La polineuropatía diabética dolorosa (PNDD) es una complicación frecuente de la diabetes que puede cursar con síntomas como ardor, entumecimiento, hormigueo o descargas eléctricas y que comúnmente afecta a extremidades, pies, y manos.
Es una enfermedad altamente infradiagnosticada, a pesar de ser una complicación habitual, lo que dificulta notablemente su abordaje y tratamiento. Por ello, la Federación Española de Diabetes (FEDE) apuesta por la concienciación de los profesionales sobre esta enfermedad para mejorar el diagnóstico y la convivencia de las personas que sufren PNDD.

Ancor Serrano Alfonso, especialista en anestesiología de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona) y coordinador del Grupo de Trabajo de Dolor Neuropático de la Sociedad Española del Dolor (SED) identifica dos factores que juegan un papel fundamental en el desarrollo de esta complicación: “la hiperglucemia crónica o, más certeramente, los niveles elevados de hemoglobina glicosilada, y la duración de la diabetes”.

Asimismo, el experto identifica otros factores como la obesidad, la diabetes tipo 2, el tabaquismo o el sedentarismo, aunque asevera que hay que incidir más en los factores modificables, como los factores de riesgo cardiovascular, aparte de la hiperglucemia. “Es fundamental el control del perfil lipídico, como la hipertrigliceridemia y niveles bajos de lipoproteínas de alta densidad (HDL) y de la tensión arterial”, indica.

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No obstante, el gran problema de esta afección es el citado infradiagnóstico, lo que limita el acceso a un tratamiento de manera rápida y adecuada. Por ello, es importante concienciar a los profesionales sanitarios sobre la PNDD y su impacto en los pacientes. Esta concienciación es fundamental para favorecer la comunicación entre paciente y profesional sanitario respecto a esta patología, aumentando las tasas de diagnóstico y tratamiento.

En este sentido, se ha realizado una encuesta online en cuatro países europeos con el objetivo de conocer el impacto de la PNDD en los pacientes y las dificultades de diagnóstico y de tratamiento. Asimismo, se trataba de identificar soluciones y crear conciencia entre profesionales sanitarios y pacientes sobre la PNDD para mejorar la práctica asistencial.

La encuesta se llevó a cabo desde noviembre de 2021 hasta febrero de 2022. Se incluyeron pacientes adultos, diagnosticados de diabetes mellitus, que experimentaban signos de dolor neuropático según criterios del cuestionario “Douleur Neuropathique 4” (DN4). El DN4 es una herramienta de detección de dolor neuropático que consta de diez ítems o criterios que evalúan la sintomatología dolorosa con un 1 (afirmativo) o con un 0 (negativo). En este caso, los pacientes autoevaluaron los diez criterios y fueron incluidos en la encuesta aquellos que reunieron una puntuación igual o superior a 4. La muestra final consistió en 576 pacientes, de los cuales 150 eran españoles.

Los datos a escala nacional indican que uno de cada tres pacientes refiere dolor intenso a diario y señalan que este dolor afecta notablemente a su calidad de vida. El 49 por ciento considera que sus actividades cotidianas se ven perjudicadas por esta dolencia; el 75 por ciento subraya que su estado de ánimo se ve damnificado y el 37 por ciento han visto disminuida su autoestima. Sin embargo, solo un 39 por ciento de los encuestados tiene un diagnóstico formal de PNDD.

Impacto Laboral

En cuanto al ámbito laboral, la PNDD también afecta negativamente a quien la sufre. El 52 por ciento de los pacientes asegura que ha perdido más de cinco días de trabajo en el último año a causa de la enfermedad. Además, el 71 por ciento de los pacientes informaron estar satisfechos con el tratamiento, aunque tan solo el 42 por ciento ha recibido el tratamiento específico para la PNDD. A pesar de que el 68 por ciento fue informado por un profesional sanitario sobre la posibilidad de desarrollar PNDD, el 64 por ciento de los encuestados afirma tener poco o ningún conocimiento de la enfermedad.

En definitiva, las principales conclusiones del estudio reflejan el gran impacto que tiene el dolor en la vida diaria y las bajas expectativas de tratamiento que tienen los pacientes afectados por PNDD. Ante estos resultados, los expertos consultados por GACETA MÉDICA coinciden en que empoderar al paciente en el conocimiento de su enfermedad y afianzar su relación con el profesional podría mejorar el diagnóstico y tratamiento.

En este sentido, Ainhoa Reta Murua, enfermera de la Unidad de Dolor del Hospital Universitario Son Llàtzer señala que la principal conclusión del estudio es que constata “el infradiagnóstico de la PNDD, que limita el acceso de los pacientes a un tratamiento rápido y adecuado”. No obstante, la enfermera señala que los pacientes “muestran unas expectativas modestas sobre el tratamiento del dolor, con unas tasas relativamente altas de satisfacción, aunque no siempre corresponde con un control adecuado del dolor”.

Asimismo, la experta indica que la mayoría de los encuestados tenía un conocimiento “mínimo o nulo” y considera que cree esta situación se debe a que “los profesionales que les atienden no siempre preguntan o discuten sobre los síntomas del dolor”.
En la misma línea, desde FEDE apuntan al infradiagnóstico como principal barrera y subrayan que en este terreno queda mucho trabajo por hacer en PNDD.

El estudio refleja una realidad que hay que tener en cuenta, ya que la PNDD debe de abordarse desde la prevención. Para ello se usan los PROMs (patient reported outcome measure). Con estos baremos, el paciente reporta sus cambios en la funcionalidad y calidad de vida, de modo que se lleve a cabo un abordaje desde el tratamiento fisiopatológico y el alivio sintomático. Llegados a este punto, el conocimiento del paciente resulta fundamental, puesto que sin esa base es imposible reportar sus cambios correctamente, lo que afecta al manejo correcto de esta patología.

En este sentido, desde FEDE inciden en que el abordaje de esta complicación de la diabetes debe ser integral. Las recomendaciones de la mayoría de las guías clínicas indican que los tratamientos de primera elección deberían ser pregabalina, duloxetina y parche de capsaicina, seguidos por gabapentina, antidepresivos tricíclicos, venlafaxina y valproato.

Perspectivas de futuro

Por otra parte, las perspectivas de futuro de esta enfermedad, según Ainhoa Reta, deben estar centradas en comprender mejor el impacto que tiene esta complicación en la vida de la persona que la sufre, en fomentar la comunicación con el paciente y en mejorar las tasas de diagnóstico y tratamiento. “Una mejor relación entre el paciente y el profesional puede ser importante para superar las barreras que tiene la persona afectada para informar sobre su dolor”, asevera la enfermera.

Por su parte, Ancor Serrano vaticina que las perspectivas de futuro no son nada alentadoras. “Estamos en un entorno VICA (volatilidad, incertidumbre, complejidad, ambigüedad) en el que hemos entrado hace varios años, y del que no hay perspectivas de salida. Los profesionales sanitarios estamos cansados crónicamente desde la pandemia. La demanda asistencial está en aumento. El sistema sanitario está totalmente tensionado. Pero es que a nivel macro, el entorno VICA es aún mayor” asegura el especialista.

Además, señala que no hay manera de poder realizar buenos diagnósticos, seguimiento y tratamiento de los pacientes en este entorno. “Para poder hacer campañas de prevención, y mejorar la atención de los pacientes, es fundamental reducir tanto la volatilidad como la incertidumbre. Los pacientes no saben si su médico seguirá siendo su médico en los próximos meses. Les cambian de médico con demasiada frecuencia”, puntualiza. Asimismo, esta incertidumbre es compartida por los profesionales y se acaba trasladando al paciente. Por esa razón conviene remarcar que la mejoría en la atención de los pacientes se inicia con la seguridad y certeza de los profesionales.


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