Dentro de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), el grupo Women for Oncology trabaja para analizar la raíz de los problemas existentes que siguen impactando en la brecha de género en la especialidad, para dar una imagen fidedigna de la situación en cada momento y hallar posibles soluciones. Pilar Garrido, presidenta de este comité, detalla en Gaceta Médica el trabajo que ha realizado el grupo en sus diez años de andadura.
Pregunta. ¿Cómo diría que ha evolucionado la oncología en términos de equidad? ¿Cuál es la foto fija en estos momentos?
Respuesta. Women for Oncology cumple ahora diez años y hacemos varios estudios anualmente. Monitorizamos principalmente dos cosas: la posición de las mujeres en puestos de liderazgo, preguntando a sociedades científicas nacionales e internacionales el género de su presidente o presidenta, composición de la junta directiva, cuántos hombres y mujeres invita la propia sociedad a los congresos nacionales… Ahí vemos en la evolución histórica año a año que se va incrementando el número de mujeres, pero que todavía hay mucho margen de mejora teniendo en cuenta el alto número de mujeres en este campo. En las nuevas generaciones el porcentaje es llamativo, ya que entran sobre todo mujeres y, en estos puestos estamos alrededor del 30 o 40 por ciento. La sensación que tenemos es que el progreso se ha ralentizado, lo que no tiene lógica si cada vez entran más mujeres.
Otro aspecto que analizamos, porque es muy importante de cara al curriculum y optar a una promoción profesional es, en revistas científicas de alto peso académico, monitorizar el género del primer y último autor. Aquí también vemos que, aunque el número de mujeres que son primer autor ha aumentado llegando hasta aproximadamente un 40 por ciento, la posición de sénior que es la que refleja mayor peso académico ha cambiado muy poco y siguen siendo mayoritariamente varones.
“Aunque el número de mujeres que son primer autor ha aumentado llegando hasta aproximadamente un 40 por ciento, la posición de sénior que es la que refleja mayor peso académico ha cambiado muy poco y siguen siendo mayoritariamente varones”
P. ¿Ha influido la pandemia en este aspecto?
R. Sí. En este contexto hemos publicado que, durante este periodo parecía que habíamos dado un paso atrás porque más mujeres tuvieron que compaginar su vida en el hospital con la personal, y ese tiempo no podía dedicarse a la asistencia; mientras, muchos varones se dedicaron a sacar papers que tenían atrasados, siendo mucho más llamativo el número de papers enviados por hombres que por mujeres. Esto va a tener un impacto también en el curriulum en los próximos años.
P. ¿Se observan diferencias comparando el entorno europeo y la situación española?
R. Los datos analizados son similares. Cuando empezó Women for Oncology servía también para que, cuando preguntabas a las sociedades, si no se lo habían planteado, llevar a cabo el análisis propio de sus datos. En la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), esto se tuvo claro desde el minuto cero. Publicamos un trabajo en ESMO Open acerca de los datos españoles en oncología y, aunque siempre hay margen de mejora, sí que se tiene una perspectiva de género al elegir la composición de los órganos. En este sentido, SEOM publica los nombres, porcentajes de hombres y mujeres en la Junta Directiva, invitaciones a congresos…
Desde FACME también hicimos un trabajo llamado WOMEDS. En este, se analiza en la perspectiva asistencial, investigadora y docente si había diferencias por especialidades. Así, se estudió si la carrera era más complicada en España si eres cirujana, pediatra, ginecóloga, oncóloga… y esto se ha publicado recientemente.
P. En Women for Oncology hay documentos como la Encuesta de Percepción sobre los Desafíos en Brecha de Género en Oncología. ¿Estáis analizando nuevos datos para reflejar en algún nuevo documento que cuantifique cómo avanza la brecha de género en oncología y si está motivada por los mismos u otros factores?
R. Uno de los datos que más nos llamaba la atención comparando las dos oleadas es que la preocupación acerca del reto que supone para los jóvenes compaginar la vida profesional y personal se da independientemente del género. Esto, en la anterior oleada, era una preocupación sólo de las mujeres. Otro aspecto llamativo es que estudiamos otras posibles barreras para la progresión académica como pueden ser la religión, etnia… y el género sigue siendo de largo lo que se sigue viendo como el mayor obstáculo.
Por parte de las mujeres lo que sigue siendo más llamativo y que sí se puede trabajar es la falta de confianza y herramientas, el famoso ‘síndrome de la impostora’. Las mujeres tendemos a pensar que no estamos preparadas para ciertos puestos y esto sigue estando muy ligado al perfil clásico femenino. También salieron otros temas tanto en la encuesta inicial y en la de ahora, como el del acoso, que ESMO va a estudiar.
“Por parte de las mujeres lo que sigue siendo más llamativo y que sí se puede trabajar es la falta de confianza y herramientas, el famoso ‘síndrome de la impostora’”
P. ¿Cuáles son las principales líneas de trabajo que está siguiendo Women for Oncology en la actualidad?
R. ESMO cuenta con más de 30.000 socios y está implantada en muchos países, pero hay cosas que son más factibles a nivel más local. Una iniciativa que hemos llevado a cabo este año es impulsar reuniones telemáticas con diferentes áreas del mundo para ver diferentes realidades. El objetivo es compartir buenas prácticas invitando a aquellos países que muestren interés y aterrizar los aprendizajes. Hasta el momento hemos hecho tres: la primera con países del norte de África y Europa del este, con Grecia como modelo de éxito; la segunda, en el área asiática con los modelos de éxito de India y Hong Kong y, por último, una en el entorno de Latinoamérica con España como modelo.
En esta estuvieron Ruth Vera como presidenta de la Comisión de Mujeres de SEOM y Enriqueta Felip, que en ese momento era todavía presidenta de SEOM; en esta estuvieron presentes muchos países, se presentaron diferencias, estuvimos pensando retos y cómo afrontarlos. Estas reuniones son muy interesantes porque trabajas el networking, ves cómo trabajan otras personas y obtienes muchas ideas interesantes que quizá no se te habían ocurrido y puedes aplicar en tu entorno. Así, este año una de las líneas ha sido a de aterrizar la realidad cotidiana de distintos países.
P. Con la experiencia acumulada en esta década de andadura, ¿Cuáles diría que son los aprendizajes y los retos pendientes?
R. Los aprendizajes son que realmente la velocidad de los cambios es más lenta de lo que hubiera creído. Hay que reforzar que las sociedades científicas nacionales e internacionales tenemos mucho por hacer y, uno de los principales desafíos pasa por conseguir que dentro de la oncología, las mujeres no seamos un porcentaje tan pequeño en determinados ámbitos. Cómo avancemos va a depender de la manera de visibilizar que esto es un problema. Siempre digo que no podemos permitirnos perder la mitad del talento.
Hay que lograr que no haya muchas mujeres que tengan más barreras que un hombre, no me parece correcto; lo vivo como un problema y hay que convencer a las nuevas generaciones de que se involucren para acabar con esta brecha de género, porque a veces los más jóvenes asocian este problema a mi generación. Pero cuando la mujer de hoy en día tiene que, por temas de maternidad o similares, dar un paso al lado en su carrera profesional y luego quiere volver, te das cuenta que se pierde un tren muy difícil de recuperar. Insisto: tenemos que convencer a las nuevas generaciones de que tienen que posicionarse proactivamente para acabar con la brecha de género.
Por otra parte, hay que seguir dando visibilidad a iniciativas desconocidas. El otro día, en el chat de trabajo recordé que en ESMO había servicio de guardería, porque hay mucha gente con niños que no lo sabía. Siendo un evento de tal calibre y que cae en fin de semana, esto ya está pensado y a veces no se hace uso de ello por desconocimiento. O sea que, entre las cosas por hacer, queda promocionar las que ya tenemos, y seguir avanzando en aquellas áreas que no se hace lo suficiente.
“Hay que convencer a las nuevas generaciones de que se involucren; cuando la mujer de hoy en día tiene que, por temas de maternidad o similares, dar un paso al lado en su carrera profesional y luego quiere volver, te das cuenta que se pierde un tren muy difícil de recuperar”