Según reflejan los resultados de una encuesta realizada por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) el año pasado en la que participaron más de 700 médicos, hay un importante desconocimiento sobre medicamentos biológicos y biosimilares en el primer nivel asistencial. Paloma Casado, del Grupo de trabajo de Gestión del Medicamento de esta sociedad científica, recuerda que más de la mitad no sabía definir correctamente qué es un fármaco biosimilar, confundiendo el concepto con el de bioequivalencia.
El diagnóstico es claro: falta formación y conocimientos sobre este tipo de fármacos entre los médicos de atención primaria. Un diagnóstico en el que coinciden todos los expertos consultados por GACETA MÉDICA.
Desde la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), Vicente Palop, miembro de su Grupo de Trabajo sobre Fármacos, reconoce que la información que tienen los médicos de primaria sobre estos es muy baja. “No han recibido ni formación ni información y la mayor parte desconoce las interacciones con otros medicamentos, los riesgos propios de su utilización, y a nivel más general, su efecto a largo plazo”, advierte.
Una perspectiva que comparte Antonio Torres, del Grupo de Trabajo de Patología Músculo-Esquelética de la Sociedad Española de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Torres asegura que hay varios biológicos que son usados en AP sin la conciencia de que pertenezcan a este grupo. Han sido conocidos como fármacos de uso para patologías, sin dar importancia a su proceso de producción, aunque con un factor común, que es habitualmente su elevado precio, aclara. “Esto da una idea del conocimientos sobre biológicos que hay en atención primaria”, expone.
En la misma línea, subraya que no existe ningún aspecto formativo sobre estos medicamentos ni sobre la complejidad de su producción o su proceso de desarrollo, la importancia de fijación de lotes, la responsabilidad de los facultativos en su uso o en su sustitución por biosimilares, etc.
En cualquier caso, Torres destaca que comienza a existir una tendencia a mejorar su conocimiento desde atención especializada por extender el conocimiento sobre biológicos y detectar mejor, por ejemplo, los efectos secundarios, adversos y no adversos, y las interacciones farmacológicas.
Con respecto a la formación, Casado remarca que el 70 por ciento de los médicos que participaron en la encuesta realizada por Semergen admitieron no tener una formación adecuada, dado que con la excepción de la insulina glargina, el resto están indicados para patologías específicas y graves y son de indicación hospitalaria. Palop recuerda que otro medicamento biológico, condroitín sulfato, indicado para la artrosis, también se prescribe en atención primaria, aunque matiza que su valor terapéutico es tan reducido que en la mayor parte de los países europeos está comercializado como producto sanitario.
Torres añade que junto a la insulina, heparinas y algunas vacunas son usadas en el contexto clínico adecuado.
En cualquier caso, los expertos coinciden en que es fundamental que el médico de familia conozca las características especiales de este tipo de medicamentos. “Cada vez hay más pacientes tratados con biológicos o biosimilares para enfermedad reumatológica, inflamatoria digestiva, neurología, neumología o cáncer”, asegura Palop. El médico añade que estos fármacos, además, afectan a la inmunidad de los pacientes y tienen efectos adversos importantes.
En este sentido, subraya que el facultativo de atención primaria debería saber siempre si alguno de sus pacientes recibe este tipo de tratamientos para estar alerta ante posibles efectos secundarios o interacciones. Por ello, Palop aboga por impulsar un estrecho seguimiento de los pacientes que reciben este tipo de fármacos y por que la Administración lleve a cabo un seguimiento intenso sobre los nuevos productos que aparecen en el mercado.