Frente a la idea “no demostrada” de que una copa de vino es beneficiosa, los médicos de familia insisten en que cualquier consumo de alcohol está relacionado con riesgo de cáncer, hipertensión o ictus.
Julio Basulto, dietista-nutricionista, profesor asociado de la Facultad de Ciencias de la Salud y el Bienestar de la Universidad de Vic, ha abordado este tema en el XXXIX Congreso de Semfyc, y ha calificado como bulos las afirmaciones sobre los beneficios de las bebidas alcohólicas, tanto fermentadas como destiladas, en el transcurso de su ponencia “¿Es sana esa «copita de vino» diaria?”,
Una de las ideas expresadas en este foro es que hay estudios que sugieren, pero no demuestran que podría ser beneficioso para ciertos aspectos de la enfermedad cardiovascular. “Estos supuestos beneficios no están demostrados en estudios bien diseñados”, tal y como afirma el especialista.
Frente a estos mensajes, que campan a sus anchas en las redes sociales, para los médicos de familia y comunitarios, el consumo de alcohol aumenta inequívocamente el riesgo de enfermedad hipertensiva, ictus hemorrágico y fibrilación auricular. De hecho, un reciente estudio publicado el pasado mes de marzo en la revista BMC Public Health concluye que una mujer no fumadora, que bebe una botella de vino a la semana aumenta su riesgo de padecer cáncer —esencialmente de mama— tanto como si fumara 10 cigarrillos en ese mismo periodo de tiempo”; se trata de un dato complementado por otro estudio que apunta que “1 de cada 5 cánceres de mama son causados por el alcohol”. Tanto es así que Basulto considera que “la ética deontológica en el campo de los sanitarios debería desechar la idea del consumo moderado de alcohol, ya que debe prevalecer el principio de precaución”.
Además, abogan por prestar atención especial a los mensajes que reciben niños y adolescentes, una población especialmente vulnerable, ya que su cerebro aún no ha madurado. A estas edades, tal y como defiende el grupo de Educación Sanitaria y Promoción de la Salud del programa de prevención de Semfyc, “no existe un nivel de consumo aceptable” y es preciso “realizar un esfuerzo educativo que prime la abstinencia y de prevención de la oferta a través del marco legal (18 años como edad legal para comprar y consumir)”.