Almudena Fernández Madrid | viernes, 26 de febrero de 2016 h |

En pleno proceso de trabajo de la comisión nombrada por las tres sociedades científicas para seleccionar las competencias que deberán certificarse y recertificarse en los médicos de familia, así como el método para hacerlo, el reto pasa por conseguir que el facultativo no viva este proceso como algo con carácter punitivo.

“El médico, tanto el bien formado y competente como el que no, contempla con cierto recelo el desarrollo de sistemas de evaluación de la competencia y de certificación y recertificación”, aseguró a GM el presidente de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Antonio Fernández-Pro. Por ello, incidió en que es esencial trabajar en este sentido, introduciendo “mucha pedagogía” en los mensajes que se lancen y teniendo perfectamente definidos —y explicados— todos los pasos de este proceso.

Juan V. Quintana, secretario de la Comisión de Recertificación de las tres sociedades de medicina de familia y portavoz de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc), por su parte, recordó que firmaron un acuerdo con la Organización Médica Colegial (OMC), como están haciendo también las sociedades científicas de otras especialidades, para que el camino sea común aunque está “muy bien delimitado” el papel que cada uno de los actores debe tener en el mismo. En el caso de las sociedades, deben certificar las competencias profesionales en lo que se refiere a los aspectos científicos, formativos y de méritos con los que han de contar los médicos que se han de presentar a la recertificación de sus conocimientos y de sus titulaciones.

Fernández-Pro incidió en que la OMC es uno de los actores imprescindibles en este proceso, fundamentalmente, porque tiene mucho que decir en los aspectos relacionados con la autorregulación profesional en los que las organizaciones profesionales —colegios y sociedades científicas— deben contribuir a facilitar y ayudar a construir el camino del desarrollo profesional. Detalló que estos actores, junto con la Administración, “deben ir de la mano como garantes de este proceso”.

Y es que la OMC “tiene un papel imprescindible en la ética y el profesionalismo”, y ambas son cuestiones importantes a la hora de la evaluación profesional. Aunque reconoció que estos aspectos no pueden ni deben ser evaluables numéricamente, sí desde el punto de vista de la certificación, y en este ámbito de validación es “donde la OMC juega su papel imprescindible”.

En esta línea, explicó el secretario del grupo que desde el mismo se están actualmente, por un lado, seleccionando de entre todas las competencias que recoge el programa formativo de medicina familiar y comunitaria, las que para las tres sociedades son principales, que serán las que se evaluarán en este proceso de recertificación y, por otro lado, qué herramientas de las que se describen en la literatura se deberán de utilizar para valorar cada una de las competencias que se seleccionen. El objetivo será contar con un método fiable para comprobar si se poseen las competencias que se le presumen a un médico de familia. Concluyó Quintana que la principal tarea, en definitiva, es conseguir una herramienta válida y objetiva de evaluación para que el proceso de certificación y recertificación “no sea un mero trámite”.

En cuanto a los plazos, el presidente de SEMG señaló que, como punto de partida, están a la espera de la publicación del decreto que regule y normalice el proceso y, a partir de ahí, “se verán las cosas con bastante más claridad”.