanas o meses después de haber superado la fase aguda de la enfermedad. Aunque la mayoría de las personas se recuperan completamente en unas pocas semanas, algunas presentan síntomas a largo plazo que pueden afectar significativamente su calidad de vida.

La causa exacta de la COVID persistente no se comprende completamente y, por ello, se están realizando numerosas investigaciones para comprender mejor sus causas, desarrollar métodos de diagnóstico más precisos y encontrar tratamientos efectivos. Las secuelas a largo plazo de la infección por el coronavirus SARS-CoV-2 representan un desafío urgente para la salud pública, ya que las estimaciones indican que afecta a más de 60 millones de personas en todo el mundo.

En este contexto, una nueva investigación, publicada en Science Translational Medicine, ha revelado nuevos detalles que podrían ayudar a los científicos a desarrollar tratamientos más efectivos para la COVID prolongada. En concreto, los hallazgos muestran como la molécula de señalización interferón gamma (IFN-γ), que ayuda a iniciar la inflamación en los pulmones, podría desempeñar un papel clave en el agravamiento de algunos síntomas a largo plazo de la infección. Los investigadores comprobaron en ratones que al inhibir dicha molécula se atenuaban las afecciones crónicas posteriores.

IFN-γ, una molécula inflamatoria

IFN-γ es una de las muchas proteínas que el cuerpo libera para combatir las infecciones. Producida por los glóbulos blancos, envía señales a otras células inmunitarias y promueve la inflamación. A corto plazo, esto aumenta el flujo sanguíneo a la zona infectada para favorecer el proceso de curación, pero la inflamación crónica puede provocar daños a las células y los tejidos. Estudios anteriores ya habían demostrado que las personas con COVID-19 persistente tienen niveles elevados de IFN-γ, y la evidencia también sugiere que esta proteína puede contribuir a lesiones en los alvéolos. Sin embargo, estos estudios no pudieron determinar si IFN-γ es una causa del daño pulmonar asociado con el COVID prolongado o simplemente un indicio de otro mecanismo subyacente.

Para investigar esto, el equipo de investigadores adoptó un enfoque de dos pasos. Por un lado, reclutaron a personas con COVID-19 persistente y compararon muestras de células de sus pulmones con las de personas que se habían recuperado de COVID-19 unas semanas antes del estudio, así como con un grupo de control que no había sido infectado. Utilizaron una técnica llamada secuenciación de ARN unicelular para analizar la composición de las muestras de células pulmonares. Descubrieron que las muestras de personas con COVID-19 persistente tenían niveles más altos de células T productoras de IFN-γ en comparación con las muestras de personas sin COVID-19 o las de personas que se habían recuperado de la infección.

Por otro lado, infectaron ratones con SARS-CoV-2 y 21 días después de la infección, los ratones mostraron una respuesta celular en sus pulmones similar a la observada en personas con COVID-19 persistente, incluidos niveles elevados de células T productoras de IFN-γ. Posteriormente, los investigadores trataron a algunos de los ratones infectados con un compuesto que inhibe el IFN-γ y observaron una gran mejora en la salud de los animales. Los ratones mostraron una reducción general de la inflamación en los pulmones, niveles más bajos de células inmunitarias que promueven la inflamación y menos depósitos de colágeno, una sustancia que puede dañar y cicatrizar el tejido pulmonar.

Abriendo nuevas vías de tratamientos

Los descubrimientos de este estudio son relevantes y abren nuevos caminos terapéuticos para la COVID persistente, además los investigadores esperan conseguir los mismos beneficios en las personas con el tratamiento administrado a los ratones. De hecho, en la actualidad ya existen en el mercado fármacos inhibidores del IFN-γ, como baricitinib, que se utiliza actualmente para tratar la COVID-19 grave y reducir la inflamación causada por la artritis reumatoide.

No obstante, en el estudio insisten en la necesidad de investigar otros posibles factores desencadenantes de la COVID prolongada, ya que se cree que afecta a millones de personas en todo el mundo y se conoce muy poco sobre qué la produce y cuáles son los tratamientos más efectivos.


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