La llegada del SARS-CoV-2 parece que ha acaparado el ecosistema de virus respiratorios, pero lo cierto es que existen más de 200 tipos de virus respiratorios. “Todas las miradas están en el SARS-CoV-2, pero también está la gripe B, el VRS o el rinovirus”, expuso Raúl Ortiz de Lejarazu, consultor científico y director emérito Universidad de Valladolid, en el XXII Congreso Nacional y XI Internacional de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria (SEMPSPGS).
Ante ello, los expertos que participaron en la mesa ‘Más vacunas para la enfermedad respiratoria’, moderada por María Teresa Ledo, presidenta de la Sociedad Madrileña de Medicina Preventiva, pusieron de manifiesto la importancia de contar con diferentes vacunas desarrolladas bajo distintas plataformas tecnológicas.
Vacunas de ARNm frente a vacunas proteicas
Jordi Reina, del Hospital Universitario Son Espases, expuso la diferencia entre las vacunas de ARNm y las vacunas de proteínas. “La de ARNm es una molécula simple y pequeña que, al codificar una sola proteína, la respuesta inmune que produce es muy específica; la expresión del ARNm es limitada y de naturaleza transitoria, precisando dos dosis elevadas para obtener una buena eficacia vacunal”, explicó Reina.
Además, “las vacunas genéticas tienen un coste bajo y son fáciles de adaptar“, agregó. Actualmente hay dos vacunas de ARNm frente a COVID-19 en el mercado: la de Pfizer y la de Moderna.
Por otro lado, las proteínas son “secuencias de aminoácidos codificadas por un ADN o ARNm y traducidas en los ribosomas; se obtienen clonando el gen codificador en una bacteria, un hongo o un vector viral, y los patrones de glicosilación no son idénticos a los obtenidos con las proteínas derivadas de un ARNm”, señaló el especialista.
“Las vacunas de subunidades proteicas tienen buena seguridad y ya se partía de experiencia previa conocida; hay que administrarla junto a un adyuvante para aumentar la respuesta inmune”, apuntó Reina. Puso el ejemplo de la vacuna de Novavax, que tiene una eficacia que ronda el 90 por ciento.
En conclusión, Reina aseveró que, aunque ambos tipos de vacunas “inducen una respuesta mínima en anticuerpos neutralizantes, las vacunas de ARNm obtienen títulos entre dos y tres veces superiores”. Asimismo, ambas vacunas “son muy eficaces en evitar la enfermedad y las complicaciones, pero no impiden la infección inicial”.
Una vacuna ¿universal? para gripe
Respecto a la vacuna de gripe, Lejarazu indicó que “no es un producto fácil“. “Hay que cambiar la conversación respecto a ella. La efectividad varía según la vacuna y precisa administración anual”, afirmó. En concreto, Lejarazu aseguró que requiere formulaciones actualizadas con ocho meses de antelación a la estación gripal. Sin embargo, la morbilidad de la gripe, el potencial de alteración social de las epidemias anuales, su impacto sobre la atención sanitaria y la mortalidad general, “justifican la existencia de una vacuna con las características expuestas”.
Pero el objetivo actual es encontrar una ansiada vacuna universal o de “amplio espectro” frente a la gripe. Para ello, Lejarazu apuntó que “cambiar la plataforma es necesario, aunque costoso”. Del mismo modo, aseguró que sí se disponen de las herramientas adecuadas para poder lograrlo, pero, mientras tanto, recomienda emplear las vacunas existentes, que “son seguras y evitan antibióticos”.
En este sentido, Lejarazu diferenció entre dos tipos de objetivos en el diseño de una vacuna de gripe:
- Inmunes: mejorar la intensidad y amplitud de la respuesta inmune homóloga y heteróloga; ampliar el tipo de respuesta inmune linfocitos T CD8+ y CD4+; y prolongar la duración y eficacia de la vacuna. El fin es reducir la frecuencia de la vacunación.
- Técnico/estratégicos: mejora de los métodos de producción; acortar el periodo de disponibilidad; y simplificar su administración. El fin es aumentar la capacidad de respuesta ante situaciones de mayor demanda.
Protección frente al VRS
Finalmente, José Domingo Martín, de la Fundación Jiménez Díaz, abordó las novedades en vacunación frente al virus respiratorio sincitial (VRS), que se trata de la enfermedad “más frecuente” de vías bajas en menores de cinco años. “Provoca 60.000 muertes al año en todo el mundo, se relaciona con el desarrollo posterior de complicaciones como sibilancia y asma y supone un coste medio por paciente de 600 euros“, enumeró Domingo.
Por ello, el experto incidió en las estrategias de prevención frente al VRS:
- Vacunación maternal: transferencia de anticuerpos al bebé a través de la placenta. “Es una estrategia segura y eficaz demostrada con otras vacunas, como tos ferina y gripe”, apuntó Domingo.
- Lactantes menores de 4-6 meses: protección a través de anticuerpos monoclonales. Se puede usar palivizumab en grupos de riesgo y nirsevimab en niños sanos o de riesgo.
- Niños mayores de 6 meses: vacuna viva atenuada.
- Mayores de 65 años: vacuna con adyuvante.
Por otro lado, Domingo señaló que, si bien se recomienda también la vacunación en inmunocomprometidos por el mayor riesgo de enfermedad por VRS grave, “este grupo no participó en los ensayos clínicos por lo que se desconoce su eficacia”.