En España, 8.551 pacientes desarrollaron alguna infección durante su estancia hospitalaria (IRAS) durante el periodo 2022-2023, según los datos del Estudio de Prevalencia de las Infecciones Nosocomiales en España (EPINE). Además, este informe apunta a que las IRAS ocasionan anualmente 7.414 fallecimientos y generan unos costes directos de 2.025 millones de euros.
En este sentido, el Sistema Nacional de Vigilancia de las Infecciones Relacionadas con la Asistencia Sanitaria, en la última actualización de su protocolo, señala que entre un cinco y un 10 por ciento de los pacientes hospitalizados desarrollan alguna IRAS, siendo especialmente relevantes las causadas por microorganismos resistentes. Estas infecciones prolongan las estancias hospitalarias y causan problemas crónicos de discapacidad, resistencias a los antimicrobianos, muertes evitables y gastos para los pacientes, sus familiares y los sistemas de salud.
Prevención y vigilancia
La vigilancia epidemiológica, la prevención y el control de la IRAS es indispensable en cualquier centro hospitalario, no solo por la carga de fallecimientos que suponen, sino también por los costes que generan al sistema sanitario. Las medidas para frenarlas incluyen la higiene de manos adecuada, la esterilización y desinfección de equipos médicos, el uso adecuado de antibióticos, la implementación de protocolos de control de infecciones, la educación del personal y los pacientes y el seguimiento de las pautas de prevención específicas para cada tipo de infección.
En este sentido, Guillermo Ruiz, microbiólogo experto en IRAS del servicio de Microbiología del Hospital La Paz de Madrid, explica a Gaceta Médica que “los controles de las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria están basados sobre todo en tres pilares. El primero es realizar controles sobre pacientes que están en unidades de críticos, como UCIs, y analizar su estado de colonización de microorganismos multirresistentes. Fundamentalmente porque, si estos pacientes son portadores de alguno de estos microorganismos, son potenciales trasmisores de estas bacterias”.
En esta misma línea, ampliando la visión al resto del mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que “actualmente, en los países de ingreso alto, siete de cada 100 pacientes ingresados en un hospital de cuidados intensivos contraerán al menos una infección nosocomial durante su hospitalización, cifra que asciende a 15 de cada 100 pacientes en los países de ingreso bajo o mediano”.
Controles ambientales
La vigilancia activa de infecciones no es suficiente para mantener un control de las IRAS. “Otro pilar fundamental es lo que denominamos controles ambientales, es decir, que el hospital esté en un buen estado a nivel ambiental, por ejemplo, que el agua que da abastecimiento al centro no tenga legionela”, indica el microbiólogo. Del mismo modo que se controla el agua, también se analiza el aire de los quirófanos para comprobar que no presenta hongos, como los “Aspergillus”, y también se comprueba que los medicamentos estén completamente estériles.
“Diversas unidades como las de farmacia, donde se prepara la medicación o la nutrición parenteral, llevan un control exhaustivo que asegura que estén trabajando bajo condiciones ambientales adecuadas desde el punto de vista microbiológico”, asegura Ruiz.
La OMS en su último informe mundial sobre prevención y control de infecciones muestra que la implementación de un paquete de medidas que incluya una mejor higiene de las manos, programas de administración de antibióticos y una mejor higiene ambiental en los entornos de atención médica en los países de la OCDE reduciría la carga para la salud de la resistencia antimicrobiana en un 85 por ciento y al mismo tiempo produciría ahorros de 0,7 euros per cápita por año.
En esta línea, también muestra como la higiene de manos y la higiene ambiental en los hospitales son medidas clave. Su aplicación reduciría a más de la mitad el riesgo de morir como resultado de infecciones con patógenos con resistencia antimicrobiana y disminuiría las largas estancias hospitalarias asociadas, las complicaciones a largo plazo y la carga de salud en al menos un 40 por ciento.
Por otra parte, el uso de herramientas informáticas y algoritmos estadísticos es otro de los pilares clave en el control y vigilancia de las IRAS. “En nuestro servicio manejamos herramientas estadísticas que nos permiten ver que está pasando con respecto a ciertos microorganismos y bacterias multirresistentes que nosotros consideramos centinelas. Esto nos ayuda a comprobar si están aumentando o descendiendo y comprobar qué ocurre a nivel microbiológico dentro de nuestro hospital”, explica el Ruiz.
Infecciones resistentes
Las infecciones que pueden producirse como consecuencia de la asistencia sanitaria son varias, como las producidas después de un procedimiento quirúrgico o las infecciones del tracto urinario asociadas al uso catéteres. Aunque estas son las que se dan más a menudo, según el microbiólogo del Hospital La Paz, también pueden producirse otras como las ligadas a la ventilación mecánica o a la colocación de catéteres intravenosos.
“Por desgracia cada vez son más habituales las IRAS causadas por bacterias resistentes, por eso que se denomine como ‘la nueva pandemia’. Estos microorganismos son muy difíciles de tratar porque es cierto que el arsenal terapéutico que tenemos está muy limitado”, señala Ruiz, que también apunta a que “en los últimos años han aparecido nuevos fármacos y nuevos antibióticos que nos están permitiendo ‘capear’ este escenario”. Sin embargo, no han surgido grupos nuevos de antibióticos, tal y como explica el microbiólogo “todo este tipo de fármacos nuevos que tenemos son modificaciones de grupos de antibióticos que ya existían desde hace mucho tiempo. Pero estamos ante un problema muy serio porque a veces nos encontramos con bacterias que son casi imposibles de tratar”.
En este sentido, en el Hospital La Paz tienen un protocolo propio ante las IRAS que se ha adaptado a las necesidades y circunstancias del centro, pero que bebe de varias fuentes, como el protocolo de la Comunidad de Madrid y la Estrategia de Vigilancia en Salud Pública del Sistema Nacional de Salud (SNS). “Es un protocolo que se elabora de manera multidisciplinar entre los distintos servicios, como microbiología, medicina preventiva y enfermedades infecciosas”, apunta Ruiz.
En pocas palabras, este protocolo versa principalmente sobre la vigilancia de los pacientes que están colonizados por estos microorganismos multirresistentes y el control ambiental en el centro hospitalario.
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