Además de la propia enfermedad, el paciente adolescente o adulto joven con cáncer tiene que afrontar los posibles efectos secundarios del tratamiento oncológico sobre la sexualidad y la fertilidad, y tomar decisiones sobre una futura planificación familiar. De hecho, el 65 por ciento de los adolescentes con nuevo diagnóstico de cáncer consideran muy importante para su calidad de vida los aspectos relacionados con la fertilidad.
“Aunque es cierto que el pronóstico del cáncer infantil y adolescente ha mejorado mucho en las últimas décadas, el enfoque del tratamiento no debe estar únicamente enfocado en la curación del cáncer. Es importante tener en cuenta cómo va a ser la calidad de vida del paciente en la edad adulta'”, ha explicado a GM Maitane Andión Catalán, médico adjunto del Servicio de Oncohematología del Hospital Niño Jesús y coordinadora de la Unidad de Oncología en la Adolescencia y Adulto Joven del hospital madrileño.
“El impacto de la noticia provoca que el paciente esté más preocupado por la enfermedad y por el tratamiento. En ese sentido, hay que hacer hincapié en ofrecer toda la información posible sobre los efectos adversos de la terapia y las opciones para preservar la fertilidad en el futuro”
Los trastornos de la fertilidad pueden producir estrés, ansiedad, depresión, problemas de autoestima o dificultades en las relaciones sociales y de pareja.
“Aunque es un tema que les inquieta desde el momento del diagnóstico, el impacto de la noticia provoca que el paciente esté más preocupado por la enfermedad y por el tratamiento. En ese sentido, hay que hacer hincapié en ofrecer toda la información posible sobre los efectos adversos de la terapia y las opciones para preservar la fertilidad en el futuro“, ha especificado la oncóloga. Toda esta información supone un gran reto para el adolescente, que se encuentra en una etapa de desarrollo en la que el nuevo diagnóstico de cáncer tiene mayor impacto a nivel emocional y social que en otras etapas de la vida.
La estimación del riesgo de infertilidad se hace en función de varios factores: edad, estadio puberal, reserva gonadal, la enfermedad de base y el tipo de tratamiento que va a recibir el paciente. Los pacientes con mayor riesgo son los que reciben algunos tipos de quimioterapia, un trasplante de progenitores hematopoyéticos o radioterapia.
La enfermedad oncológica en la adolescencia es hasta casi tres veces más frecuente que en la edad infantil. Delimitar qué franjas de edad se encuadran en esta etapa de la vida varía según la sociedad científica y el país, pero los que entran seguro en este rango de edad son aquellos de entre 12 y 18 años, extrapolable hasta los 22-24 años.
Técnicas de preservación
El circuito de oncofertilidad en la Unidad de Oncología en la Adolescencia y Adulto Joven está formado por un equipo multidisciplinar que permite que funcione “lo más rápido posible“. “Este equipo está formado por los oncólogos que trabajamos en la Unidad, un equipo de Ginecología, Medicina de Reproducción, Cirugía Pediátrica, Andrología, Enfermería, Psicología y Trabajo Social”, ha enumerado Andión.
En el caso de los varones adolescentes, el circuito ofrece la crioprerservación seminal, que les permitirá utilizar su propio esperma para técnicas de reproducción asistida en el momento que consideren.
Además, a lo largo del próximo año la Unidad incorporará un nuevo proyecto experimental de criopreservación de tejido testicular, que supone actualmente la única opción para los varones que no han alcanzado aún la pubertad.
“Este proyecto de investigación que lidera el País Vasco pretende extraer una muestra de tejido testicular para congelarla. Este enfoque experimental ha demostrado resultados positivos en modelos con monos al reimplantar el tejido en la edad adulta”
“Este proyecto de investigación que lidera el País Vasco pretende extraer una muestra de tejido testicular para congelarla. Este enfoque experimental ha demostrado resultados positivos en modelos con monos al reimplantar el tejido en la edad adulta, pero en humanos se encuentra en fases iniciales de investigación”, ha señalado la oncóloga.
En el abordaje de las adolescentes, la técnica de vitrificación de ovocitos consiste en la congelación de ovocitos maduros para uso a través de técnicas de reproducción asistida en la edad adulta.
Por su parte, en las niñas que no han tenido la primera menstruación se puede realizar la criopreservación de corteza ovárica, es decir, la congelación de un fragmento del tejido ovárico que será reimplantarle en la edad adulta para recuperar la facultad reproductiva.
“Esta técnica es similar a la criopreservación de tejido testicular, pero se encuentra en una fase más estandarizada”, ha subrayado la oncóloga, quien ha destacado que alrededor de 200 recién nacidos han sido concebidos gracias a la reimplantación de la corteza de ovario.
Además, ha señalado que Niño Jesús inició la aplicación de esta técnica en colaboración con tres hospitales más de la Comunidad de Madrid, estableciendo un circuito conjunto a partir de 2019.