Los antibióticos son medicamentos que sirven para tratar infecciones causadas por bacterias. El uso inapropiado, el sobreuso o el abuso tienen como consecuencia la selección de cepas de bacterias que pueden resistir el tratamiento, lo que se conoce como resistencia bacteriana. La resistencia a los antibióticos constituye una de las diez principales amenazas para la salud según la OMS.
España es uno de los países de la Unión Europea que más ha reducido su consumo de antibióticos entre 2014 y 2022; en concreto, en un 17 por ciento en humanos y un 61 por ciento en animales, según datos del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN). Sin embargo, sigue ocupando el séptimo lugar en el ránking de ingesta de estos fármacos y la sobra de la resistencia a los antibióticos sigue preocupando a los especialistas por el riesgo que podría entrañar para la salud de las personas.
“Las bacterias también están vivas y luchan, al igual que nosotros, por sobrevivir. Si abusamos demasiado de una forma de atacar, aprenderán la forma de defenderse. Por desgracia, hoy ya tenemos bacterias superresistentes que han construido su propio búnker y son muy difíciles de tratar, incluso con antibióticos”, ha señalado Roi Piñeiro Pérez, coordinador del Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Por eso, es muy importante usarlos de forma apropiada.
En la antesala del Día Europeo del Uso Prudente de los Antibióticos, que se celebra el 18 de noviembre, y de la Semana Mundial de Concienciación sobre la resistencia a los antimicrobianos (RAM), del 18 al 24 de noviembre, la Asociación Española de Pediatría aporta cinco recomendaciones para hacer un buen uso de los antibióticos y reducir las resistencias bacterianas.
Consejos de la AEP
Para avanzar en su uso correcto, la AEP recomienda al facultativo hacer una prescripción adecuada. La asociación explica que, en ocasiones, se administra un antibiótico “por si acaso”, sin una sospecha fundada de que pueda existir una infección bacteriana. Para la AEP, la clave para revertir esta tendencia es la formación continuada de los sanitarios. En cualquier caso, si el profesional sanitario ha pautado un tratamiento con antibióticos por una sospecha de infección bacteriana, una vez que se demuestre que la infección está producida por un virus u otro microorganismo éste debe suspender de inmediato el tratamiento con antibióticos.
En esa línea, la Asociación Española de Pediatría recuerda que no se debe mantener el tratamiento con antibióticos durante más tiempo del necesario. “Cada enfermedad necesita un número de días que están bien definidos en protocolos y documentos de consenso. Más tiempo de tratamiento no supone una mejor curación de la infección”, han explicado.
Los profesionales sanitarios reiteran, una vez más, que no se tomar antibióticos en caso de gripe, infección vírica, dolor o catarro. Los antibióticos solo son efectivos contra las bacterias y, si los tomamos aleatoriamente para tratar infecciones víricas, como son la gripe, la COVID-19 o el resfriado común, no serán eficaces cuando realmente los necesitemos. Por último, la AEP incide en que nunca se debe tomar antibióticos sin prescripción médica, aunque cada vez sea una práctica menos frecuente.