Por S.P./ M.G.J/ F.R./ V.D.B./ M.G.R./ E.M.C./ M.G./ J.M.G
Pregunta. La enfermedad cardiovascular es la principal causa de mortalidad en nuestro país. ¿Tiene la visibilidad social que merece?
Respuesta. Casi todo el mundo sabe que los problemas cardiovasculares son muy importantes, pero no existe una concienciación real. Son la primera causa de muerte y de hospitalización, con unos costes humanos y materiales extraordinarios, pero no se actúa en consecuencia. Quizá sea por una incapacidad nuestra; es posible que no seamos suficientemente buenos a la hora de transmitir a la población la importancia de cuidarse. Hasta ahora, en el mundo de la salud nos hemos centrado mucho en la enfermedad. En lugar de plantear normas voluntarias que ayuden a que las personas se cuiden, lo que hacemos es poner más “talleres”: más hospitales, más médicos… Hay que trasladar el foco de la enfermedad a la salud en términos generales, y no solo a la salud cardiovascular, sino en un sentido amplio. Los factores de riesgo que todos conocemos afectan por igual para desarrollar un cáncer o para que se obstruyan las arterias coronarias.
“Hasta ahora, en el mundo de la salud nos hemos centrado mucho en la enfermedad. En lugar de plantear normas voluntarias que ayuden a que las personas se cuiden”
P. ¿Qué patologías ocupan la mayor parte de vuestro tiempo en las consultas de cardiología?
R Habría que responder a dos cuestiones diferentes. Una de ellas, por qué se consulta a un cardiólogo; otra, cuál es la actividad en los hospitales. Antes de entrar en ello hay que recordar que en España no medimos, aunque resulta básico para estimular la competitividad, para mejorar. En el último congreso de la SEC la doctora Vicen presentó unos datos sobre este asunto. A la consulta del cardiólogo acuden algo más las mujeres que los hombres, y van por asuntos distintos. Las mujeres, generalmente, por palpitaciones; los hombres, preocupados por dolores en el pecho. Resulta curioso, porque la enfermedad cardiovascular afecta casi por igual a ambos sexos, quizá ligeramente más a las mujeres, en especial a edades más avanzadas. La realidad es que las mujeres también tienen infartos, aunque pasan casi inadvertidos, de ahí la mayor dificultad que tenemos para tratarlos en ellas, puesto que llegan con más retraso.
“El abordaje ha cambiado de forma extraordinaria. Al comenzar mi carrera no se podía casi ‘ni tocar’ a los pacientes cuando sufrían un infarto”
P. ¿Ha variado de forma considerable el abordaje en los últimos años?
R. Extraordinario. Por poner un ejemplo, al comenzar mi carrera no se podía casi ‘ni tocar’ a los pacientes cuando sufrían un infarto. Había que esperar a las complicaciones. Hoy en día, el trombo que ha ocluido la vena coronaria se recanaliza con un catéter y el corazón queda intacto si el afectado llega en las dos primeras horas. Por desgracia, el corazón no resiste antes de llegar al hospital en el 25-30 por ciento de los casos. Continuando con los avances en el abordaje, en enfermedades valvulares se están implantando prótesis a través de catéteres. Asimismo, antes pensábamos que las arritmias eran intratables y, por otro lado, el corazón artificial permite a una persona hacer vida casi normal. La revolución de la cardiología ha sido increíble, pero cada vez hay más pacientes cardiópatas.
P. ¿Ha cambiado el perfil del paciente?
R. Cada vez vemos más pacientes mayores. El sistema cardiovascular es muy dependiente de la edad. ¿Y que conlleva ser mayor? Que ya no son solo problemas del corazón, sino de pulmón, riñón… Por tanto, además de haber cambiado, la patología cada vez es más compleja, unida a la fragilidad de las personas mayores.
“Cada vez vemos más pacientes mayores. El sistema cardiovascular es muy dependiente de la edad”
P. ¿Qué lugar ocupa la cardiología española con respecto al resto de Europa?
R. Muy alto. Si medimos el número de comunicaciones presentadas en el Congreso Europeo de Cardiología somos los cuartos. En número de becas importantes de la UE también nos situamos muy arriba de la tabla. Además, la Revista Española de Cardiología compite a nivel internacional, es la segunda o tercera más importante de Europa.
P. ¿Qué avances terapéuticos más importantes se han producido en los últimos años?
R. En todas las facetas importantes de la cardiología ha habido desarrollos increíbles en los últimos años. En cuanto a la enfermedad isquémica, un avance muy interesante es la tecnología que se ha desarrollado, no para curar, sino para solucionar todos los problemas de las venas coronarias. Ahora somos capaces de adaptarnos al tratamiento de cada paciente. Por otro lado, se pueden poner válvulas a través de las venas y las arterias con catéteres; antes había que hacer una esternotomía media. En el caso de las arritmias, tenemos dispositivos que localizan la arritmia y somos capaces de focalizarlo y quemarlo. Además, también están los desfibriladores implantables, unos pequeños dispositivos que salvan vidas, que son como UVIs móviles que uno lleva dentro.
Y no debemos olvidar los fármacos: por un lado, disponemos de los anticoagulantes que han sustituido al Sintrom, son mucho más seguros y fáciles de tomar. Tenemos fármacos para el tratamiento de los factores de riesgo de bajar colesterol, porque hemos aprendido que cuanto más bajo, mejor. Y tenemos fármacos muy buenos también para la insuficiencia cardiaca.
P. ¿Considera que se invierte suficiente en investigación en cardiología? ¿A qué se debe?
R. En España no se invierte en investigación; no se valora. Nos duele ver cómo los MIR acaban en otros países. Aquí se puede investigar, pero existe un problema económico que aprovechan otros países que son más receptivos que nosotros. Considero que todos somos un poco culpables. Quizás no somos capaces de ver el efecto de la investigación a medio-largo plazo, la riqueza que produce en un país. A cambio, disponemos de profesionales extraordinarios.
“El logro de la Sociedad es conseguir un consenso entre los profesionales de las distintas comunidades para dotar al paciente de la mejor asistencia posible”
P. Una vez que se han conseguido avances importantes que favorecen la adherencia terapéutica y ofrecen algún otro tipo de ventaja, ¿está garantizado el acceso a la innovación de forma equitativa a nivel nacional?
R. Probablemente necesitemos indicadores tanto a nivel nacional como internacional. A nivel mundial, es evidente que en España la autorización de ciertas tecnologías y medicamentos se demora más que en los países que nos rodean. De hecho existen fármacos que presentan un retraso superior a medio año, a pesar de que han demostrado que son eficientes y salvan vidas. En cambio, a nivel nacional ha quedado patente que no existe equidad. Hay inequidades marcadas por barreras ficticias desde el punto de vista autonómico.
En el caso de la SEC, uno de los hitos de la sociedad es la denuncia de los diferentes tratamiento del infarto en cada comunidad autónoma. Algunas regiones presentan el Código Infarto y otras no. Por tanto, el logro de la Sociedad es conseguir un consenso entre los profesionales de las distintas comunidades para dotar al paciente de la mejor asistencia posible y, la instauración del Código Infarto en todo el territorio español.
“La mayor barrera es la falta de ganas de cambiar, la falta de fuerza para ese cambio”
P. ¿Cuáles son las barreras más importantes que observáis?
R. Una de las mayores barreras es la falta de información que refleje la razón real de la disparidad de resultados. Por lo tanto, hay que saber analizar correctamente estas desigualdades. No podemos poner el foco en la ausencia de recursos o de dinero, que muchas veces es una realidad plausible, sino que hay que llevar a cabo una serie de cambios organizativos para que estas carencias no lastren la asistencia. La mayoría de las veces estas barreras surgen fruto de la inacción, de la resistencia al cambio. En definitiva, la mayor barrera es la falta de ganas de cambiar, la falta de fuerza para ese cambio.

“Muchas veces los gobernantes no tienen una línea directa con nosotros y toman decisiones en base a casualidades en lugar de necesidades concretas”
P. Desde la Fundación se realiza desde hace muchos años una labor de concienciación muy importante. ¿Qué proyectos hay en la actualidad?
R. Estamos continuamente con proyectos. Por ejemplo, ahora estamos trabajando en ‘Pactos por tu corazón’. Cada letra presenta un significado: ‘p’ de presión arterial, ‘a’ de alimentación, ‘c’ de colesterol, ‘t’ de tabaquismo, ‘o’ de obesidad y ‘s’ de sedentarismo y salud mental. Nosotros aspiramos a que nuestro entorno sea saludable, que sea “cardioseguro”.
P. En este sentido, se ha demandado que la salud cardiovascular sea una prioridad durante la Presidencia de turno del Consejo de la UE. ¿Qué compromiso ha de adquirirse a este nivel?
R. Nos encantaría que España, que puede presumir de longevidad o de la dieta mediterránea, pudiera aportar algo que que no tiene ningún país: la Estrategia de Prevención Cardiovascular. Esta estrategia, impulsada por el Ministerio, ha llegado a establecer los indicadores. Se trata de un trabajo muy importante, pero muchas veces los gobernantes no tienen una línea directa con nosotros y toman decisiones en base a casualidades en lugar de a necesidades concretas.
P. ¿Por qué es tan complicado que la concienciación sobre la prevención llegue a ciudadanía?
R. Porque la enfermedad cardiovascular es silente; uno se encuentra bien hasta que aparece algún problema. No lo ves rápido. Si una persona con 30 años pudiera ya saber cómo se encuentran las arterias por dentro sería fantástico. Es más agradable estar sentado que hacer ejercicio. Por ello, necesitamos tener miedo a estar mal. No nos concienciamos porque la enfermedad cardiovascular avanza muy lentamente y es más silenciosa que otras.

P. La Estrategia de Salud Cardiovascular del SNS ha cumplido recientemente un año. ¿Cómo valoran su impacto, grado de implementación y recursos asociados? ¿Hacia dónde debe dirigirse la acción de Gobierno en el momento actual?
R. No creo que se haya implementado la Estrategia de Salud Cardiovascular del SNS. Estas estrategias no van asociadas a ningún presupuesto, con lo cual son sólo buenas intenciones. Se debería reforzar la estructura y mejorar la conexión entre los que gobiernan y las estructuras sanitarias que llegan a la sociedad. A nadie se le ocurre que se puedan implementar medidas de prevención sin contar con los agentes sociales, como pueden ser los colegios, los educadores, las familias o los barrios; o sin las sociedades científicas.
“Las sociedades científicas tenemos la responsabilidad de elegir en base al conocimiento científico cuáles son los fármacos que ofrecen valor a la sociedad”
P. El visado de los ACOD y su supresión es una petición histórica. ¿Se han producido avances que hayan hecho cambiar la situación para mejorar las perspectivas terapéuticas de los pacientes?
R. Este es un buen ejemplo de inequidad porque en algunas regiones de España puedes ser tratado con un anticoagulante, pero en otras, aunque presentes las mismas características clínicas, no. Las compañías intentan que lleguen los fármacos a cuantos más ciudadanos mejor, pero las sociedades científicas tenemos la responsabilidad de elegir en base al conocimiento científico cuáles son los que ofrecen valor a la sociedad. Bien porque vives más o porque vives mejor, o las dos cosas, pero eso hay que intentar ponderarlo. Si hay competitividad hay que elegir aquellos que sean costo-eficientes.
El Ministerio se ampara en muchas ocasiones en que las opiniones de las sociedades científicas no son vinculantes. El euro más productivo es el que se invierte en prevención.
P. Si hablamos de demografía profesional, ¿en qué escenario se mueve la cardiología en este momento?
R. Nos hicimos esta pregunta hace dos años. El trabajo está casi terminado. Hemos llevado a cabo una encuesta entre los cardiólogos, y hemos empleado también todos los datos sobre demografía de que dispone el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, además del conocimiento de una universidad canaria. Con todo ello, hemos elaborado un informe que daremos a conocer próximamente.
Podemos adelantar que España no está mal situada en cuanto a número de médicos, aunque están mal distribuidos. Si hablamos de los cardiólogos, puede que en los próximos años haya un déficit ligero, pero lo que es realmente peligroso es la dificultad para cubrir determinadas plazas. Nadie quiere marcharse a hospitales pequeños, hace falta movilidad y también incentivos.
