En los últimos meses, a los oncólogos se les ha sumado un nuevo desafío: la formación continuada de calidad y su desarrollo en el futuro. “Estamos muy preocupados por la formación porque lo que nos llega es un cambio radical, comparado con lo que hemos hecho hasta ahora”. Para el presidente de la Fundación ECO, Vicente Guillem gracias a la industria el médico español se ha podido ir formando de manera importante. “El nivel científico de la oncología española es muy alto, sería una pena que esta colaboración público-privada se rompiera”.

Este fue el punto de partida de Desafío Oncológico ‘Más allá del genoma’, encuentro que ha contado con la coordinación científica de Carlos Camps, jefe del Servicio de Oncología del Hospital General de Valencia, y Vicente Guillem, jefe de oncología de la Fundación IVO.       

Beneficio para todos los agentes

José Ramón Luis Yagüe, director del departamento de Relaciones Institucionales con las CC.AA. de Farmaindustria, recordó que tras la aprobación de las recomendaciones de la Comisión para la Reconstrucción, donde se apostaba por romper esa colaboración para llevar a cabo la formación continuada, el sector puso de manifiesto que se trataba de un gravísimo error. “La formación continuada es una necesidad del médico y de todos los ciudadanos”. Así, considera que esto es necesario conforme la medicina avanza.

En esta línea, Eduardo Díaz-Rubio, profesor Emérito de la Universidad Complutense, incidió en que la actualización de los médicos, teniendo en cuenta el escenario de conocimiento actual y la velocidad de la innovación debe ser cada dos años. Algo que a juicio de Yagüe hace evidente que la formación continuada deba ser una obligación.

“Desde el punto de vista normativo lo es. Hay un amplio número de reales decretos que reconocen la obligación de las administraciones públicas de facilitar la FMC”.  El sector sanitario lo ha hecho y como apuntó Yague con unos estrictos criterios de transparencia, rigor y ética. “Es una colaboración sometida a los más estrictos controles y requisitos desde el punto de vista de la ética y la trasparencia. En esto somos modélicos”.

Al igual que destacó el presidente editor de GM, Santiago de Quiroga, en todos los países la colaboración de la industria en la FC es la regla. “Se hace por medio de criterios comunes que hacen que las relaciones entre las partes esté sometida a los más exigentes estándares científicos, éticos y deontológicos. Y las compañías añaden la trasparencia”. “La formación es legal y legítima”, añadió. Para ello, existe un marco normativo, la Constitución, donde se recoge la libertad de la empresa y de la iniciativa privada a colaborar. “Además es lícito y es un derecho que los profesionales quieran mejorar su formación”.

Competencias profesionales

En opinión de Carlos Camps, director de programas científicos de la Fundación ECO, está en peligro el modelo actual. Más teniendo en cuenta, tal y como remarcó Díaz-Rubio que “la FC es un requisito indispensable para que un médico sea competente. Es un binomio inseparable”.

No hay que olvidar, incidió, que esta formación ha rendido éxitos a la medicina española. “Cuando  el SNS no estaba preparado, el profesional sí lo estaba, ya que tiene una formación excelente y ha sido gracias a una voluntariedad y la participación de sectores como la industria”.

Para Díaz-Rubio, es necesario mejorar el sistema de formación, y para ello contar con una acreditación, aunando esfuerzos así entre colegios profesionales, academias y universidades. “Dentro de una libertad de formación del que se forma. No desde la administración para que no produzca sesgos”.

En este sentido, De Quiroga apuntó a la inoportunidad de cuestionar cualquier relación directa o indirecta de la industria con la formación. “Inoportuno por el contexto en el que se ha hecho. Que se ha aprobado con salvedades, en la Comisión para la reconstrucción, y se ha rechazado su regulación, en lugar de su prohibición”.

“¿Quiere España ser distinta en FMC de cómo se lleva a cabo en el resto del mundo? O hay una fórmula que funcione que no estamos teniendo en cuenta?”, coincidieron los expertos.  Como apuntó Zamarriego, la industria tiene la responsabilidad de mantener esa formación. Para ello, dijo, “seguiremos  haciendo esa formación junto a las sociedades científicas”. De ahí, el contrasentido, indicó, que supone la propuesta parlamentaria.

La formación en tiempos de pandemia

Por su parte, José Zamarriego, director de la Unidad de Supervisión Deontológica de Farmaindustria, reflejó el contexto actual y el impacto de la pandemia en la formación continuada.

Actualmente, la industria ha actualizado su código de buenas prácticas, que arrancará a principios de año. Siguiendo un riguroso proceso de evaluación, garantista, se ha avanzado con ayuda de las sociedades científicas.

Lo cierto es que el marco actual donde se produce esa formación continuada ha cambiado. Atrás quedan las reuniones científicas y los grandes congresos presenciales. Sin embargo, la virtualidad ha traído de la mano cifras curiosas.

La asistencia a congresos científicos no se ha resentido, es más, se ha superado la participación en todos los escenarios. Pero… ¿qué opinan los profesionales? Según los datos que presentó  Zamarriego de una encuesta, el 69 por ciento de las personas considera que el tiempo que supone estar fuera es un gran reto.  De este modo, un 78 por ciento de los encuestados considera que estarían dispuestos sin problema a atender de forma virtual. Estamos, en su opinión, ante un cambio de paradigma.

Sin embargo, esta fórmula virtual no está exenta de limitaciones. El 51 por ciento considera que la habilidad de interaccionar con los colegas es limitada; y el 60 por ciento dice que el factor humano es importante.

Con todo, y desde la perspectiva de los profesionales, el 92 por ciento apunta a la posibilidad de desarrollar fórmulas híbridas.


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