Salud pública: una especialidad desconocida hasta marzo de 2020

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Por Ángel Gil de Miguel, Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos.

Desde la creación de la especialidad de Medicina Preventiva y Salud Pública a finales de los años 70, ha ido sufriendo numerosos cambios que la han llevado a una situación de vital importancia en nuestro sistema de salud, aunque aún queda mucho trabajo por hacer.

En los primeros años, se centró fundamentalmente en el control y el seguimiento de las denominadas entonces infecciones nosocomiales. No en vano, la especialidad nació en gran medida de manos de los microbiólogos de ámbito hospitalario que sentían la necesidad de dar un paso más para el control de dichas infecciones, hoy denominadas IRAS, o infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria.

Pero el cambio más significativo surgió en la entrada del siglo XXI, cuando se ponen en marcha los principales programas para conseguir un impacto decisivo en las IRAS, como el de Bacteriemia Zero, o Sepsis Zero, todos ellos intentando reducir al máximo estas infecciones.

A lo largo del siglo XXI, también se produjeron cambios importantes en el programa formativo de la especialidad. Por ejemplo, en el año 2005 el Boletín Oficial del Estado publicó una modificación relevante en la formación que contempla la salida de hospital de una forma clara y regulada, lo que permite que los MIR se puedan formar no solo en el hospital sino también en las direcciones generales de salud pública.

La finalidad de esta medida es que puedan conocer el día a día de todos los servicios dependientes de dichas direcciones generales, como son los servicios de vigilancia epidemiológica, los servicios de promoción y educación para la salud, la salud ambiental, los programas de protección de la salud, como los programas de vacunación entre otros.

“Ha sido la pandemia la que ha sacado a la especialidad de su letargo o zona de confort”

A pesar de los cambios que se han experimentado, la especialidad tiene todavía muchas cosas por hacer. Para ello, los gestores y decisores del ámbito político sanitario y no sanitario tienen que creer en ella, tienen que dotarle de los medios necesarios para mejorar su trabajo y poder dar a la sociedad la respuesta que necesita de estos profesionales.

Lo estamos viviendo con la actual pandemia. Hasta marzo de este año apenas se sabía que hacían los profesionales de la medicina preventiva y salud pública, y ha sido la pandemia la que ha sacado a la especialidad de su letargo o zona de confort, como se dice ahora.

Por eso es muy importante saber aprovechar este momento para que se conozca más y reivindicar el papel que debe jugar en el conjunto del sistema sanitario. Hay que apostar por la especialidad, ya que con una buena dotación de recursos puede ser la llave o la clave ante futuras situaciones como las que estamos viviendo.

Gracias a GACETA MÉDICA por darme la oportunidad de dar mi humilde opinión sobre una especialidad que necesita un reconocimiento claro y decisivo de su trabajo.