Reducir la prescripción innecesaria de antibióticos también es posible a través de métodos sencillos. El proyecto Happy Patient, una intervención llevada a cabo por más de 400 expertos en cuatro ámbitos sanitarios diferentes, logró frenar la resistencia antimicrobiana en los cinco países europeos donde se implantó, gracias a una metodología sencilla, que es más bien “un ejercicio de reflexión” del propio profesional sanitario, tal y como explica a GACETA MÉDICA el coordinador del proyector, Carl Llor.
Dos auditorias después -una primera entre febrero y mayo de 2022 y otra un año después-, el proyecto liderado por el Instituto Catalán de la Salud (ICS) y el Instituto de Investigación IDIAPJGol, con la colaboración, además, de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), reveló sus resultados en el marco de la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de los Antimicrobianos, con datos esperanzadores para la futura estrategia europea en esta materia. Precisamente, la Comisión Europea cofinancia esta iniciativa puntera.
El equipo de Happy Patient llevó a cabo intervenciones en Atención Primaria, Servicios de Urgencias de Atención Primaria, residencias de personas mayores y en farmacias comunitarias, a lo largo y ancho de España, Lituania, Polonia, Francia y Grecia. Aunque con resultados desiguales, en función de las distintas realidades y culturas de cada país, el proyecto logró reducir en España un 16,5 por ciento la prescripción innecesaria de antibióticos y un 17,4 por ciento la prescripción errónea de antibióticos en los servicios de Urgencias.
Atención Primaria y farmacias
“Estamos contentos con los resultados obtenidos porque, en base una metodología muy simple, fuimos capaces de mejorar el uso de los antibióticos”, señala Carl Llor. En las consultas de Atención Primaria, esta iniciativa redujo de media un 9,8 por ciento el uso inapropiado de antibióticos en la atención médica general, alcanzando una mejora máxima del 20 por ciento en Lituania.
En las farmacias comunitarias se registraron más de 2.400 casos de dispensación. En este caso, los resultados mostrados son “especialmente innovadores”, afirman desde Happy Patient, puesto que se mejoró el proceso de dispensación al realizar más controles de seguridad, proporcionar más consejos a pacientes y obtener más información fundamental sobre las prescripciones de antibióticos. “Es interesante que el chequeo de seguridad, en lo relativo a las interacciones, contraindicaciones y alergias, haya mejorado un 18 por ciento, y en un 17 por ciento en cuanto a consejos generales”, concreta Llor.
La cuarta pata del proyecto, las resistencias de personas mayores, no mostró los resultados esperados. “No conseguimos reducir prescripción innecesaria en las residencias porque es un ámbito muy complejo”, explica el coordinador de Happy Patient. La falta de médicos de familia o la intervención centrada principalmente en profesionales que no recetan podrían explicar estos datos. “La estrategia en las residencias tiene que ser distinta, multifactorial. Tenemos que involucrar todos los profesionales, empezando por gerentes y directores”, sostiene. Al respecto, el equipo desarrollará una intervención adaptada a las residencias en su proyecto Imagine.
Metodología simple
En cualquier caso, el proyecto consiguió modificar con éxito el comportamiento de los profesionales sanitarios respecto al uso de antimicrobianos en los cinco países diana. “Lo hicimos gracias a la metodología empleada”, precisa Llor, que pone el foco en la presentación y discusión de los resultados del primer registro: “Cada participante tiene los resultados globales de su país y los resultados individuales, de forma que puede compararse con otros compañeros, con la media y ver en qué puede mejorar”. De este modo, el profesional puede hacer un “ejercicio de reflexión” y cambiar su comportamiento.
Para recabar esos datos, el panel de expertos priorizó ideas erróneas predefinidas en relación al uso de antimicrobianos. En base a los problemas detectados, el equipo de Happy Patient elaboró una plantilla, donde el profesional sanitario debía registrar datos tales como la edad, el sexo, los síntomas del paciente o los métodos diagnósticos utilizados, así como el propio diagnóstico. “Luego, si se ha dado o no antibióticos al paciente y, en caso afirmativo, cuáles. También, si se deriva al paciente al hospital”, enumera Llor.
Por tanto, esta metodología implica un registro antes y después de la intervención, adaptadas a las características de los cuatro entornos. En residencias de personas mayores y farmacias se registraron todos los casos con prescripciones de antibióticos; incluyendo en residencias sus síntomas y diagnósticos, y en farmacias, los consejos y verificaciones de seguridad.
Impacto económico
Una de las líneas de investigación más significativas de este proyecto es la lectura económica que se hace de las mejoras registradas. En concreto, si esta intervención se implementara en toda Europa, supondría un ahorro de 114 millones de euros en los presupuestos sanitarios, conforme a un escenario realista. Esta cifra podría ascender a los 385 millones de euros en un escenario óptimo, según la lectura económica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
La proyección de estos datos es el resultado de una reducción en el consumo de antibióticos de 23 millones de prescripciones, en el escenario realista (relacionado con los resultados promedio de los cinco países); y de 47 millones de prescripciones innecesarias en un escenario optimista (referente al país con la mejor mejora).