En septiembre de 2021, un informe presentado por la consultora especializada IQVIA apuntaba que desde el inicio de la pandemia de COVID-19 hasta la finalización del documento, se diagnosticaron 62.000 casos menos de cáncer respecto a datos de 2019. Esta situación se agudizó en abril y mayo de 2020, cuando se estima que el número de diagnósticos descendió un 42 por ciento. También éste y otros informes a nivel europeo pusieron de manifiesto los retrasos en cirugía en pacientes de cáncer o las interferencias en el tratamiento debido a la situación de emergencia y el consiguiente aumento de la carga asistencial.

Ahora, con la lección aprendida en este sentido, desde la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) abogan por un cambio regulatorio que proteja a los pacientes oncológicos ante futuras pandemias. El objetivo es que, tanto en situaciones de emergencia sanitaria como ante otros fenómenos que puedan alterar el funcionamiento habitual de las instituciones sanitarias, las personas con cáncer no queden atrás.

José María Martín Moreno
José M. Martín-Moreno (Universidad de Valencia y Hospital Clínico de Valencia).

En palabras de José M. Martín-Moreno, profesor de Medicina Preventiva y Salud .Pública en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia y jefe de la Unidad de Formación, Docencia y Conocimiento en el Hospital Clínico de Valencia, en relación al contexto de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) está promoviendo un tratado o acuerdo sobre pandemias, “este debe ser un marco de colaboración entre países para mejorar la respuesta y poder prevenir, detectar y responder ante situaciones de crisis”. En este sentido, considera que la respuesta que se ofrezca debe tener “un enfoque unificado y coherente, reconociendo que la seguridad sanitaria de cualquier país está intrínsecamente ligada a la seguridad sanitaria de todos los países”. Por ello, Martín-Moreno, en un artículo publicado en ‘ESMO Daily Reporter’, llama a “aprovechar la resiliencia de los sistemas de salud para garantizar que todas las personas tengan acceso a la atención que necesitan”.

Punto de partida

Martín-Moreno recuerda que estar preparado para hipotéticas situaciones excepcionales “era una obligación que ya existía en base al Reglamento Sanitario Internacional”. Este instrumento jurídico, que está vigente desde 2007, es de carácter vinculante para todos los Estados miembro de la OMS. El experto precisa que “éste no ha sido suficiente, como ha demostrado la pandemia de COVID-19” y apostilla que al igual que “la ignorancia de la Ley no exime de su cumplimiento”. “Ahora ya lo hemos vivido y sabemos que puede volver a pasar, por lo que no podemos quedarnos de brazos cruzados; hemos visto el desastre que suponen situaciones como las pandemias y que la salud no lo es todo, pero sin la salud, todo lo demás queda en nada”, asevera. Por este motivo considera que “es necesario ver la manera de posicionarse para planificar futuras respuestas”.

Ahora ya lo hemos vivido y sabemos que puede volver a pasar, por lo que no podemos quedarnos de brazos cruzados; hemos visto el desastre que suponen situaciones como las pandemias y que la salud no lo es todo, pero sin la salud, todo lo demás queda en nada

“En septiembre de 2023 hubo una cumbre de jefes de Estado en la Organización de Naciones Unidades; este encuentro fue un acontecimiento histórico y, a partir de ahí, se sentaron las bases para ver cómo puede ser una respuesta coherente, cómo puede la OMS coordinar las acciones, cuáles son las infraestructuras necesarias, la información que se debe intercambiar, cuáles pueden ser las alianzas público-privadas y cómo se avanza para construir confianza en este sentido”, apunta Martín-Moreno.

Atención secundaria y terciaria

Martín-Moreno opina que “se ha centrado gran parte del proceso en la preparación para el agente infecciosos en sí, por ejemplo, en preparar plataformas de vacunas o el intercambio de cepas microbiológicas y también en la planificación de la atención primaria”. No obstante, bajo su punto de vista, “el acuerdo no debe incluir referencias sólo a la atención primaria, sino que también debe planificarse el papel de los servicios del nivel secundario y terciario, especialmente en la atención al cáncer”. Por ello remarca que, a la hora de formular posibles soluciones, “aunque la importancia de la atención primaria es innegable y debe ser reforzada, no se puede pasar por alto todo lo que hay que hacer para que las personas vulnerables, sea cual sea su enfermedad, no queden desatendidas”.

Este trabajo está justificado, explica Martín-Moreno, atendiendo a “la carga de mortalidad y el impacto psicosocial que tiene el cáncer, los cuidados que necesitan estos pacientes y el impacto que puede suponer dejar de atenderles”.

Para garantizar que se ofrece esa asistencia a los pacientes oncológicos, Martín-Moreno apunta a los ejes de los sistemas de salud para responder a sus desafíos. Primeramente, Martín-Moreno alude a la gobernanza, indicando que urge definir “qué mecanismos de liderazgo y dirección van a existir ante una situación difícil y quién tiene que rendir cuentas al respecto”.  Después hay que hablar de la financiación. Tras ello de la generación de necesarios recursos, afirmando que hay que ver “qué personal e infraestructuras se necesitan, incluyendo tecnologías de la información y medicamentos”. Y finalmente cómo se llevará a cabo la provisión de servicios.

Yendo un paso más allá, se refiere a acciones más concretas como “garantizar la disponibilidad de los fármacos incluidos en la lista de medicamentos esenciales o, para los profesionales, asegurar que se les proporcionan los equipos de protección individual correctos”.

“En oncología, los esfuerzos han de orientarse a que no haya diagnósticos médicos diferidos, que los profesionales de la medicina y enfermería de esta especialidad no pierdan presencia y que no haya agotamiento de este personal; por último, que todo ello se haga en términos de equidad”

Aun así, precisa que hay muchas cosas que se pueden hacer desde diferentes ámbitos como “estrategias de continuación de operaciones, coordinación de alianzas, asignación de recursos, formación y capacitación de profesionales, ofrecer acceso a la información pertinente o elaborar protocolos que hagan todo lo anterior viable”. En concreto, en oncología, Martín-Moreno pone de relieve que todos estos esfuerzos “han de orientarse a que no haya diagnósticos médicos diferidos, que los profesionales de la medicina y enfermería de esta especialidad no pierdan presencia y que no haya agotamiento de este personal; por último, que todo ello se haga en términos de equidad porque haya personas que se queden rezagadas en la atención por falta de recursos”.

Acciones prioritarias

En definitiva, bajo la perspectiva de Martín-Moreno, “quedan muchas cosas por hacer”. “Aunque cueste ver por dónde se ha de empezar, la gobernanza y la financiación no pueden faltar desde el principio; la idea es que no nos arrepintamos mañana de lo que no hemos hecho hoy”, asevera.

Y es que, en palabras del especialista, “da la impresión de que hemos sido conscientes de muchas cosas, pero no las hemos comprendido e implementado de manera coherente”. “Las medidas son complejas y es cierto que los gobernantes y las sociedades no sólo se enfrentan a enfermedades, sino que también hay otras situaciones de emergencia como guerras o catástrofes naturales; tenemos la obligación de alzar la voz, porque todas ellas van acompañadas de unas limitaciones, una carga económica o problemas de salud pública y salud mental”, desarrolla.

“Es necesario un plan de servicios secundarios y terciarios eficaz, articulado a partir de una sólida gobernanza y financiación, así como con recursos profesionales y materiales, y desplegando acciones mediante una organización adecuada”

Por todos estos motivos, Martín-Moreno urge a trabajar en “un plan de servicios secundarios y terciarios eficaz, articulado a partir de una sólida gobernanza y financiación, así como con recursos profesionales y materiales, y desplegando acciones mediante una organización adecuada”. “Hay una serie de servicios que es imprescindible mantener en cualquier caso, así como garantizar la protección de los profesionales y su capacitación para responder ante estas situaciones”, concluye.


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