El Daño Cerebral Adquirido (DCA) es la principal causa de discapacidad en España y la primera causa de mortalidad en mujeres y la segunda en hombres. Según los últimos datos, actualmente 650.000 personas viven con DCA en nuestro país, y la cifra podría aumentar de manera alarmante en los próximos años.

En el marco del Día Nacional del Daño Cerebral Adquirido, que se conmemora cada 26 de octubre, la Plataforma Española por el DCA hace un llamamiento urgente a las autoridades sanitarias y sociosanitarias para mejorar los recursos destinados al abordaje de esta patología. Esta necesidad se hace cada vez más apremiante a medida que la incidencia de accidentes cerebrovasculares —principal causa del DCA— sigue en aumento. La Sociedad Española de Neurología estima que para 2035 los casos de ictus, una de las principales causas de DCA, habrán aumentado en un 35%, lo cual representa un grave reto para el sistema sanitario y social español.

Epidemia silenciosa

El Daño Cerebral Adquirido, que engloba secuelas derivadas de eventos como los ictus, traumatismos craneoencefálicos, anoxias y tumores, es actualmente una de las patologías que mayor impacto tiene sobre la población. La situación es especialmente preocupante en el caso del ictus, que anualmente afecta a unas 120.000 personas en España, y lo más alarmante es que este número no solo se mantiene, sino que crece, afectando a personas cada vez más jóvenes. La falta de recursos para abordar las secuelas del DCA se traduce en un déficit en la atención a estas personas, lo que agrava el sufrimiento y las limitaciones que enfrentan, no solo en el ámbito sanitario, sino en su vida diaria y en la de sus familias.

Uno de los problemas más acuciantes, señala la Plataforma Española por el DCA, es la falta de continuidad en la atención cuando un paciente recibe el alta hospitalaria. Aunque muchas personas con DCA presentan secuelas importantes que requieren rehabilitación y asistencia sociosanitaria continua, la inexistencia de protocolos claros para la derivación de pacientes entre el ámbito sanitario y el sociosanitario deja a muchas de estas personas sin la atención necesaria. “Este vacío en el proceso asistencial impide que los afectados tengan acceso a una rehabilitación adecuada que, en muchos casos, puede marcar la diferencia entre recuperar funciones esenciales o vivir con una discapacidad mayor de la necesaria”, advierte Víctor Sánchez, presidente de la Plataforma Española por el Daño Cerebral Adquirido.

Plan director

Desde la Plataforma Española por el DCA, la solución pasa por la implementación de un Plan Director que coordine y optimice los recursos existentes y que garantice un seguimiento exhaustivo de cada caso, con un enfoque centrado en la persona afectada y su familia. “Un Plan Director bien estructurado permitiría no solo optimizar la atención en cada etapa de la recuperación, sino también un ahorro considerable para la Administración, lo cual podría reinvertirse en la creación de nuevos recursos para atender una demanda en constante crecimiento”, explica Sánchez.

Este plan debería basarse en tres factores clave para determinar el tipo de recurso adecuado para cada persona:

  1. La situación clínica del paciente: Según el estado médico del afectado, es crucial determinar si necesita continuar en un recurso exclusivamente sanitario hasta alcanzar la estabilidad médica necesaria para poder beneficiarse de un recurso sociosanitario.
  2. La diversidad y gravedad de los déficits: La magnitud y el tipo de secuelas deben orientar el tipo y la intensidad de la rehabilitación, que muchas veces es más efectiva en un recurso sociosanitario.
  3. La situación social y familiar: La realidad social y el entorno familiar de cada paciente deben ser evaluados para definir el tipo de recursos requeridos en cada etapa, incluyendo aquellos de tipo exclusivamente social que puedan ser necesarios en la última fase del proceso.

Desafío

Además del enfoque en la rehabilitación, desde la Plataforma Española por el DCA insisten en la importancia de destinar más medios a la prevención del ictus y otras causas de DCA. Aunque se han implementado campañas de concienciación sobre factores de riesgo como la hipertensión, el sedentarismo, el tabaquismo y la obesidad, los esfuerzos parecen no ser suficientes para detener el aumento en la incidencia de accidentes cerebrovasculares. “Necesitamos una mayor inversión en prevención para reducir las cifras de afectados y evitar que personas jóvenes y activas vean su vida truncada por una discapacidad evitable”, apunta Sánchez.

La creciente incidencia del DCA y la falta de recursos adecuados conforman una crisis que afecta no solo a los pacientes, sino también a sus familias, quienes, en muchos casos, deben asumir el rol de cuidadores principales sin la preparación o el apoyo necesario. La creación de un Plan Director que coordine recursos, establezca protocolos de derivación y priorice la atención personalizada es una necesidad urgente para enfrentar de manera efectiva el reto que plantea el DCA en el presente y en el futuro.

Con esta situación en mente, la Plataforma Española por el DCA hace un llamamiento a la acción conjunta entre la Administración y la sociedad civil para afrontar el reto que supone el Daño Cerebral Adquirido. Invertir en prevención, optimizar recursos y garantizar un sistema de atención integral y bien coordinado es, además de una obligación social, una medida inteligente para reducir los costos a largo plazo y asegurar una mejor calidad de vida para miles de personas que, hoy y en los años venideros, enfrentan el impacto de esta enfermedad devastadora.


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