“Tenemos mucho más en la cabeza el tratamiento que la prevención y tendemos a tratar antes que a prevenir, por eso las vacunas deberían tener otro nombre. Habría que pensar en ellas como un tratamiento, y no como prevención, y quizá le dediquemos más tiempo. Si pensamos de este modo, es posible que aumenten las coberturas vacunales”.

Con estas palabras, Jorge del Diego Salas, coordinador de la Red de Vacunas de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria, contextualizaba así la necesidad de introducir un cambio cultural en el terreno de la vacunación del adulto en el marco de la sesión sobre la Semana Mundial de Vacunación, celebrada recientemente en la Real Academia Nacional de Medicina con la colaboración de la Cátedra de Vacunología de la Universidad Rey Juan Carlos, que patrocina Pfizer.

Jesús Ruiz, Ángel Gil de Miguel, Jorge Alvar y Aurora Limia, en la RANM.

La jornada, coordinada por Jorge Alvar y Ángel Gil de Miguel, académicos de la entidad, repasó el valor que aportan y los últimos avances de la materia.

Incertidumbre sobre el futuro

En su intervención sobre los aprendizajes en la vacunación del adulto, Del Diego destacó que hasta ahora hemos vivido momentos muy buenos de coberturas vacunales en niños, pero no sabemos si las nuevas generaciones van a ser tan receptivas como hasta ahora. “Los padres del futuro son las coberturas vacunales frente a la COVID de las personas entre 20 y 30 años. Esperemos que lo que no han visto bueno para ellos, sí lo vean bueno para sus hijos”, insistió.

Jorge del Diego Salas.

El especialista también destacó una serie de retos pendientes en la vacunación a partir de los 15 años en población no de riesgo. Entre otros, insistió en la necesidad de alcanzar altas coberturas en población adulta y de riesgo, además de mantener la cohesión y equidad en las vacunas recomendadas en las comunidades autónomas, o potenciar el consenso entre los diferentes actores y trasladar mensajes homogéneos a la población.

Otro reto pendiente, según su visión, es lograr un refuerzo en procedimientos de evaluación, con la mejora de los sistemas de información, además de mejorar la comunicación a la población y a personal sanitario y mejorar la formación de este último colectivo en la materia.

“Es fundamental concienciar sobre la importancia de la vacunación, y mantener la confianza del personal sanitario y de la población general”, apuntó.

Un esfuerzo solidario para lograr una cobertura “decente”

En la misma línea, Jesús Ruiz Contreras, jefe del Servicio de pediatría del Hospital Universitario 12 de Octubre, ensalzó los beneficios conocidos de la vacunación, que se materializan en ítems como el control de enfermedades, la posibilidad de evitar casos, con muertes y secuelas, la mitigación de la gravedad de la enfermedad, o la inmunidad de grupo.

Asimismo, destacó su papel en la prevención del cáncer y de las resistencias bacterianas, la protección frente a otras enfermedades relacionadas, o la promoción de la equidad, entre muchos otros beneficios. Entre los desafíos, Ruiz Contreras subrayó la necesidad de mantener y mejorar las coberturas vacunas, así como la llegada de nuevas vacunas.

“Al final será el esfuerzo solidario de todos por lograr una cobertura vacunal decente, ni siquiera óptima, lo que nos llevará a lograr la erradicación de la mayoría de las enfermedades inmunoprevenibles del niño, que reúnen las condiciones para ser eliminadas”, remarcó el especialista.

Correlatos de protección

Por su parte, José Gómez Rial, inmunólogo del Hospital Universitario de Santiago de Compostela, subrayó la importancia de “definir los objetivos de la protección en vacunas, que nos protegen frente a la infección, frente a la enfermedad sintomática, frente a la enfermedad grave y la mortalidad”.

El experto destacó que los correlatos de protección, los marcadores inmunológicos que se asocian a la protección, “no son únicos y difícilmente son válidos para todos los individuos, ya que hay que pensar en la respuesta inmune como una respuesta global, y debe haber siempre otros determinantes inmunes, inmunidad celular, en mucosas, etc., que han de tenerse en cuenta sobre todo a la hora de hablar de protección y tomar decisiones en materia de vacunación”.

El papel de la Ponencia de Vacunas

En la sesión, Aurora Limia, jefa del Área de Programas de Vacunación de la Subdirección General de Promoción de la Salud y Prevención de la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, defendió y explicó el papel de la Ponencia de programas y Registro de Vacunaciones desde su creación en 1991.

Aurora Limia, en la RANM.

Limia puso en valor su papel en un contexto de pandemia en el diseño de una estrategia de vacunación única frente a la COVID-19 en todas las autonomías y recordó que la vacunación es la forma más sencilla, segura y efectiva de prevenir ciertas enfermedades infecciosas.

La especialista destacó también las asignaturas pendientes en la toma de decisiones sobre vacunas. De entrada, subrayó que el mercado de vacunas es dinámico y complejo (cada producto es diferente, hay vacunas para enfermedades comunes o graves y los recursos económicos son limitados).

Otro reto, según su visión, “es ver cuánta información o evidencia es necesaria, partiendo de la base de que las revisiones sistemáticas de la literatura llevan tiempo y que algunos aspectos fundamentales solo se conocen tras la utilización de la vacuna”.

Por último, queda pendiente también valorar los aspectos de implementación, en los que influye la aceptación de la población.

Para finalizar, recordó que la Ponencia de Vacunas ha desarrollado desde su creación las funciones descritas para los comités técnicos asesores nacionales de vacunaciones.

“Dispone de un marco sistemático para la evaluación de cualquier modificación en los programas de vacunación y aporta transparencia, coherencia, solidez y credibilidad en la toma de decisiones”, resumió.