SABER MÁS SOBRE RESPONSABILIDAD CIVIL

El paciente asegura la existencia de una negligencia médica profesional por parte del oftalmólogo que le trató, porque no supo instalar el cristalino y por el mal anclaje de los hápticos de la lente intraocular. Asimismo, sustenta su declaración en la falta de diagnóstico de que las hemorragias eran consecuencia de la subluxación, y la aplicación de técnicas inadecuadas para tratar hemorragias.

Por todo ello se reclama: 190.000 euros por perjuicio personal básico por perdida de agudeza visual, diplopía y perjuicio estético ligero (75 p), 30.000 euros por perjuicio personal particular (daño moral) y por último 80.000 euros en concepto de perjuicio patrimonial. En total, 300.000 euros.

El doctor, por su parte, alega la ausencia de responsabilidad por estimar que las intervenciones que llevó a cabo estaban ajustadas a la lex artis. De igual forma, se opone rotundamente a la valoración del importe de la indemnización propuesta por el paciente.

En el supuesto que nos ocupa, el paciente acude al oftalmólogo por un presunto desprendimiento de retina. Se le practica un examen en el que se constata una agudeza visual en ojo derecho de 0,4 y en el ojo izquierdo de 0,9. El doctor realiza el mismo día la intervención en el ojo derecho por desprendimiento de retina inferior mediante Vitectromia Pars Plana.

Diez meses más tarde, el paciente es operado de nuevo por el doctor por catarata en el ojo derecho. La intervención consiste en Facomulsificacion con implante LIO en saco capsular. Posteriormente el paciente acude a revisión y se constata un incremento de la agudeza visual de 0,9 con su corrección y en la exploración se observa LIO en saco capsular con buena visualización de la retina a plano.

A los seis meses el paciente acude de nuevo a consulta por hemorragias oculares internas que le dejan sin prácticamente visión, y también por sangrado. El doctor prescribe al paciente una inyección intravítrea de Avastin. Por todo ello, se le realiza una nueva intervención Vitectromia diagnostica y terapéutica aplicando endofotocoagulacion, y endocauterio en zona sospechosa para ver de donde proceden las hemorragias. Cuatro meses después se sigue sin detectar el origen del sangrado y se repiten de nuevo las hemorragias.

Tras esto, el paciente solicita una segunda opinión, y tras una ecografía, se le diagnostica lente posteriorizada subluxada con contacto de háptico superior epitelio pigmentario de iris en área temporal superior. Así, se procede a la extracción de la lente intraocular, realización de Vitrectomía Pars Plana, extracción de restos de cristalino y de membrana epirretiniana macular con implante de lente en cámara anterior.

Ninguno de los médicos que intervinieron después, pudieron certificar que fuera la mala praxis en la intervención del doctor inicial la que provocara el rozamiento de uno de los hápticos en una de las venas, concluyendo que pueden ser otras causas ajenas a la intervención de la catarata. Es más, la mayoría de los especialistas refirieron que la lente está bien emplazada. Ninguno determina que la lente estuviera mal emplazada, y que además puede suceder que se encuentre un háptico descolocado y sin embargo no provocar ningún tipo de sangrado.

No puede concluirse que hubiera un mal diagnóstico por parte del doctor, ni una pérdida de oportunidades por falta de recursos técnicos

Sí que se le imputa al doctor, que no supiera diagnosticar la causa de los hemovitirios. Los especialistas coinciden en que tuvieron a su disposición un aparato especial denominado ecografía biomicroscopia ultrasónica del segmento interior y un experto en su uso. A simple vista no se puede ver que estaba mal el háptico, sólo tras el resultado de la prueba diagnóstica especial. Aunque, hoy en día, ya dispone del aparato, hay algunas clínicas y hospitales que no lo tienen, por lo que su uso no es generalizado.

Respecto al tratamiento empleado para tratar los hemovitrios, también es correcto el uso del Avastin para la hemorragia vítrica y la vitrectomía diagnostica para eliminar la sangre. Por ello, de todas las acciones que se le imputan al doctor, sólo cabe destacar que no encontró el origen de los hemovitrios, pero no que su intervención fuera incorrecta. Las sospechas del diagnóstico, es que sea consecuencia de un problema de retina, y que en segundo lugar, los doctores posteriores pudieron detectar los hemovitrios porque disponían de un aparato especial sin el cual no podía detectarse.

En conclusión, la causa por la que la háptica de la lente se desubicó ligeramente de su sitio, y causó hemorragias tras trascurrir 8 meses desde la intervención, puede ser debida a movimientos, tensión ocular, traumatismo y propia clínica del ojo, y no a una implantación de lente. Se verificó que tras el postoperatorio resultó bien implantada.

Se constata que aun cuando se hubiera dispuesto de la última tecnología, el resultado no hubiera cambiado. El problema estaba en los antecedentes del ojo y no en la intervención practicada. Por lo tanto, no puede concluirse que hubiera un mal diagnóstico por parte del doctor, ni una pérdida de oportunidades por falta de recursos técnicos. Dicha prueba no era accesible a la mayoría de los enfermos con idéntica o parecida patología. Si el paciente hubiera acudido a otro hospital o clínica tampoco hubiera podido ser diagnosticado con dicha prueba dado que la mayoría de los hospitales y clínicas carecían de ella.

De todo ello, se deduce que, si no existe acción imprudente ni una relación causal con el resultado, no puede determinarse el importe de una indemnización.

En definitiva, la sentencia desestima íntegramente la demanda presentada por el paciente, sin existe responsabilidad alguna por parte del doctor y condenando en costas al propio paciente.

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