Aunque el sueño es todavía relativamente desconocido por haber estado olvidado y, durante mucho tiempo, no estar incluido dentro de la formación del médico, en los últimos años se está avanzando mucho en su estudio, por lo que Teresa de la Calle, subdirectora de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap), se mostró optimista.
En el marco del 30º Congreso Nacional de la Sepeap, De la Calle —encargada de impartir un curso sobre el sueño— explicó a GM que, no solo en AP, sino en todos los ámbitos, el conocimiento sobre este tipo de problemas es cada vez mayor porque se le da más importancia. Por este motivo, las investigaciones y los artículos científicos crecen exponencialmente y la evolución en el conocimiento es muy rápida. “Es un tema que evoluciona mucho, lo que pensábamos hace diez años ha cambiado, lo que pensábamos hace cinco, también”, subrayó. Por ello, aunque reconoció que en AP hay “un gran desconocimiento” debido a que se parte de ese punto inicial de “no saber nada”, los facultativos están cada vez más formados. Algo especialmente importante si se tiene en cuenta que en la población española cerca de un 30 por ciento de los niños han presentado alguna vez algún problema por el sueño.
En lo que respecta a las herramientas de las que dispone el pediatra de atención primaria para detectar las alteraciones y las patologías del sueño, detalló que, en primer lugar y como en cualquier acto médico, es importante hacer una buena historia clínica con una exploración al paciente. Después, para estudiar el sueño “es importantísimo” saber hacer una agenda del mismo, ya que aporta mucha información, y ser capaz de interpretarla, por lo que durante en Congreso los facultativos interesados pudieron aprender cómo elaborarla para después explicárselo a sus pacientes.
También hay test específicos para poder valorar si hay riesgo de tener una patología u otra o, ante determinados problemas, se puede solicitar asimismo a los padres que realicen una videograbación de los niños mientras duermen en su propio domicilio para poder revisarlo posteriormente en consulta. Y es que el pediatra, según sus sospechas, irá pidiendo unas pruebas u otras aunque la base en el primer nivel asistencial sean siempre la historia clínica, la exploración y la agenda de sueño.
En cuanto a las detecciones más frecuentes en AP, De la Calle asegura que, sobre todo, se trata de problemas con el sueño, que no son necesariamente patologías. En el caso de la infancia, se diferencia entre las alteraciones de sueño —cuando una familia cuenta que el niño duerme mal o que hay algún tipo de alteración en su sueño— y los trastornos —la verdadera enfermedad, que indica que hay algún problema en las partes del cerebro que controlan esta función—.
Lo más frecuente en el primer nivel asistencial son los problemas del sueño en niños que realmente no están enfermos pero, por condicionantes de su edad o de su entorno duermen de una forma en la que causa un problema a sus padres o a ellos mismos. “El ejemplo típico es el niño que no quiere acostarse hasta las dos de la mañana y no encontramos una patología detrás o el que se despierta por la noche frecuentemente”, subraya. También es muy habitual entre la población infantil el ronquido nocturno, que en ocasiones no causa ninguna patología pero otras veces en las que se producen apneas del sueño, pueden dar problemas.
En este sentido, el organizador del Congreso, Javier Pellegrini, agregó que, cuando un niño no duerme, supone “un problema enorme”, ya que cambia toda la estructura familiar.
De la Calle incidió también en que “hay que tener mucho cuidado” para realmente distinguir los casos en los que sí hay enfermedad detrás.
Pellegrini también alertó de la falta de formación en el abordaje del asma —la enfermedad más prevalente en los niños— ya que, por la forma de rotar, los médicos en formación sí tienen un conocimiento “importantísimo y muy rápido” sobre la forma de abordar las crisis, pero no siempre se rota por los servicios de alergia y de neumología. Cuando se hace, es durante solo tres meses, por lo que esos facultativos no están presentes en la evaluación que se hace tras prescribir un tratamiento para saber si ha sido posible controlar la enfermedad.
En otro orden de cosas, la pediatra Belén Aguirrezábala, que participó en la mesa sobre vacunas no financiadas, incidió en la obligación del pediatra de informar y orientar a los padres sobre todas las inmunizaciones disponibles en el mercado, independientemente de que estén o no financiadas, para que tengan la oportunidad de decidir.
Formación MIR
Los futuros pediatras tienen también cabida en este Congreso, en el que han aprendido desde a hacer un currículum a saber cómo optar a puestos de trabajo o a becas en investigación.
Claudia Sánchez-Villares, una de las coordinadoras de la mesa que abordó este tema, explicó que se presentaron también las distintas especialidades de pediatría que, a pesar de no estar legalmente reconocidas, sí se dispone de másteres y formación específica sobre las mismas.
Sheila Fernández, también coordinadora de esta misma mesa, reconoció que hay una falta importante de pediatras en AP, a pesar de que la mayoría de los residentes acabarán optando por esta rama, por lo que se abordará también la forma de conseguir trabajo en el primer nivel asistencial o qué hacer para promocionar dentro de la propia primaria.
En esta línea, Sánchez-Villares agregó que, a pesar de que durante el periodo formativo se aprende más de otras especialidades que no son primaria, esos conocimientos serán útiles para los facultativos que trabajen finalmente en centros de salud, pues les permitirán resolver un número más elevado de problemas de salud en sus consulta sin necesidad de derivar a los pacientes a otros especialistas.