El Consejo General de Enfermería (CGE) ha presentado una encuesta que muestra el grave impacto de la sobrecarga asistencial en la salud mental y física de las enfermeras en España. En un contexto marcado por el aumento de bajas laborales, estrés, ansiedad y desmotivación, el CGE ha advertido que, si la situación no mejora, el sistema sanitario español podría enfrentar una crisis que afectaría gravemente la atención de los pacientes. Con una participación de 8.300 enfermeras, el estudio profundiza en las condiciones laborales y personales que enfrentan diariamente.
La encuesta revela que el 88,3% de las enfermeras encuestadas consideran que su trabajo tiene un impacto negativo en su salud mental. Dentro de este grupo, un 86,1% experimenta estrés, el 67% ansiedad, el 60% insomnio y el 27% síntomas de depresión. La carga emocional del trabajo se ha intensificado, especialmente desde la pandemia de COVID-19. Los datos muestran que el 56,1% de las enfermeras cree que su situación laboral ha empeorado desde entonces, y el 60% considera que el volumen de trabajo es excesivo. Esto ha llevado a un notable incremento en las bajas laborales.
Programas de prevención y apoyo psicológico
Florentino Pérez Raya, presidente del CGE, ha advertido de que esta situación se ha vuelto insostenible: “Después de la pandemia, el deterioro psicológico en las enfermeras es evidente. La falta de acción por parte de los responsables políticos solo ha agravado la situación”. Pérez Raya también ha recordado la necesidad de invertir en programas de prevención y apoyo psicológico para evitar un daño irreversible a la salud del personal y, en última instancia, al sistema de salud.
Uno de los datos más alarmantes del informe es el déficit de personal que enfrenta el Sistema Nacional de Salud (SNS). Con aproximadamente 345.000 enfermeras en activo, España está lejos de alcanzar el estándar europeo. El CGE calcula que harían falta 123.000 enfermeras adicionales para igualar la ratio de profesionales por habitante en Europa, una medida clave para mejorar la calidad asistencial. En la encuesta, el 95% de las enfermeras señala que se encuentran en activo, pero casi la mitad de ellas (47%) trabaja con contratos temporales, lo cual incrementa la inestabilidad en su bienestar emocional y en su motivación.
El 36,1% de las enfermeras no volverían a elegir su profesión
Las jornadas laborales extensas y la falta de tiempo para atender a cada paciente como se considera necesario generan un sentimiento de frustración en las enfermeras, lo que, según el CGE, puede afectar la calidad del cuidado. Esta presión no solo afecta a los pacientes, sino que también mina la moral del personal. De hecho, el 36,1% de las enfermeras encuestadas afirma que, si pudiera dar marcha atrás, no volvería a elegir la enfermería como profesión, una cifra que ha aumentado en más de 7 puntos desde 2022.
La falta de reconocimiento y las duras condiciones han llevado a muchas enfermeras a plantearse abandonar la profesión. La encuesta muestra que un 60% de las enfermeras han considerado dejar su trabajo, un incremento de 13,2 puntos en comparación con los datos de 2022, cuando esta cifra era del 46,5%. Este dato es especialmente alarmante para el CGE, que alerta de que la tendencia podría acelerar una crisis de personal en el sistema de salud español. La falta de estímulos y el agotamiento físico y emocional que enfrentan las enfermeras hacen que incluso la vocación, habitualmente un motor en esta profesión, se vea cuestionada.
Intención de prejubilación
La presión por mejorar la calidad del sistema y recuperar la motivación del personal también está presente en la intención de prejubilación. Un 34,3% de las enfermeras encuestadas se plantea solicitar la prejubilación, aunque esto implique una reducción en sus pensiones. Esta cifra es especialmente alta en áreas de alta presión como urgencias y consultas externas, donde supera el 40%.
La pandemia de COVID-19 ha dejado una huella imborrable en la profesión de enfermería. Antes de 2020, los problemas de sobrecarga ya eran conocidos, pero la emergencia sanitaria intensificó la situación y expuso las carencias del sistema. El CGE ha señalado que la pandemia debería haber servido como un punto de inflexión para mejorar las condiciones laborales y añadir refuerzos, pero el sistema volvió rápidamente a la “normalidad”, con ratios de personas iguales o peores a los de la prepandemia. Esto ha dejado una sensación de abandono en el colectivo, que siente que sus esfuerzos durante la crisis no fueron suficientemente reconocidos ni recompensados.
Cuidar al cuidador
La idea de “cuidar al cuidador” es uno de los principales reclamos del CGE, que considera que el bienestar de las enfermeras debe ser una prioridad en la agenda de las administraciones públicas. La implementación de programas de bienestar y medidas para reducir el agotamiento emocional no solo beneficiaría a las enfermeras, sino que garantizaría una atención de mayor calidad a los pacientes, quienes son los más perjudicados por esta crisis asistencial.
La situación actual exige una respuesta rápida, ya que las proyecciones de jubilación en el sector también son preocupantes. En los próximos 10 años, el 12,2% de las enfermeras activas podrían jubilarse, lo que dejaría una vacante considerable en el sistema de salud. Además, el 34% de las enfermeras encuestadas se han planteado la prejubilación debido al agotamiento y la falta de incentivos. La presión asistencial y la falta de reconocimiento han llevado al sector a un límite crítico. La encuesta concluye que es esencial que el gobierno actúe para abordar los problemas estructurales que afectan al sistema de salud. De no ser así, el abandono de la profesión y la falta de nuevas incorporaciones podrían generar una crisis sin precedentes en el sistema sanitario español, afectando tanto a los profesionales como a los pacientes.