El 21 de abril de 2025, el papa Francisco falleció en su residencia de Santa Marta a las 7:35 a.m., tras sufrir un ictus cerebral que le causó un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible. Sergio Alfieri, cirujano italiano y médico personal del pontífice desde 2018, fue el encargado de atenderlo en sus últimos momentos. En una entrevista exclusiva, Alfieri relató cómo vivió esas horas decisivas. «No respondía a los estímulos, ni siquiera a los dolorosos. En ese momento me di cuenta que no había nada más que hacer. Estaba en coma, con los ojos abiertos«, explicó el médico.

A las 5:30 a.m., el enfermero Massimiliano Strappetti alertó a Alfieri sobre el estado del papa. Al llegar a la residencia, encontró al pontífice con los ojos abiertos, conectado a oxígeno y vía intravenosa, pero sin conciencia. «Si hubiera perdido el conocimiento, se habrían seguido las directrices de su asistente personal de salud, Massimiliano Strappetti, que era como un hijo para el Santo Padre«, explicó Alfieri. Estas eran las de «ningún ensañamiento terapéutico», añadió. El médico destacó que no hubo signos de insuficiencia respiratoria, desmintiendo rumores previos. «Confirmo que el papa Francisco, antes de morir, no tuvo ninguna crisis respiratoria«.

El médico, consciente de la gravedad de la situación, optó por no trasladarlo al hospital. «Corríamos el riesgo de que muriera en el traslado, le expliqué que la hospitalización habría sido inútil«, detalló Alfieri. A pesar de la ausencia de signos de insuficiencia respiratoria, el médico tomó la decisión de no mover al papa. En su lugar, permaneció junto a él junto al equipo médico y el cardenal Pietro Parolin.

En este sentido, Alfieri reconoció que, «durante su última hospitalización, pidió expresamente que no se procediera en ningún caso a la intubación«, resaltando la importancia de respetar la voluntad del papa. Además, añadió que «le habría ayudado a respirar, pero habría sido difícil volver atrás y extubarle, con los pulmones infectados de virus», destacando que no hubiera sido de mucha ayuda.

El Papa Francisco había estado hospitalizado en el hospital Gemelli de Roma durante 38 días, debido a una neumonía bilateral polimicrobiana. Tras recibir el alta el 23 de marzo, se encontraba en proceso de recuperación en el Vaticano. A pesar de su salud deteriorada, el papa continuó con sus compromisos hasta el final. Alfieri destacó la fortaleza del pontífice, quien se mantuvo firme en su deseo de tomar decisiones sobre su atención médica hasta el último momento. «Él es el Papa», concluyó, haciendo un último homenaje al carácter resolutivo y sereno de Francisco durante sus últimos días.


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