Hace apenas unos meses, las visiones de los expertos sobre el hospital del futuro ponían el acento en la dimensión tecnológica, las nuevas fórmulas de organización asistencial o los modelos de financiación.

A pesar de las advertencias, nada hacía presagiar que los vaticinios tendrían que reorientarse hacia un modelo de atención hospitalaria lo bastante flexible como para dar respuesta a una situación de pandemia como la actual.

En este contexto, la Sociedad Española de Medicina Interna, en colaboración con la Fundación IMAS, ha publicado un documento que recoge sus recomendaciones sobre el hospital del futuro. Se trata de una publicación con las características que han de reunir los centros hospitalarios para atender las demandas futuras de la sociedad, pero también las actuales.

Por su propia experiencia en estos meses, los internistas consideran que gran parte de las recomendaciones se han incorporado de manera natural y acelerada para dar respuesta a la pandemia de COVID-19, que ha obligado a los centros a transformar sus procesos en un tiempo récord.

Los principales cambios se resumen en un editorial que publica la Revista Clínica Española de la sociedad científica. Estos van desde el desdibujamiento de las barreras entre las especialidades y colaboración multiprofesional a la evaluación integral del paciente, la estratificación del riesgo y de niveles de cuidados; o el flujo dinámico entre urgencias, hospitalización, UCI y seguimiento domiciliario, entre otros.

El “hospital del futuro” ya es presente. No en vano, entre sus principios ya es real un modelo que trata de evitar consultas presenciales no necesarias para el seguimiento de pacientes (consulta virtual o telefónica), que incorpora la  innovación tecnológica y que está evolucionando hacia un hospital “fluido” o “flexible” con adaptación continua. Características presentes en el modelo que plantea SEMI.

Desde la sociedad científica, su presidente, Ricardo Gómez Huelgas, que, además, es uno de los autores del editorial, recuera que “los servicios de Medicina Interna de los hospitales, tanto por su versatilidad como por su elevado nivel de cualificación y su gran capacidad de adaptación, presentes en todos los hospitales, han liderado y vertebrado, en primera línea, la asistencia frente a la COVID-19 de manera transversal tanto en España como en otros países”.

Subraya también que “gran parte de las recomendaciones del “hospital del futuro” han sido adoptadas de manera natural y espontánea por el carácter apremiante de la búsqueda de soluciones en la atención sanitaria”.

El paciente en el centro y colaboración multidisciplinar

Por su parte, Javier García Alegría, que también firma el editorial, pone el acento en el impulso de los grupos multiprofesionales, o equipos COVID, que han permitido “desdibujar” las barreras entre las especialidades médicas tradicionales e incorporan un papel activo de enfermería.

Los internistas remarcan, además, que la evaluación integral inicial, la consideración del riesgo individual y la estratificación de los niveles de cuidados han sido la norma de actuación para poder asignar los recursos asistenciales disponibles de la manera más apropiada a las circunstancias cambiantes de cada centro.

De igual modo, insisten en que se han favorecido las rutas asistenciales de los pacientes a todos los niveles y se han implantado herramientas de asistencia compartida novedosas. Un ejemplo es que la coordinación estrecha entre los servicios clínicos y los laboratorios y radiología ha ofrecido soluciones para la rápida toma de decisiones clínicas con un acortamiento de los tiempos de respuesta.

La telemedicina ha llegado para quedarse

A pesar de que desde hace tiempo se cuenta con la tecnología, resultaba difícil de imaginar un escenario con semejante protagonismo de la telemedicina, tanto en la faceta de telemonitorización como en términos de teleasistencia.

Los internistas insisten en que en el cuidado directo de los pacientes ingresados, se han implantado o ampliado iniciativas de digitalización o de telemedicina, mediante la telemonitorización en salas de hospitalización convencional, la obtención de electrocardiogramas con dispositivos reducidos fáciles de usar y esterilizar, y mediante teleasistencia, o consultas virtuales, para incrementar el número de visitas y reducir la exposición de los profesionales y el consumo de equipos de protección, así como llamadas con dispositivos móviles al paciente o a la familia.

Asimismo, insisten en que el control domiciliario de los pacientes con riesgo intermedio, no ingresados, se ha hecho en muchos centros con su participación activa y la ayuda de dispositivos de control oximétrico, videollamada y entrevistas estructuradas.

Atención sanitaria flexible

Como si de un test de estrés extremo se tratara, la pandemia ha puesto a prueba la flexibilidad de la atención sanitaria, que hasta hace poco adolecía de una importante rigidez, a pesar de los esfuerzos de los profesionales y de algunos intentos lanzados desde el ámbito de la gestión.

La propia evolución de la pandemia, recuerdan los expertos, en transformación continua, ha obligado a tener un modelo de hospital “fluido” o “flexible” con adaptación permanente a los diferentes escenarios, lo cual es una característica fundamental del “hospital del futuro” que aboga por una atención sanitaria más orgánica e innovadora.


También te puede interesar…