J.V. Madrid | viernes, 16 de noviembre de 2018 h |

Se planteó como una aliada más en la lucha contra la obesidad, pero la medida anunciada por la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, de incorporar una etiqueta frontal en alimentos y bebidas que permita valorar, a golpe de vista, el valor nutricional de cada producto siguiendo el modelo NutriScore ha caído como un jarro de agua fría en buena parte de las entidades que representan al colectivo de nutricionistas en España.

No parece convencer ni la forma ni el fondo. Por un lado, la iniciativa de Sanidad solo cuenta con el apoyo de algunos colegios de nutricionistas que han avalado el rigor científico de este modelo. De ahí las críticas de entidades como la Federación Española de Sociedades de Nutrición Alimentación y Dietética (Fesnad), la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND) o la Fundación Iberoamericana de Nutrición (Finut), cuyos portavoces entienden que un asunto de este calado no puede plantearse dejando a un lado la visión de los especialistas. Ninguna de estas instituciones han sido consultadas.

Todos ellos coinciden en que algo así debe partir del consenso de quienes saben de verdad de nutrición.

Ascensión Marcos, presidenta de Fesnad, insiste en que la información que proporciona este código, fuera de contexto, puede confundir al consumidor. Se da la paradoja, insiste, de que según esta clasificación el aceite de oliva tiene una calificación peor que productos como el kétchup o algunos refrescos, asegura.

En la misma línea, Ángel Gil, presidente de la Finut, explica que en el terreno de la lucha contra la obesidad, los perfiles nutricionales se estudian como herramientas para orientar a los ciudadanos hacia una elección saludable. No obstante, el modelo escogido por Sanidad no está validado en España, explica Gil, y tiene un algoritmo muy complejo que penaliza, por ejemplo, a los alimentos ricos en lípidos (aceite de oliva, quesos o leche entera) cuyo consumo razonable encaja en una dieta saludable.

Por su parte, Giuseppe Rusolillo, presidente del patronato de la fundación de la AEND, añade que este modelo puede ser más o menos acertado, resolviendo las contradicciones que todos observan, pero asegura que la aplicación obligatoria va más allá de lo establecido por la normativa europea y considera básico contar con todos, también con la industria que tendrá que aplicarlo.