carlos b. rodríguez Madrid | viernes, 13 de abril de 2012 h |

En 2010 hubo un 9,54 por ciento menos de empresas innovadoras que en 2009, otro indicador clave que muestra la situación por la que atravesaba, ya hace dos años, la economía española. Pese a ello, el número de productos nuevos o mejorados aumentó, aunque fuera únicamente en un 0,54 por ciento. Ello se debe en parte a la industria farmacéutica, que según el informe del Strategic Research Center de EAE Business School ocupó el primero de los cinco sectores que tienen una mayoría de empresas innovadoras en España.

El porcentaje de empresas innovadoras en el ámbito de la farmacia se situó en 2010 en el 73,09 por ciento. El segundo sector, el de productos informáticos, está más de diez puntos por debajo, con un 62,66 por ciento de empresas innovadoras. La cuestión clave radica por tanto en qué soluciones implementará el Gobierno para no perjudicar las cotas de innovación de las empresas farmacéuticas, que junto con el resto de la industria siguen esperando la revisión de los incentivos en la Ley de Mecenazgo.

Hasta ahora las políticas científicas se habían mantenido relativamente a salvo de la crisis económica. Los últimos datos que maneja el estudio anual sobre inversión en I+D+i del Strategic Research Center de la EAE Business School revelan que en 2010 el gasto en esta materia no creció, pero tampoco disminuyó drásticamente. No obstante, los recortes a los que se enfrenta este año la Secretaría de Estado de I+D+i amenazan con trastocar de forma manifiesta el mapa inversor, a la vez que aleja a España de conseguir los objetivos dibujados en la Agenda de Lisboa.

Tales objetivos no solo se refieren a alcanzar un gasto en I+D+i de al menos el 3 por ciento del PIB. Además, la tasa de empleo debe situarse en el 70 por ciento y el porcentaje de gasto privado sobre el total debe ser, al menos, del 66 por ciento. Todos ellos difíciles de conseguir con el recorte de 1.391 millones de euros (el 26 por ciento) al que se enfrenta la Secretaría de Estado de I+D+i.

Siguiendo la tónica que se presentaba en 2010, el objetivo de invertir en I+D+i el 3 por ciento del PIB ya era complicado. Según los datos de ese año, España ocupa la zona media baja de la tabla europea, con un gasto total del 1,4 por ciento. De los otros cuatro grandes países de la UE en lo referente a extensión, población y PIB, solo Italia muestra una cifra más modesta, con una inversión del 1,3 por ciento. Alemania, Francia y Reino Unido están muy por encima en la clasificación, con tasas del 2,8, el 2,3 y el 1,9 por ciento, respectivamente.

Pese a hacerlo de manera muy escasa, el peso de la I+D+i en el PIB español ya disminuyó en 2010. Lo hizo un 0,03 por ciento, motivado por el limitado peso del gasto privado. España, con un esfuerzo privado del 0,7 por ciento del PIB, ligeramente inferior al de 2009, sigue muy lejos de la media de la UE, situada en el 1,2 por ciento.

La propuesta de presupuestos difícilmente ayudará a corregir esta tendencia. El proyecto, desgranado la semana pasada por Carmen Vela, secretaria de Estado de I+D, contará con 1.642 millones, 475 menos que en 2011, para operaciones no financieras, es decir, subvenciones a proyectos de I+D, y con 2.301 millones para operaciones no financieras o créditos para empresas, 916 millones menos que el año pasado. Según Vela, este reparto es el que “menos daño” hará a la I+D+i, si se tiene en cuenta que el año pasado el Ministerio de Ciencia e Innovación presupuestó 3.218 millones para el capítulo de créditos, pero solamente ejecutó 1.362 millones, el 42,3 por ciento.

Estos descensos no solo implicarán un mayor requisito de calidad para todos los proyectos susceptibles de obtener financiación pública. También obligarán a un mayor uso de las ayudas europeas, sobre todo si se tiene en cuenta que el recorte medio del 4,7 por ciento que sufrirán los organismos públicos de investigación, principalmente el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial, tampoco servirá para compensar desde el sector público la previsible caída de la inversión privada.

Pero el peso de la inversión en I+D+i sobre el PIB no fue la única variable que disminuyó. En España también cayó la inversión en I+D+i en gasto por persona. Este gasto, situado en los 317,02 euros es el más bajo de los cinco grandes países de la UE. El gasto alemán es de 855,48 euros (2,7 veces superior al español); el francés, de 693; el de Reino Unido, de 483,3; y el italiano, de 323,8.

Sumados los gastos internos totales en actividades de I+D, el informe del Strategic Research Center de la EAE Business School concluye que la cifra apenas ha sufrido variaciones entre 2009 y 2010, lo que hace evidente que la tendencia fuertemente alcista que se registró desde 2003 hasta 2008 “ha concluido”.

Jarro de agua fría

La realidad así lo atestigua. Tras analizar los datos del proyecto de presupuestos generales, la Confederación de Sociedades Científicas de España se ratifica en que se trata del mayor recorte experimentado en toda la historia del sistema moderno de I+D. Para saber verdaderamente hasta dónde llegará el efecto sobre la Ciencia española, la comunidad científica exigen conocer al dedillo el plan de la Secretaría de Estado de I+D+i para esta legislatura.